Capítulo 5

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Salió de clase apenas unos segundos después de que el timbre sonara y el profesor saliera del aula. Ni siquiera se molestó en recoger sus cosas, sólo pensaba en correr a la cafetería para poder comer algo. Sentía cómo su estómago ya rugía pidiendo alimento y eso pensaba darle.

La elección fue difícil pues en esa cafetería todo parecía llamarle, finalmente y luego de varios minutos eligió un zumo de frutas junto con un bocadillo de jamón y queso. Pagó lo que la mujer le pidió y tomando su almuerzo caminó hasta una de las pocas mesas libres que quedaban. Apenas dio el primer mordisco y tuvo la sensación de que su estómago hacía volteretas de la delicia que le estaba proporcionando. Era cierto que desde que era un niño había vivido en Londres y apenas había regresado a España en alguna ocasión, y sólo por unos días, pero la comida, algo que le encantaba, era lo que más echaba de menos del país.

—Hola... ¿me puedo sentar?—alzó la vista al escuchar una voz femenina y entonces pudo darse cuenta que le hablaba a él. Una chica alta, bastante guapa de ojos y cabello castaño estaba de pie frente a él con un almuerzo algo más ligero que el suyo.

—Sí claro, siéntate —alcanzó a responder unos segundos después. Al sentarse frente a él, la castaña le dedicó una encantadora sonrisa —. ¿Disculpa pero puede ser que vayas en mi clase?

—Sí, por eso me atreví a acercarme. No hay más sitios libres y de todas estas personas ninguna es de nuestro curso —miró a su alrededor comprobando lo que su compañera le decía pero de nuevo la miró al escucharla seguir —. Soy Carla Rubio.

—Miguel Cohen —se presentó y con una sonrisa estrechó la mano que ella le ofrecía —. El nuevo.

—Así te dicen —rió al contagiarse de la risita que ella soltó y terminaron sonriendo —. ¿Hace mucho estás aquí?

—Unas semanas, viví en Londres desde niño.

—Pero eres español, digo tus papás son españoles —asintió viendo como ella sostenía su cabeza con una de sus manos apoyándose en la mesa mientras lo miraba con curiosidad —. ¿Y porque se fueron?

—Por trabajo, mi padre tiene una cadena hotelera. Le ofrecieron construir una allí y nos fuimos.

—Debe ser difícil cambiar tan de repente todo lo que conoces.

—Quizá pero ya me voy acostumbrando. Lo cierto es que Málaga es mucho mejor que Londres —confesó —. Llevo aquí unas pocas semanas y han sido mucho mejores que todos los años que viví en Londres.

—Entonces salud... —la vio levantar el vaso de zumo que tenía y él la imitó —por los cambios y las nuevas amistades.

—Salud por eso —chocaron sus vasos y riendo bebieron un sorbo.

Continuaron conversando por largo rato hasta que una vez más el timbre sonó anunciando su regreso a las clases y mientras que él pensaba en Carla como una nueva compañera, ella ya encontraba una nueva manera de fastidiar a su peor enemiga.

~

Era la primera vez en mucho tiempo que las clases se le hacían tan largas, le gustaba estudiar pero en esos dos primeros días sentía que lo último que necesitaba era estar en el colegio. Hubiera deseado salir de ahí y correr a su lugar preferido en el mundo donde podía esconderse por horas sin que nadie notara su ausencia. Ese pequeño lugar de su mundo, ajeno a todos donde se expresaba sin ningún temor ni represión. Pero no podía, no antes de las últimas dos clases del día.

Ahora caminaba por el pasillo en dirección al aula de arte, era algo opcional en cuanto a las clases que debía estudiar ese año pero, al igual que con el baile, el dibujo y la pintura eran una forma de expresarse. Llegó siendo de las primeras y tomó su bata asegurándose de abrocharla perfectamente para que por ningún motivo los materiales de pintura llegaran a ensuciar su ropa.

Bailemos, Al Compás De Nuestro AmorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora