Escuchó a su madre pedirle calma por décima vez en menos de cinco minutos, pero era imposible aceptar su sugerencia cuando su paciencia se había agotado hacía ya varias horas. Todavía no podía creer que después de más de un año, de acostumbrarse a la ciudad y a ese apartamento, sus padres decidieron que debía mudarse.
Tenía que hacerlo ese día, precisamente en su cumpleaños, justo cuando debería estar celebrando y festejando que ya era considerada una adulta, justo el día en que cumplía dieciocho.
—Mamá, ¿se puede saber cuándo van a venir por todas estas cajas? —preguntó con enojo, dándole una patada a una de ellas que ya la tenía de los nervios.
—Hija, por favor, relájate un momento.
—¿Relajarme? ¡Cómo piensas que voy a relajarme cuando tengo que mudarme el día de mi cumpleaños! —rodeó los ojos cuando vio la sonrisa de su madre y bufó sentándose en el suelo —. ¡Mamá!
—Macarena, hija, en una hora —respondió con paciencia —. Tu padre dijo que en una hora vendrán, tranquila.
—Tranquila, tranquila —repitió mientras guardaba unos libros, de mal humor —. Si al menos estuviera aquí, pero no... Él prefirió irse, dejar a su novia sola, completamente sola, el día de su cumpleaños.
Escuchaba la risita de su madre mientras ella gruñía y se quejaba, murmurando y hablando consigo misma. Era su cumpleaños, el aniversario de su noviazgo... ¡Y él había regresado a Madrid! Sí, habían pasado juntos Navidad, pero su enojo y su furia fueron incalculables cuando le dijo que debía regresar antes de lo pensado y no podría estar con ella por más tiempo. Se enfadó, gritó y enojó, pero aun así él decidió irse.
En las primeras semanas cuando llegó, ese gran cambio la mantuvo bastante desanimada y baja de ánimos, pero la rutina y ocupar todo su tiempo libre entre los estudios y el turismo había sido su mayor aliado. Aunque solo en una ocasión había logrado reunirse con el resto de sus amigos, el verano pasado, compartieron los mejores días de su vida todos juntos en su ciudad natal y comprobaron que, a su manera, cada uno estaba luchando por conseguir sus sueños.
En cuanto a ellos dos, podría contar con los dedos de las manos las ocasiones que habían tenido para verse en ese año que llevaban separados y era por lo mismo que se sentía tan molesta. Su relación seguía, a distancia, pero seguía. Miguel estaba concentrado en sus estudios y eso la alegraba porque había terminado su primer curso siendo el mejor de su grupo, al igual que ella que terminó por adaptarse a aquella ciudad y su ajetreado nivel de vida.
—Maca, cariño, tenemos que irnos —alzó la vista para mirar a su madre y suspiró —. Hija, por favor.
—Voy, voy —accedió finalmente con fastidio —. ¿Qué nos llevaremos?
—Tus maletas y un par de cajas, el resto después —asintió y, aun con fastidio, continuaron con la mudanza.
Su madre detuvo el coche frente al edificio y le pidió que fuera subiendo sola con un par de sus maletas mientras ella se encargaba del resto y esperaba a su padre. Ni siquiera conocía el edificio o el lugar donde estaba y su madre ya la dejaba ¡su día iba cada vez mejor! Rodeó los ojos y aceptó sin más opción. El ascensor la dejó en la planta adecuada y como pudo buscó el apartamento que ella le había dicho, asegurándose de que era el correcto por el número que estaba junto a la puerta.
—Genial, simplemente genial —volvió a quejarse, obligada a soltar las maletas cuando le fue imposible encontrar las llaves con facilidad dentro de su bolso —. Lo que me faltaba, de verdad esto es lo que me faltaba. Siempre con el mismo problema, siempre tardando una eternidad en encontrarlas porque llevas el bolso lleno de cosas. ¿Es en serio, Macarena? ¿En serio?
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Bailemos, Al Compás De Nuestro Amor
Jugendliteratur*RESUMEN* El colegio, el instituto, son etapas... Etapas que marcan la vida de muchas personas y para las que otras pasan sin mayor importancia que encontrar un futuro prometedor. Esas etapas marcaron sus historias aunque de formas diferentes. Migu...