Capítulo 20

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Escuchaba su voz de fondo por encima de la música como un susurro, le indicaba cada movimiento mientras ella permanecía sentada en el suelo al otro lado del salón, mirándolo con seriedad pero a la vez con una sonrisa en su rostro. Esa que no había borrado desde hacía mucho tiempo. Terminó y saludó con un gesto demasiado exagerado que la hizo reír dándole paso ahora a ella quien comenzaba la siguiente parte de esa coreografía que preparaban desde hacía ya dos días.

Cuando la música comenzó, y mientras la admiraba, todos los momentos hasta ese día llegaban a su mente como en una película. Aún no podía creer que ya habían pasado casi dos meses desde su cumpleaños, las cosas habían cambiado tanto desde entonces... En unos pocos días comenzarían las vacaciones de Navidad y ese año era la primera vez que no deseaba que llegaran. No lo deseaba porque eso significaría dejar de verla cada mañana por casi dos semanas hasta la vuelta a clases, significaba dejar de verla cada día en sus clases de baile particulares o durante los entrenamientos de fútbol y en las salidas que ambos tanto disfrutaban.

En esas semanas había descubierto en ella tantas cosas que a veces se sentía incapaz de enumerarlas una a una. Había descubierto en ella a otra Macarena, esa que sus amigos le habían insinuado que alguna vez dejó atrás. Disfrutaba bailar tanto como él y concentraba todas sus energías en ello; nunca pensaba en otra cosa más que en lo que estaba haciendo, al contrario que él. Se distraía con facilidad y en más de una ocasión había recibido un buen regaño de su parte por ello. Aunque esas clases estaban dando resultados, su profesor le había dicho que su mejoría había sido notable, que siguiera así y pensaba hacerlo... Lo único en lo que pensaba era en que nunca podría dejar que esas clases terminaran.

Los que al principio de curso comenzaron como compañeros ahora eran sus mejores amigos, los seis disfrutaban de salidas los fines de semana y hasta se divertían cuando decidían quedar todos juntos para estudiar y prepararse los exámenes. Macarena era la más aplicada y perfeccionista de todos pero cada día descubría algo nuevo en ella. Ahora Paulina y Gabriel eran novios, sí ¡y aún ninguno de ellos podía creerlo! Pero formaban una hermosa pareja.

—¡Atiéndeme Miguel! ¡Ya terminé! Al menos aplaude, ¿no? —salió de sus pensamientos al escuchar su voz y la miró sin poder dejar de sonreír, así era ella, en un segundo podía ser la más tierna y al siguiente decirte cualquier palabra "cariñosa" sin pena —. ¿En dónde estabas eh?

—Estaba mirándote y pensando.

—¿Pensando en qué? —le sonrió con descaro y con tan solo una mirada pudo ver cómo sus mejillas se sonrojaban, ese gesto que meses atrás nunca hubiera visto en ella —. Mejor dime qué te parece.

—Muñeca que te puedo decir, sabes que me encanta todo lo que haces. Está perfecto.

—Eso ya lo sé, quería que me dijeras algo diferente bomboncito —vio como sonreía con descaro al llamarlo así y se acercó a él, con sólo una mirada podían decirse todo.

—Me gusta que me digas así, ¿sabías?

—Bueno ya sabes que fueron Luz y Paulina quienes te pusieron ese apodo —él rió y la miró divertido, le gustaba cuando le decía así porque era algo especial entre los dos —. Y yo se los robé.

—Bueno sabes que yo soy el más guapo de los dos y me alegra que lo aceptes —rió aún más fuerte y se arrodilló frente a él.

—Ni sueñes que aceptaré eso nunca.

—Lo harás muñeca, estoy seguro que algún día lo harás —ambos quedaron en silencio y las ganas de besarla eran más fuertes que cualquier otra cosa. Verla así, frente a él y con esa hermosa sonrisa le provocaba decirle tantas cosas... —. Ven...

Bailemos, Al Compás De Nuestro AmorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora