Capítulo 35

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Envió un nuevo mensaje apresurándola para que saliera de una vez. El reloj marcaba que solo quedaban veinte minutos para su primera clase y ella aún no había salido.

Ya habían pasado varios días desde la victoria en esa competencia que era tan especial para ellos. Su relación mejoraba con cada día; cada minuto que pasaba a su lado lo sentía como el más especial y sus sentimientos por ella crecían día a día un poco más.

Miró de nuevo el reloj y cruzado de brazos esperaba con paciencia apoyado sobre el coche, estaba escribiendo un nuevo mensaje cuando escuchó el inconfundible ruido de los portones al abrirse. Lo conocía muy bien, ¿Y cómo no? Si pasaba a recogerla todos los días y amaba hacerlo.

—Muñeca al fin, ya me estaban saliendo canas —rió al ver su cara y rodando los ojos se acercó a él.

—No seas payaso que es muy temprano Miguel, me retrasé pero tampoco es para tanto.

—Pues no me importa esperarte pero un día llegaremos tarde de verdad y ahí sí tendremos problemas.

—Bomboncito... —con una sonrisa se acercó a él y posó ambos brazos alrededor de su cuello —. Tranquilo, ¿Okey? No va a pasar nada y si llegamos tarde pues que nos dejen afuera y ya, encontramos otra cosa con la que distraernos.

—Macarena...

—Ya no seas aburrido —pidió dejando pequeños besos en sus labios.

—¿Yo aburrido? —la miró con asombro.

—Sí —confirmó —, aburrido cuando te pones en este plan de estudiante modelo.

—Pues por lo que sé eres tú la más inteligente de todos nosotros, muñeca.

—Sí, es cierto. Pero no por eso me angustio si un día me retraso porque no pasa nada —negó con resignación y la vio sonriendo —. Mejor salúdame, ¿No?

Asintió y se inclinó hacia ella hasta sentir sus labios se entrelazándose sin descanso, buscando explorar el interior de sus bocas hasta que el aire comenzaba a faltarles. Sin querer hacerlo rompió su unión quedando a escasos milímetros de su boca, sintiendo su respiración acelerada contra sus labios.

—Buenos días —le sonrió con descaro y él la imitó.

—Buen día, muñeca —depositó un rápido y dulce beso en sus labios y tomándola de la mano le abrió la puerta del coche para ayudarla a subir y así ir hacia el instituto de una vez.


Miró el reloj cuando el entrenador hizo sonar el silbato y dio la señal del final de partido de prueba, apenas quedaban cinco minutos para que el timbre anunciara el descanso y ellos ya terminaban la tercera clase de ese día. Estaban dándolo todo en esos entrenamientos puesto que en las últimas semanas los partidos de fútbol habían sido victorias para ellos posicionándose entre los cinco primeros puestos de la clasificación.

—¿Vendrás a comer con nosotros, Miguel? —preguntó Gabriel pasando un brazo por sus hombros mientras caminaban hacia el banquillo —. No me digas que tu novia te acapara de nuevo —se burló entre risas.

—No me acapara, me gusta estar con ella —lo corrigió quitándoselo de encima —. ¿Qué a ti no te acapara Paulina?

—Es diferente... O bueno no sé, todo depende —negó riendo al ver la sonrisa que había puesto, imaginando los pensamientos que pasaban por su sucia mente —. Ya no hagas esa cara, ¿Vienes o no?

Dudó y al ver quién se acercaba sonrió, la vio caminar hacia él provocando que las miradas de todos sus compañeros fueran hacia ella.

—Ahora te alcanzo —palmeó la espalda de su amigo y fue de inmediato a encontrarse con ella quien se veía espectacularmente hermosa esa mañana.

Bailemos, Al Compás De Nuestro AmorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora