Capítulo 10

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Salieron de la academia felices por haber conseguido su objetivo. La directora no tuvo ningún problema en prestarles uno de los salones para sus clases particulares. Trató de negarse pero finalmente Miguel la convenció para que fueran a su casa, necesitaban acordar los horarios en los que tendrían esas clases y lo cierto es que no pensaba dejar pasar la oportunidad de estar con él un rato más.

En su moto recorrieron el camino que separaba la academia de la casa, al llegar ahí pudo darse cuenta que su familia también tenía una alta posición económica. Vivía en una gran casa. Dejó la moto en lo que supuso era el garaje y le sonrió al tomarla de la mano para dirigirla hacia la casa. Atravesaron un gran patio en donde pudo apreciar una enorme piscina, con un espacio para tomar el sol y un porche como zona de relax y descanso.

—¿Quieres beber o tomar algo?

—No, gracias.

—Bueno entonces dónde quieres que hablemos ¿aquí o en el porche?

—Donde tú lo prefieras Miguel, no quiero que molestemos a tus papás —apenas terminó de hablar ni siquiera pudo reconocerse aunque tenía claro que no podía llegar a aquella casa a molestar.

—Ah no te preocupes por ellos que aún no llegan. Trabajan casi todo el día —asintió, eso era algo que conocía muy bien.

—Entonces en el jardín —decidió —es hermoso.

—Está bien, voy por un refresco —le guiñó el ojo y entró en la casa mientras ella admiraba el lugar, debía reconocer que estar ahí le hacía sentir extraña pero le gustaba su compañía -. Listo, ten. Vamos a sentarnos ahí.

Asintió cogiendo el vaso con refresco que le ofrecía y caminaron hasta el porche frente a la piscina, sentándose en unos cómodos sillones que ahí se encontraban.

—Está hermosa tu casa, tiene estilo —lo vio sonreír casi riendo y asintió —. Y es enorme ¿aquí viviste antes de irte a Londres?

—No recuerdo bien las cosas que viví antes de irnos a Londres, era muy pequeño.

—Bueno pues me gusta tu casa, tiene estilo ¿quién la escogió?

—Mi mamá, ella siempre escoge esas cosas.

Asintió y ambos sonrieron, no entendía porque tenía esa sensación con ella. Siempre que estaba con él una mezcla de sentimientos la abrumaban, justo como la tarde anterior.

Conversaron durante largo rato conociéndose un poco más aunque ella no deseaba profundizar demasiado en ciertos temas y cuando él los tocaba, llevaba la conversación por otro sitio. Llegaron a la cuestión por la que supuestamente estaban ahí juntos y no tardaron demasiado en ponerse de acuerdo. Ella amaba bailar y en los pocos minutos que estaban hablando sobre ello se había dado cuenta que él también lo hacía a su manera.

—¿Miguel? ¿Hijo estás en casa? —una voz femenina los hizo detener la conversación y vio como una mujer se acercaba a ellos —. Aquí estás...

Caminó hasta donde se encontraban y de inmediato ambos se pusieron de pie. La miró sonriendo mientras ella la observaba nerviosa. Era una mujer hermosa, de cabello y ojos claros y muy parecidos a los de él, alta y con un físico bastante cuidado. Moderna y elegante pero a la vez sencilla, así la sintió con tan sólo verla.

—Hola mamá —Miguel la saludó con un beso en la mejilla que ella recibió sonriente —. No pensé que llegarías tan temprano.

—Acabé antes y decidí venir de una vez, no sabía que estabas acompañado —la miró a ella por algunos segundos para después mirar a su hijo —. ¿No me presentarás?

Bailemos, Al Compás De Nuestro AmorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora