Observando el horizonte, vio el atardecer del que sería su último día en esa ciudad que lo había recibido un año atrás con los brazos abiertos. Todavía no podía creer que el tiempo hubiera pasado tan rápido y que en pocas horas su camino y el de sus amigos se separarían. Al día siguiente, todos tomarían rumbos diferentes y, probablemente, no volverían a verse en mucho tiempo.
Paulina, Gabriel y Fernando habían sido los más afortunados al lograr una plaza en la misma universidad, en Barcelona, aunque fuesen estudios diferentes. Ella, estudiaría Comunicación, mientras que su mejor amigo había decidido dedicarse a la Medicina y Fernando al Derecho. En cambio, Luz, había apostado por quedarse en su ciudad y elegir Periodismo. Aunque, en realidad, él los tendría mucho más cerca que su novia que, en menos de tres días, tomaría un avión que la llevaría a Nueva York y al que él despediría desde la capital del país.
—¿Otra vez tristeando, bomboncito? —una sonrisa apareció en su rostro al sentir que sus brazos rodeaban su cuello y el cálido beso que acababa de dejar en su mejilla —. Vinimos a divertirnos, no a amargarnos.
—Lo sé, lo sé —admitió, tirando de ella para sentarla sobre sus piernas —. Mejor dame un beso para que deje de tristear.
Intentó besarla, pero solo terminó quejándose cuando ella se apartó mientras soltaba una risita cargada de malicia. Disfrutaba molestándolo y esa tarde estaba más animada y feliz que nunca. Todos sus amigos lo estaban, aunque supieran que no había una fecha marcada en el calendario para estar juntos de nuevo.
Finalmente, logró terminar con el juego de su novia y la besó. Rodeó su cintura y la apretó contra él mientras devoraba su boca y saboreaba sus labios, unos labios que ahora sentía salados gracias al agua del mar, aunque eso a él poco le importaba. Tampoco le importaba que la respiración fuese siendo cada vez más escasa para ambos, estaban disfrutando de la unión de sus lenguas y de la forma en que sus manos se acariciaban sin importar que no estuviesen solos.
—¡Esas manos, bomboncito! —gritó Paulina desde el agua, obligándolo a soltar a su novia con un bufido cargado de frustración.
—¡Gabriel! ¿Por qué no atiendes a tu novia? ¡Parece que tiene envidia!
Escuchó la sonora carcajada que dieron el resto de sus amigos y la mueca de Paulina, mueca que pronto desapareció cuando su mejor amigo obedeció su sugerencia y fue en busca de su novia. Rió más fuerte al oír el chillido de ella, quien terminó por sumergirlo en el agua cuando intentó tocar más de lo debido delante de ellos y fue entonces que puso atención a la mano que Macarena acababa de retirar de su trasero, donde él la había mantenido hasta el momento.
—Muñeca...
—No digas nada —lo advirtió, levantándose mientras se sacudía la arena y volvía a mirarlo, extendiéndole la mano —. Vamos al agua.
—¿Ahora?
—Ajá, vamos a que se te baje esa calentura que Pau ya se encarga del suyo —no entendió su comentario hasta que nuevamente vio a sus amigos, peleando como siempre lo hacían y teniendo como mediadores a Luz y Fernando, quienes pronto terminaron su trabajo cuando su mejor amigo ya se encargaba de convencer a su novia con un profundo beso —. Miguel, vamos.
—Okey —accedió y tomó su mano, levantándose con rapidez y alzándola sobre su hombro sin darle tiempo de reacción.
—¡Miguel! ¡No! ¡Suéltame! —chilló mientras corría con ella hacia el agua —. ¡Miguel!
—Querías ir al agua, muñeca, así que cumpliré tu deseo —dijo antes de lanzarla al mar.
ESTÁS LEYENDO
Bailemos, Al Compás De Nuestro Amor
Teen Fiction*RESUMEN* El colegio, el instituto, son etapas... Etapas que marcan la vida de muchas personas y para las que otras pasan sin mayor importancia que encontrar un futuro prometedor. Esas etapas marcaron sus historias aunque de formas diferentes. Migu...