Capítulo 55

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Fue cuando escuchó unos golpes en la puerta que supo que un día más había llegado la hora. Respiró hondo frente al espejo y arregló su cabello, recogido en una gran cola de caballo, antes de dar permiso de pasar a quien tocaba.

—Hola, mi amor. ¿Ya estás lista? —caminó hasta ella y acarició su cabello para después depositar un beso en su sien —. Álex acaba de llegar.

—Sí, ya estoy lista, iba a llamarte —estaba nerviosa, aunque no era el primer día.

—¿Qué sucede, mi vida? —la miró y pasando un brazo por sus hombros se sentó junto a ella —. ¿Estás nerviosa?

—Un poco, mamá. Sé que ya llevo una semana con mis terapias, pero me da miedo que cuando sea la hora de probar si funcionaron me dé cuenta de que no sirvieron —suspiró, había aceptado porque se había dado cuenta que era lo mejor, pero su miedo no había desaparecido por completo.

—Es normal, mi vida. Es entendible que tengas miedo —acarició su cabello y estrechándola entre sus brazos le sonrió —. Pero eres fuerte y si sigues al pie de la letra todo lo que Álex te indique sé que lo conseguirás.

—¿De verdad lo crees?

—Por supuesto, yo lo creo y también tu padre, y Miguel... —nombrarlo provocó una leve sonrisa en sus labios. Él estaba siendo su gran apoyo en cada sesión porque la había acompañado cada día sin dejarla ni un minuto —. Todos creemos en ti, cariño, y tú debes hacerlo también. Sabes, y sabemos, que lo vas a conseguir.


Llegó hasta el salón con ayuda de su madre quien saludó amablemente a Álex y se disculpó alegando que debía trabajar en algunos casos importantes. 

—¿Cómo te sientes, Maca? ¿Mejor hoy? —se acercó a ella para saludarla con un beso en la mejilla y asintió con una sonrisa a su pregunta. Debía reconocer que el primer día había sido bastante grosera, pero con el paso de los días estaba logrando conocerlo un poco más y debía reconocer que poco a poco podía ir considerándolo un amigo —. Me alegra que te sientas mejor. ¿Seguiste las indicaciones que te di?

—¿Cuáles? —quiso hacerle parecer que no lo recordaba, aunque en realidad no había seguido su indicación por miedo. 

—¿Qué ha pasado? ¿Por qué no lo has hecho? —se quedó callada y sin saber qué decirle porque Álex había pillado su mentira al instante —. Vamos, cuéntamelo. Soy tu terapeuta y recuerda que debemos ser sinceros y confiar el uno en el otro.

—Tienes razón, lo siento —suspiró sin saber que más decir, se sentó en el sillón y Álex lo hizo a su lado —. No pude hacerlo porque me tiembla todo el cuerpo. Siento que no podré sostenerme y que al caerme me lastimaré de nuevo.

—Entiendo perfecto que tengas miedo, pero también debes recordar que así no podremos avanzar.

—Lo sé.

—¿Te sentirías más segura si lo intentamos juntos? —lo miró, Álex había conseguido en pocos días ganarse su confianza. Él la estaba ayudando y cada día le repetía lo mismo: debían confiar el uno en el otro para poder avanzar con su recuperación —. No te obligaré si no te sientes preparada.

—No, está bien. Quiero intentarlo —sonrió y él lo hizo de igual forma.

—Perfecto. Entonces dime, ¿prefieres que sigamos con las terapias en tu habitación o te gustaría que hoy salgamos al jardín? —lo pensó por algunos segundos, mirando hacia el ventanal. Lo cierto es que hacía un día espléndido y le apetecía mucho salir.

—Me encantaría salir al jardín.

—Me parece muy bien, vamos entonces —con su ayuda se levantó de nuevo y juntos salieron hacia el jardín.

Bailemos, Al Compás De Nuestro AmorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora