Capítulo 56

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Tomó el teléfono saliendo del gimnasio, tratando de encontrar la forma de tener todo listo para ese mismo día. Le había sido complicado hacerlo en tan poco tiempo, pero con esa llamada al fin estaba listo. Lo que acababa de conseguir era lo más importante y ya lo tenía.

Tratando de ocultar su emoción recorrió con rapidez los pasillos del colegio en busca de su novia. Debido a su lesión ella no podía participar en las clases de gimnasia, así que se había quedado junto con Paulina por algún lugar del instituto.

No fue mucho lo que tuvo que buscar para finalmente poder encontrarlas porque las dos amaban pasar las horas libres por el jardín junto a la cafetería. Por un instante, se detuvo a observarlas y la sonrisa que le provocó aquella imagen no podía ser más grande. En ese momento, su novia estaba caminando con mucho cuidado con la ayuda de su mejor amiga y después de todo lo que habían pasado no podía tener una mejor recompensa que verla así: feliz y emocionada. Ilusionada al ver que estaba consiguiendo lo que tanto se había negado.

Debía reconocer que Álex no le caía muy bien debido a la confianza con la que trataba a su novia, pero sí tenía muy claro que era gracias a él que Macarena poco a poco iba recuperando la movilidad y la fuerza de su pierna. Aún no podía caminar sola, ni siquiera debía hacerlo por más de unos minutos porque podría retrasar su recuperación, pero era algo que ella tenía muy claro y todos los que la amaban la estaban ayudando para que su emoción por recuperarse no la hiciera precipitarse.

Con apenas unos pasos llegó hasta donde se encontraban, ahora sentadas y hablando animadamente, su novia y Paulina. Fue un gesto de su amiga lo que hizo que Macarena se diese cuenta de su presencia. Al verlo sonrió y en pocos pasos se encontraba frente a ella, hincó una rodilla en el suelo y la miró con una sonrisa.

—No sabes lo mucho que me gusta verte caminando y tan feliz —sintió cómo sus pequeñas manos tomaban su cara y acercándose a él depositó un tierno beso sobre sus labios.

—¿Cómo te ha ido? ¿Todo bien? —asintió y ahora fue él quien tomó su cara para unir sus labios, esta vez por varios segundos más hasta escuchar como Paulina los vitoreaba y aplaudía.

—Ay, el amor, el amor... —la escucharon suspirar provocando que ambos soltaran una risita —. Me encanta que el amor se respire en el ambiente —su amiga inspiró cerrando los ojos y ambos rieron.

—¿Por qué eres así, Paulina? Por qué tienes que decir esas cursilerías —negó resignado al verla rodar los ojos y rió.

—No digas que yo soy cursi porque si compitieses conmigo ganabas tú seguro. Das diabetes cuando estás con Miguel.

—Yo siempre gano —no pudo evitar reír de nuevo porque era imposible para nadie dejarla callada. Con una sonrisa de triunfo la vio mirar a su mejor amiga que fue quien rodeó los ojos negando.

—¿Sabéis qué? Mejor me voy porque no quiero que me echen de la clase por llegar tarde.

—Bye, Pau —sacudió su mano con una sonrisa mientras Paulina caminaba hacia el interior del instituto.

—¿Porque le dijiste eso, Macarena?

—Porque es así, Paulina es muy cursi —sonrió al mirarla, no podía creer que dijera eso de su mejor amiga cuando ella lograba serlo mucho más que la propia Paulina sin darse cuenta —. ¿Qué?

—Que quería decirte algo.

—¿Qué? No me digas que te vas a poner cursi tú ahora —se encogió de hombros y tomó su cara para que lo mirase a los ojos al sentarse a su lado.

—Solo quería decirte felicidades —besó sus labios con ternura, pero pudo notar cierta confusión en su novia —. ¿Pasa algo?

—¿Felicidades por qué? No entiendo —la miró con una sonrisa de satisfacción, la conocía mejor que nadie y tal como esperaba no tenía ni idea de a qué se refería.

Bailemos, Al Compás De Nuestro AmorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora