Capítulo 25

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Sonó el despertador y aunque otro día hubiese querido lanzar el móvil al otro lado de la habitación esa mañana le había ganado. Apenas había podido dormir pensando en todo lo que debía hacer y sus nervios estaban de punta pues no tenía ni idea de cuál sería su reacción después de todo.

Desayunó rápido y mandó un mensaje mientras preparaba a Luna que al parecer también sentía sus nervios pues esa mañana estaba más inquieta que nunca. Repasó uno a uno todos los ingredientes que, gracias a Teresa, había conseguido para prepararle su desayuno favorito. Ese que su nana le preparaba cada mañana desde que era una niña el día de su cumpleaños y que aquel año él sería el encargado de cumplir con ese pequeño detalle para ella. El primer regalo de ese día tan especial.

Cuando detuvo el coche frente a la casa escribió un nuevo mensaje a Candela, ella le ayudaría a entrar a la casa y a preparar ese desayuno. Sabía que ella sentía un cariño muy especial por Macarena pues la noche anterior al pedirle que lo ayudase no dudó en aceptar.

Atravesó el jardín luego de asegurarse de dejar el coche bien cerrado y llegó justo cuando Candela abría la puerta principal de la casa.

—Buenos días Candela —la saludó con una sonrisa que ella le devolvió.

—Buenos días joven.

—¿Tienes todo listo?

—Claro, todo está preparado en la cocina. Sólo falta comenzar a hacerlo.

—¿Maca sigue dormida no?

—Sí no se preocupe por ella, es temprano y en vacaciones no despierta al menos hasta las diez.

—Perfecto, entonces vamos adentro —se frotó las manos recibiendo una sonrisa divertida de Candela que lo invitó a entrar. Cuando llegaron a la cocina ya todo estaba preparado y con su ayuda, comenzó con su tarea.

Cuando tuvo todo listo, Candela lo ayudó a poner todo en una bandeja y lo acompañó hasta la habitación donde ella aún dormía. Lo dejó solo cuando ya estaba adentro y caminó hasta la cama con cuidado de no despertarla. Dejó la bandeja sobre un banco a los pies de la cama y se acercó hasta ella, dormida tan profundamente que ni siquiera notó su presencia.

Se arrodilló a su lado y apartando un mechón de cabello de su cara acarició su mejilla con delicadeza, otra vez podía observarla dormir. Aunque la primera vez que lo hizo sentía que le dolía el pecho pues la había agotado tanto llorar y sus ojos estaban hinchados, aunque de igual forma la veía hermosa. En ese momento también lo era, era la mujer más hermosa que él había conocido y la mujer a la que quería, con la que quería estar.

Besó su frente y se quedó así por algunos segundos aspirando su aroma, quería que quedase grabado en él para siempre. Con delicadeza besó su mejilla y entonces la sintió removerse un poco, cuando besó su nariz la escuchó suspirar.

—Despierta muñeca, ya es de día... —con delicadeza besó sus labios y pudo ver una enorme sonrisa dibujarse en ellos aunque aún seguía dormida.

~

No quería abrir los ojos, trataba de no hacerlo para no abandonar ese maravilloso sueño que estaba teniendo. Un sueño que parecía tan real... Podía sentir como si fueran reales sus labios besando su frente, su mejilla, su nariz y llegar hasta su boca, susurrándole que despertara de una vez...

Sonrió sintiendo como de nuevo la besaba y la llamaba, lo sentía tan cerca... Se esforzó en no abrir los ojos para no abandonar ese momento pero entonces lo supo, era verdad que él estaba ahí.

—Muñeca despierta, buenos días —sintió como su corazón se aceleraba de una manera incontrolable al verlo a su lado, mirándola con esa sonrisa tan descarada y hermosa, esa que tanto le gustaba —. Duermes muy profundo muñeca, pensé que te hacías la dormida.

Bailemos, Al Compás De Nuestro AmorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora