Capítulo 7

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Sentada sobre el césped junto a Paulina trataba de concentrarse en la tarea que debían terminar antes de la siguiente clase pero unas risas a su espalda no se lo permitían. Le irritaba no poder concentrar toda su atención en lo que debía hacer pero desde hacía varios días le resultaba casi imposible mientras tuviera cerca esas malditas escenas que protagonizaba con su peor enemiga.

Después de lo sucedido en la piscina durante el viaje al campamento no había vuelto a dirigirle la palabra y por supuesto que ella no iba a buscarlo. No tenía porqué pedirle perdón, esa broma había sido la respuesta a la que días atrás él le había hecho a ella. Pero le molestaba, le irritaba que otra vez él se hubiera alejado y eso provocase un nuevo acercamiento con Carla. Con su peor enemiga quien no perdía oportunidad para restregárselo por la cara.

—¡Porque no se callan de una maldita vez! —gritó llamando la atención de todos los compañeros que la rodeaban y aunque todos la miraban eso poco le importaba.

—Cálmate Maca ¿qué te pasa?

—Me pasa que no puedo concentrarme en terminar estos ejercicios si estoy escuchando las risas de esa estúpida.

—¿De Carla? —miró hacia atrás hacia donde se encontraba mientras ella asintió —. ¿No será que te molesta que se esté riendo precisamente con él?

—¿Qué? ¡Por supuesto que no Paulina!  Es ella quien me molesta con su simple presencia, sabes que no la soporto.

—No si yo tampoco la soporto pero no me molesta tanto como a ti que se esté riendo —miró a la rubia alzando una ceja mientras ella sonreía burlona —. Más bien lo que te molesta es que Miguel esté con ella y a ti ni te determine.

—Me importa un pepino Miguel y todos sus amigos.

—Ajá...

—¿Ajá qué?

—Que puedes engañar a todo el mundo pero no a mí, te conozco mejor que nadie. En el campamento estuvieron juntos todo el día del sábado y el domingo en la mañana —le recordó —. Pero luego de preguntarme por ti se desaparecieron y al regresar ya ni siquiera se miraban.

—Me porté amable porque me convenía, sabes que lo que más quiero es ganarle a esa idiota la capitanía.

—Si eso ya lo sé pero yo os vi Macarena y te conozco. No estabas fingiendo y él tampoco.

—Ideas tuyas —trató de evadir ese tema, estaba segura que si le contaba a Paulina la broma que le había hecho a Miguel pondría el grito en el cielo —. Mejor sigamos.

—No de eso nada —le arrebató el bolígrafo que cogió de nuevo y apartó a un lado los libros y cuadernos que sostenía sobre sus piernas cruzadas —. Ahora me cuentas que fue lo que pasó para que pasaran de un extremo a otro en apenas unas horas.

El timbre que anunciaba el inicio de la siguiente clase la salvó de tener que explicarle a su amiga lo sucedido. Recogieron sus cosas y se levantaron de donde estaban justo en el instante en que ellos pasaban a su lado. Carla iba riendo como una loca en respuesta a algo que él le había dicho y que ella no había logrado escuchar.

Conteniendo sus ganas de correr hacia ella y agarrarla de los cabellos por todo el colegio respiró hondo pero toda su calma se fue al traste cuando ella, aún agarrada del brazo de Miguel giró la cabeza con disimulo hacia ella y la miró. La miró con una sonrisa de triunfo más grande que toda la ciudad y un "TE GANÉ" invisible escrito en ella.

—¡Estúpida! —gritó sin poder contener su rabia lanzando hacia ella una botella de agua que sostenía en su mano.

—¡Macarena! —la regañó Paulina al ver como el objeto impactó contra otro de sus compañeros a quien ella espantó de reprocharle algo con tan sólo una mirada.

Bailemos, Al Compás De Nuestro AmorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora