Capítulo 29

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Sin esperar a nadie salió casi corriendo apenas la profesora desapareció de la clase. Caminó sin pensar porque necesitaba con urgencia estar sola, aún quedaban varias horas para terminar las clases y tenía claro que no podría tener un segundo de paz hasta entonces.

Se perdió en el jardín y cerrando los ojos consiguió calmar la ansiedad y los nervios que sentía. Necesitaba respirar hondo, respirar aire puro... Pero todo lo sucedido en los últimos días regresaba con más fuerza a su cabeza, trataba con todas sus fuerzas pero no podía callar sus recuerdos.

Aún podía escuchar los regaños de su profesor de baile en la academia, su concentración desde días atrás era completamente nula y como no lograba seguir a su pareja de competencia eso provocaba que su rendimiento bajara. Por eso la directora junto con su profesor habían mandado llamar a sus padres y eso para ella era mucho peor.

Luego de esa reunión con sus padres vino la gran pelea, sus profesores le exigían mucho más de lo que estaba dando y le repetían que eso no podría seguir así. Peleó hasta el cansancio con ellos quienes solamente tuvieron palabras de crítica hacia ella, advirtiéndole que debía dejar esa actitud o se acabaría la academia para siempre.

Sentía que su cabeza explotaba luego de tantas cosas pero eso no era lo peor, solo pensar en su relación con él sentía que ya no podía más. Toda la presión que debía aguantar quería llegar en forma de lágrimas, algo que odiaba. Odiaba estar así, odiaba sentirse así...

No podía seguir con todo eso, se odiaba a sí misma por sentir. Algo que se había jurado no hacer. Odiaba sentirse vulnerable y haber dejado que Miguel se instalara de esa forma en su cabeza, en su corazón, en su alma... Él había llegado a poner su mundo patas arriba. Ahora ni siquiera podía bailar si él no estaba a su lado para animarla, para decirle cuánto es que adoraba verla... Extrañaba regañarlo cuando se distraía o cuando simplemente se detenía en mitad de un ensayo con la única intención de besarla. Él podía destruirla si así lo deseaba, su miedo cada día era mayor... Y si sabía que había algo que no podría soportar, es que él la dejara. 

Se había alejado lo más posible de todo y de todos hasta encontrar un lugar donde estar a solas sin nadie que la molestase. Respiró hondo y trató de calmarse pero poco pudo conseguir cuando escuchó una risita inconfundible a su espalda.

—¿Necesitas alejarte para asimilar lo que te hace tu novio, queridita? —tomó aire y giró para encararla, no podía más y lo último que necesitaba era que Carla la estuviera molestando con sus estupideces como lo venía haciendo en los últimos días. Aún así no pensaba mostrarle la realidad de cómo se sentía —. ¿Te quedaste mudita?

—Ni en tus mejores sueños estúpida —la miró con furia pero su risa irónica fue la respuesta —. ¿Por qué mejor no te vas a molestar a otro? Déjame en paz.

—Ay pobre... ¿Me tienes miedo? ¿Otra vez Macarena? Y yo que pensaba que ahora, con esa nueva actitud tuya de... —se tomó unos segundos fingiendo pensar y la vio con una sonrisa maliciosa —valentía —hizo comillas con sus dedos y solo pudo rodear los ojos.

—Yo nunca te he tenido ni te tendré miedo, sabes que no puedes conmigo.

—Bueno quizá yo no, aún está en veremos, pero hay alguien que si va a poder contigo queridita.

—¿Qué? ¿De qué hablas? ¿Ya estuviste bebiendo tan temprano? —se burló con la única intención de molestarla.

—JA JA —pronunció con excesiva ironía y se acercó a ella un poco más —. Lo digo por el lindo adornito que traes aquí —golpeó su frente con el dedo índice recibiendo en respuesta su manotazo de su parte.

—¡Lárgate y déjame en paz! —trató de irse pero Carla la agarró del brazo con fuerza y la hizo retroceder —. ¡Suéltame!

—¿Qué pasa? ¿Ya no eres tan valiente? Quizá es porque sabes que es verdad, te están ganando a tu bomboncito —esas palabras salieron de los labios de Carla como dardos envenenados llegando directamente a su objetivo, su corazón. Aguantaba las lágrimas que amenazaban con salir, debía irse de ahí. Ella, precisamente ella, no podía verla derrumbarse —. Lo sabes... Claro que lo sabes, Clara te está quitando a tu noviecito.

Bailemos, Al Compás De Nuestro AmorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora