Capítulo 3

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En ese momento sus piernas ni siquiera respondían, hubiese querido empujarlo y salir corriendo lo más rápido posible para escapar de su pregunta. No sabía que contestar y por primera vez en mucho tiempo se sentía totalmente avergonzada, por primera vez en varios años quería salir corriendo y escapar de esa situación.

Pero no podía... Él estaba ahí impidiéndole el paso con esa sonrisa maliciosa y para ese momento darle un empujón y correr ya no era una opción. Él la doblaba en tamaño y le sería imposible deshacerse tan fácil de ese asunto.

—Muñeca te quedaste muda ¿no piensas hablarme?

—Yo no sé de qué me hablas, no te conozco —trató de escaparse pasando por debajo de su brazo pero de un rápido movimiento su cuerpo se lo impidió —. Déjame pasar, tengo prisa.

—Pues yo no y creo que tú tampoco ¿o acaso me tienes miedo?

—¿Yo? ¿De ti? —soltó una fingida risita de ironía y trató de mirarlo sin temor, algo que no podía conseguir por completo —. No me hagas reír que es demasiado temprano.

—La otra noche te reías bastante, ahora pareces una vieja amargada.

—Y tú un tipo engreído y arrogante —lo miró desafiándolo, buscando el valor que la vergüenza le había hecho perder —. ¡Dije que me dejes pasar!

Trató de agarrar su brazo para que lo quitase del medio, con su mano lo empujó en el pecho pero nada consiguió. Sólo que sus piernas flaquearan al tocarlo de nuevo.

—No te irás hasta que no hablemos de lo que pasó.

—Yo no tengo nada que hablar contigo porque entre nosotros no pasó nada.

—Es imposible que no te acuerdes, con lo bien que la pasamos... —ella tragó saliva, tratando de que no se diese cuenta de su reacción —. En la cama de tus padres.

—No... No me acuerdo porque hoy es el primer día que te veo —afirmó pero en su voz podía notarse sus nervios ¡porque demonios se sentía así!

—Mentirosa... —tocó su nariz con una sonrisa burlona pero ella le dio un manotazo —. Eres una fierecilla eh.

—Y tú eres estúpido.

—Quizá... —se calló mirándola y finalmente quitó el brazo de su camino para dejarla pasar pero no pudo caminar dos pasos cuando su voz la detuvo —. Oye por cierto ¿puedo preguntarte algo?

—No.

—Vamos... Creo que puedo después de todo —su sonrisa insinuante la dejó helada y él tomó su silencio como una afirmación —. ¿Qué significa la fecha del tatuaje que traes en el costado izquierdo?

Su pregunta la hizo confirmar sus sospechas. Lo que había imaginado que pasó esa noche con él. Todo. Ahora tenía sentido ¡lo había hecho! ¡Ahora tenía la certeza! Él había visto ese tatuaje, nadie sabía de él. Hacía muy poco tiempo que lo había tatuado en su piel, una fecha, justo en el lugar donde él acababa de indicarle. Ni siquiera sus padres sabían de él, sólo Paulina.

Sin contestarle salió corriendo de ahí, alejándose de él. Corrió en dirección al jardín trasero, llegando a la terraza de la cafetería. Respiró aliviada al ver a su amiga sentada en una de las mesas tomando un café.

—¡Eres una mala amiga Paulina! ¡Cómo se te ocurre dejarme sola eh! —le gritó al sentarse a su lado haciendo que todos a su alrededor las mirasen aunque eso poco le importaba.

—Maca tranquila ¿porque dices eso? ¿Qué te pasa? Estás muy alterada.

—Obviamente estoy alterada Paulina, estoy alterada porque Miguel me interceptó a la salida de la clase.

Bailemos, Al Compás De Nuestro AmorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora