Capítulo 31

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Aún no podía creer estar de nuevo tan cerca de él. Tenerlo junto a ella mientras disfrutaba de sus labios, de esas caricias que tanta falta le hacían. Esos días habían sido tan difíciles que cuando Carla le dijo todo lo que le dijo colapsó, por un momento pensó que volvería a pasarle mientras hablaban pero no fue así. Él con su amor, sus caricias y sus besos lograron que eso no sucediera.

En ese momento se sentía en el paraíso, no sabía muy bien cómo pero permanecía recostada en su cama mientras él estaba en igual condición a su lado. No quería dejar de disfrutar de sus labios uniéndose sin descanso a los de su novio, a los del chico del que estaba enamorada. Con sus dedos delineaba sus mejillas sin poder creer aún en las palabras que habían pronunciado minutos antes.

Al romper el beso pudo ver que esa sonrisa que tanto adoraba aparecía en su rostro, esa sonrisa que a ella se le contagió.

—Me siento tan tonta por haber pensado todo lo que pensé —con suavidad acarició su mejilla y rozó con ternura su nariz con la de ella.

—Ya no pienses más en eso amor, ya no importa muñeca. Estos últimos días han sido muy difíciles para los dos.

—Lo siento mucho Miguel, te juro que...

—Sh —la calló con un beso en los labios y negó —. Sé que todo se prestaba a lo que pensaste en cierta forma, supongo que los comentarios que andan por el colegio también te afectaron.

—Yo... Yo no desconfíe... —suspiró apartando la mirada de él, en ese momento se sentía incapaz de verlo a los ojos. Había sido tan tonta —. No sé cómo pude pensar que me dejarías y mucho menos por los comentarios venenosos de...

—¿De quién? —preguntó de inmediato cuando ella calló y la hizo mirarlo —. Los comentarios malintencionados de quién Macarena.

—Es que no...

—Quién —la dureza en su tono de voz la hizo sentir un escalofrío, estaba enojado y podía notarlo —. Macarena...

—Bueno... Yo... Es que... Ayer...

—¡Carla! ¿Fue Carla verdad? ¡Ella consiguió meterte en la cabeza esas ideas tan estúpidas! —lo vio levantarse de la cama y caminar de un lado a otro apretándose la sienes como un león enjaulado mientras murmuraba cosas que no lograba entender.

—Miguel... Miguel tranquilo, por favor.

—¿Tranquilo? ¡Te dio un ataque de ansiedad por su culpa! ¿Entiendes eso? —lo veía desesperado, estaba segura que en ese momento se culpaba —. No es que no puedo, la...

—Sh hey, ven —lo interrumpió y le hizo un gesto con la mano e insistió al ver que no obedecía —ven aquí —se arrodilló en el borde de la cama cuando él se acercó y rodeó su cuello con ambos brazos —. No le digas nada, no merece la pena ¿Okey?

—Pero... —no tuvo tiempo de rebatirle, sus labios se unieron ahogando las palabras —. No lo tomes por costumbre para callarme.

—Lo pensaré —ambos soltaron una risita y se sentaron en la cama, ella lo hizo sobre sus piernas sin dejar de sentir como sus brazos la rodeaban por la cintura —. Ahora quiero saber algo.

—¿Qué cosa?

—Antes en el mensaje que me enviaste decías que teníamos que hablar de algo importante.

—Y tú creíste que te iba a dejar —la hizo sonrojar por la pena que le daba solo recordar todo lo que había sufrido por culpa de su miedo y su inseguridad, haciéndolo sufrir a él también —. Sabes que eso no pasará.

—Lo sé, ahora tengo la absoluta certeza de ello —ambos sonrieron de nuevo, regalándose un nuevo beso —. ¿Me vas a decir que era eso tan importante que querías hablar?

Bailemos, Al Compás De Nuestro AmorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora