Leía y releía ese mensaje sin dejar de caminar de un lado a otro de la habitación, podía sentir la mirada de Paulina siguiéndola sin moverse de donde se encontraba sentada.
Ni siquiera escuchaba cuando le decía que se quedase quieta, que de nuevo sufriría otro ataque de ansiedad como el que sufrió el día anterior. Paulina si sabía la verdad sobre lo sucedido, a Miguel... A él no podía contárselo, ese secreto jamás podría saberlo.
—Macarena ya siéntate por Dios, me estás poniendo nerviosa —la miró fulminante y rodeó los ojos ¡Cómo era posible que le pidiera calmarse! —. No saques conclusiones de un simple mensaje.
—Tengo que hablar contigo, es importante. ¿Puedo verte en treinta minutos? —le leyó el mensaje de nuevo, ya había perdido la cuenta de cuántas veces lo había leído —. Y le contesté que sí, ¿Entiendes Paulina? ¡Le dije que sí!
Sus nervios llegaron al tope y finalmente se sentó en el suelo dejando que sus miedos salieran en forma de lágrimas, una vez más. Se odiaba por ello, temía esa conversación porque sabía que era algo importante y serio... Sabía lo que él quería decirle, Paulina no la entendía. A ella le había contado todo, sus miedos, lo sucedido con la academia, con Carla, con sus papás... Se había desahogado con ella y aunque le había repetido hasta el cansancio que Miguel la adoraba ella estaba segura que esa conversación era para lo que más temía.
Dio un respingo cuando el timbre de su casa sonó y Paulina se levantó mirándola, se acercó a ella que respiraba hondo y solamente la abrazó.
—Ya te he dicho que no saques conclusiones, deja que te diga lo te tenga que decir y ya —asintió sin convencerse a sí misma de las palabras de su mejor amiga. Bajaron juntas y al llegar a la puerta Miguel la esperaba junto a Candela.
—Señorita, su novio vino a buscarla.
—Gracias Candela —trató de sonreírle y ella solo caminó hasta la cocina para seguir con su trabajo.
—Bueno yo me despido tortolitos, me la cuidas —palmeó a Miguel en el hombro como advertencia y pudo notar que asentía muy despacio temiendo la amenaza que su mejor amiga acababa de lanzarle.
Paulina salió dejándolos a solas y en ese momento ya no supo qué hacer, quería lanzarse a sus brazos y besarlo como cada vez que se veían pero no podía, no quería... No quería que sus sentimientos hacia él la traicionaran.
—¿No piensas saludarme, muñeca? ¿Ya no me quieres? —y en ese momento sus sentimientos, esos que no quería que saliesen, salieron con más intensidad que nunca —. ¿Qué pasa?
—Que te quiero... —trató de que su voz no sonara como se sentía: rota y destrozada.
Se lanzó a sus brazos con desesperación y sin dejarlo decir nada lo tomó del cuello para unir sus labios que necesitaban con urgencia probar los de ese hombre que la tenía enloquecida, aunque la destrozara después solo quería probar sus besos una vez más.
Lo buscaba desesperada y aunque al principio sintió su sorpresa no tardó en responderle con la misma intensidad. Sus bocas se entrelazaban ansiosas, desesperadas, deseosas de probarse de nuevo hasta que el aire ya faltaba en sus pulmones. Los latidos de su corazón ya eran imposibles de controlar cuando él rompió el beso. Pero no pudo abrir los ojos, no quería separarse, y sentía su aliento sobre sus labios cuando sus frentes quedaron pegadas.
—Sí que me extrañaste, muñeca —ni siquiera pudo responder, se forzó a seguir con los ojos cerrados sin dejarlo escapar porque no quería separarse de su agarre, en medio de ese beso sus cuerpos quedaron pegados gracias a él que la aferró con ansiedad.
—No... No sabes... —pero su voz se rompió y las lágrimas salieron, no pudo terminar y aunque no quería se soltó de su agarre y corrió escaleras arriba sintiendo cómo él la perseguía.
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Bailemos, Al Compás De Nuestro Amor
Teen Fiction*RESUMEN* El colegio, el instituto, son etapas... Etapas que marcan la vida de muchas personas y para las que otras pasan sin mayor importancia que encontrar un futuro prometedor. Esas etapas marcaron sus historias aunque de formas diferentes. Migu...