Los días habían pasado nuevamente con rapidez y los últimos días de un caluroso mes de julio llegaban a su fin. Todos sus amigos habían decidido irse de vacaciones por varias semanas fuera del país para celebrar su graduación y disfrutar antes de meterse de lleno en la universidad, pero ella no podía hacerlo...
Era cierto que había disfrutado de una semana maravillosa en Roma con su novio, aunque tuvo que tomar la difícil decisión de regresar y no alargar más aquellos días ya que no podía dejar de lado sus terapias. Álex, su fisioterapeuta, le había dado varios ejercicios que poder realizar mientras estuviese fuera, pero, aunque los siguió al pie de la letra, estaba decidida a recuperarse lo antes posible de aquella lesión que había sido un antes y un después para ella.
—Eso es, Maca —la animó cuando apoyó su pie en el suelo para girar sobre sí misma —. Hazlo con seguridad y sabiendo que eres capaz.
Nuevamente podía calzarse sus zapatillas de baile y, aunque tan solo era su segundo día, sentía que volvía a vivir sumergida en su propio mundo. Álex le había recomendado comenzar con algo sencillo, practicando algunos ejercicios de prueba para finalmente bailar, con cuidado, y por no más de dos minutos seguidos porque ni quería ni debía forzar su pierna.
—¡Fantástico! —la aplaudió y con una leve inclinación lo saludó como si fuera un admirador viendo su espectáculo —. ¿Cómo te sientes? ¿Duele o molesta?
—No, en lo absoluto. Estoy muy sorprendida porque sinceramente pensaba que sí me molestaría —confesó, viéndolo sonreír y revisar su pierna cuando ambos se sentaron en el porche del jardín.
Ya podía caminar con normalidad y lo agradecía porque odiaba tener que estar dependiendo de alguien más para moverse de un lado a otro por temor a caerse o sosteniéndose de aquellas fastidiosas muletas que ya había quedado en el olvido.
—Todo va bien, Maca —le informó con una sonrisa —. Tanto el doctor Castillo como yo estamos gratamente sorprendidos por tu evolución, nunca había tenido una paciente con este tipo de lesión que haya logrado una recuperación tan rápida.
—¿Y eso es bueno o malo? —preguntó preocupada —Porque no me gustaría que por ir deprisa vuelva a lesionarme o tenga secuelas después.
—No, tranquila que no tienes de qué preocuparte. Siempre influyen mucho más las ganas que se le ponen a las terapias, aunque también la edad y ánimo del paciente —le sonrió aliviada y acarició su pierna despacio sin poder creerlo aún.
Esa lesión ensombreció su mundo y su futuro de tal manera que por un momento quiso tirar la toalla, aunque, como siempre, Miguel estuvo ahí para ayudarla a comprender cómo debía hacer las cosas.
—Fui una tonta al negarme a realizar las terapias. Quizá si hubiera comenzado antes, ya estaría completamente recuperada —suspiró, pero al ver a Álex, este negó sonriente —. ¿Qué?
—No debes pensar así, lo importante es que aceptaste hacerlo y ahora estás a nada de obtener tu alta y de hacerlo completamente bien.
—Gracias, Álex. Sin ti no lo hubiera logrado —lo abrazó... Y sí, lo abrazó porque esa era ella. Aunque le costaba, poco a poco iba mostrando sus sentimientos cada vez más a menudo y con él estaba más que agradecida.
—Fue un placer hacerlo —respondió —. Ahora debo irme, pero nos vemos pasado mañana. ¿De acuerdo?
—Claro —aceptó sin dudar mientras se levantaba para acompañarlo a la puerta.
—Y recuerda que puedes practicar, pero sin sobrepasarte. ¿Está bien? —asintió y dándole un beso en la mejilla lo despidió hasta verlo salir de la propiedad.
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Bailemos, Al Compás De Nuestro Amor
Novela Juvenil*RESUMEN* El colegio, el instituto, son etapas... Etapas que marcan la vida de muchas personas y para las que otras pasan sin mayor importancia que encontrar un futuro prometedor. Esas etapas marcaron sus historias aunque de formas diferentes. Migu...