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Hee era de corazón blando y noble, cualquier cosa que hiriera a los humanos que tanto amaba la hacía llorar porque en aquella figura humana no podía expresar su dolor de otra forma sino de esa.

— Hee... —dijo Jimin caminando hacia ella a paso lento y dudoso mientras veía como aquellos preciosos ojos de la chica se llenaban de lágrimas silenciosas.

Ella permanecía inerte, rememorando, abriendo un pedacito de la historia de Park Jimin, viendo como la figura del delicado rubio se cernía sobre ella y sus brazos cubiertos por aquella fina capa de algodón manga larga suave como las nubes la rodeaban en un cálido abrazo de consuelo.

Jimin la estaba abrazando.

— No llores —dijo preocupado. Jimin era un poco más alto que Hee así que el rostro de la chica quedó casi cerca de su cuello como si este fuera un escondite donde dejar sus lágrimas caer. A Jimin no le importó que su clavícula izquierda fuera bañada por algunas de las gotitas y solamente se dedicó a mantenerla cálida entre sus brazos —Está bien si no quieres hablar de mí, no quiero ponerte triste.

El rubio no entendía porque la chica linda de cabellos dorados lloraba cuando menos lo esperaba, cuando él estaba ansioso por saber la historia de su vida pero si tenía que tragarse las preguntas para que Hee no llorara, entonces lo haría.

— Tú has llegado un día lluvioso... —dijo ella suavemente correspondiendo al abrazo de Jimin. Subió sus brazos hasta sostenerse de la espalda del chico que ahora se sonrojaba en secreto. Y no sintió tristeza, no sintió el vacío que normalmente Jimin le transmitía pero no pudo concentrarse en eso por el momento, tenía la mente en otra parte.

Jimin seguía sonrojado pues acababa de darse cuenta de lo que había hecho.

Hee ya no se sentía tan lejana y fría, ahora era un chica que lloraba y que cuyo llanto podía ser tenuemente calmado por las dulces palabras del rubio angelical.

— Tocaste la puerta de nuestro hanok. Tenías la mirada perdida... tenías los ojos casi cerrados, lucías cansado y sólo dijiste una palabra.

Jimin la abrazó un poco más y cerró los ojos.

— Ayúdame.

¿Cómo había vuelto realmente Jimin a la vida?

Hee lo había retornado a ella por supuesto, luego de que hiciera una apuesta con Yoongi, sin embargo, no había sido así exactamente como había llegado al hanok. Jimin había llegado a aquel lugar en los brazos de Hee, inconsciente, frío, ajeno a todo. Esa era la verdadera forma en la que había llegado y sin una pizca de recuerdos de su vida anterior. Esta era una completamente nueva.

Una nueva donde nadie lo recordaría.

— Así que he venido... —dijo él suavemente deslizándose de los brazos de Hee —He venido sin recuerdos.

Hee asintió lentamente viendo como el rostro de Jimin tenía trazos de tristeza.

No era muy alentador no saber quién era él o qué le había sucedido antes de llegar a las puertas de la casa de Hee y la abuela pero por lo menos era un comienzo.

Hee estaba cabizbaja pues le había mentido al rubio.

De hecho esa escena que Hee acababa de describirle Jimin sí la había vivido en su vida anterior, sólo que no con ella y tampoco había sido en el hanok... pero ese rubio de mejillas abultadas y labios rosados sí había pedido que lo salvaran.

Sólo que nadie lo escuchó a tiempo.

— Gracias, noona —dijo bajito mientras giraba sobre sus talones dispuesto a volver a su habitación.

Jimin realmente se sentía desanimado porque hasta ahora no sabía nada sobre sí mismo y la verdad tenía muchas ganas de ir armando las piezas del rompecabezas en su mente. Lo que él no sabía es que eso nunca iba a ocurrir porque jamás iba a recordar nada de su vida pasada e iba a tener que aprender a vivir con esa laguna de un "pasado" que no existía.

Ahora era un libro en blanco y debía aprender a escribir sus propias líneas, unas más felices según Hee si ella lo ayudaba.

— Iré a dormir —dijo caminando hacia la mesa para recoger el objeto que había dejado allí cuando estaba merodeando temprano por la casa.

Hee se secó las últimas lágrimas de sus mejillas y se abrazó así misma mirando con detenimiento cada movimiento del rubio hasta que notó que era lo que este cargaba en sus delicadas manos.

— Jimin —llamó como pudo aclarándose la voz —¿Qué es eso?

Jimin se giró sobre sí y miró la cajita que antes había conseguido debajo de la cama de Taehyung.

— ¿Oh, esto? Una cajita —dijo con una leve sonrisa —Lo siento, tiene una flor muy bonita y rara y yo... yo quiero pintarla.

Hee frunció el ceño y se acercó hasta él mirando con detenimiento la caja, la flor que estaba sobre ella era la misma que Jimin había dibujado antes y que ella no reconocía.

— ¿Dónde la has conseguido? —Jimin se la ofreció y Hee la escrutó con la mirada hasta quedarse petrificada cuando vio la cerradura de la misma. Tenía forma de luna.

— Debajo... debajo... —Jimin miraba el rostro de Hee y no lograba descifrar qué clase de expresión era la que se cernía en sus ojos —De la cama de ese chico, Taehyung.

Hee se llevó una mano a la boca cubriéndola, ahogando el grito que se desprendió de sus cuerdas vocales.

— ¿Me la permites un segundo...? —pidió ella amablemente intentando disimular el dolor tan profundo que estaba haciendo desastres en su pecho.

— Claro, yo sólo quería dibujar la flor —dijo encogiéndose de hombros —Iré a dormir. Nos vemos mañana.

— Claro, Jimin... —respondió suavemente aún con la mirada clavada en la cajita y los cientos de pensamientos que ahora se cruzaban por su cabeza. Caminó de prisa hasta su habitación y colocó la caja encima de la cama mirándola como si fuera algo peligroso y exótico.

Esa caja era de Taehyung. Estaba segura de eso.

Y esa caja era el secreto más grande del fallecido castaño.

— Cuando descubras mi secreto, usa esta llave...

— ¿Secreto? ¿Estás saliendo con alguien, Tae? —preguntó Hee haciéndose la ofendida.

Sí, contigo —dijo con su gruesa voz dándole un beso en la mejilla izquierda —No, en serio Hee... Yo quiero que sepas cuales son los secretos más profundos de mi corazón y por eso... Te entrego esta llave.

— ¿Y dónde están tus secretos?

Taehyung le dio un beso en la frente y le sonrió con una tristeza que Hee no supo identificar en el momento.

— Algún día los encontrarás.

— Taehyung... — A partir de ese momento, aquella llave siempre guindaba sobre el cuello de Hee, incluso ahora en medio de la oscuridad de su habitación admirando la caja que albergaba todos los secretos que el castaño no pudo decirle. 

eden → park jiminDonde viven las historias. Descúbrelo ahora