21

3.6K 544 51
                                    


Nota #9

Dios, ¿existes?

Ayúdame.


Por su parte, Hee intentaba creer que el hueco que se estaba empezado a formar dentro de ella no era lo suficientemente grande como para matarla de tristeza, después de todo, humanos vienen, humanos van.

Taehyung sólo estaba de paso.

Estuvo.

— Te acabo de decir que no, Seokjin —le dijo la de cabellos dorados a su amigo mientras iban en el auto casi llegando al hospital.

— Vamos, hagamos una fiesta de Halloween en el instituto, ¿por qué arruinas mi diversión?

— No quiero tener a los malos espíritus cerca de los niños, ¿entiendes? —dijo ella mirando por la ventana.

Jin se rió.

— Hee, ¿no me digas que crees en fantasmas y esas cosas? ¡Sólo es una fiesta, los espíritus no existen!

— Lo dice el que se asustó con su propio reflejo en el baño de sus padres una noche.

— ¡No tenía mis lentes! Cielos...

Hee soltó una pequeña sonrisa.

— Hay más cosas malas por ahí de las que creerías, Seokjin. Así que no, no habrá tal fiesta en el instituto.

Seokjin detuvo el auto para estacionarse en el hospital, aquel enorme edificio que Hee por razones obvias detestaba.

— Hoy sólo es una prueba, ¿no? —dijo Seokjin mirando por el parabrisas hacia la estructura que se alzaba ante ellos.

— Sí, sólo una prueba. Pero le prometí que estaría con él para que no sintiera miedo. Jungkook le teme a los hospitales —dijo ella abriendo su puerta —¿Esperarás aquí?

Sabes que no soporto verlo así —Seokjin no podía siquiera mirar a Jungkook enfermo porque se sentía mal, adoraba ese chiquillo como si fuera su hermano menor.

Hee tocó su hombro y le sonrió intentando decirle que todo estaría bien.

El hospital siempre representaba un reto para cualquiera que tuviese a un ser querido en él y para Hee un dolor inevitable. Buscó la habitación del chico con recelo y finalmente dio con ella. Jungkook estaba sentado en la silla de ruedas con las manos entrelazadas sobre su regazo mientras susurraba algo en voz baja y mordía sus labios. Hoy le harían una prueba para constatar que el último tratamiento que había recibido hubiese funcionado.

— ¿Sabes que si te muerdes los labios, las bacterias de su boca entrarán por allí y se te pondrán de color verde como un marciano? —la voz de Hee lo sacó de sus pensamientos y nada más al verla cruzar la puerta de la habitación sintió como su corazón se llenó de felicidad.

Ese era el efecto de la vida.

— ¡Noona! —El largo cabello de Hee se balanceó un poco cuando se acercó hasta Jungkook y este le enredó los brazos por el cuello para abrazarla con fuerzas.

Había dejado de morderse los labios y ya no pensaba en las mil posibilidades de que la prueba saliera mal.

— ¿Qué es eso de convertirme en marciano?

— La pura verdad si te sigues lastimado así —respondió ella pellizcándole una mejilla suavemente —¿Está tu mamá por ahí?

Sí, está hablando con los médicos como siempre —dijo él con cierto tono de vergüenza —¿Seokjin también vino? —dijo con los ojos iluminados.

— Oh sí, está teniendo problemas para estacionar el auto —mintió —¿Estás listo para vencer esa prueba como si fuera un jefe de tus videojuegos? —Hee deslizó su mano sobre la de Jungkook y la apretó suavemente.

Sabes que esto no es nada comparado con esos jefes, pan comido —admitió egocéntrico pero Hee sabía que estaba aterrado pues su mano temblaba entre sus dedos.

Hee lo observó por unos minutos en silencio. Jungkook era tan puro, inocente y se merecía todos los años de vida cuando sonreía de una forma que derretía a cualquier glaciar. Esos ojos negritos y la nariz puntiaguda, sus risas particularmente honestas y sus dibujos tan bien elaborados. Jungkook era un joven que como cualquier otro sólo debería preocuparse por estudiar, tener novia y hacer amigos pero él... él tenía que retar a la muerte una y otra vez a su corta edad.

— Jungkook —Hee se acercó a él y esta vez fue ella quien lo abrazó —Te quiero mucho, podría hacer cualquier cosa por ti, ¿lo sabes?

El chico se sonrojó hasta la médula y bajó la mirada cuando sintió el cabello de Hee rozarle la mejilla.

— Yo también te quiero y ya soy feliz, sé que haces muchas cosas por mí.

Hee le sonrió con dulzura.

Y por eso, me gustaría que compres una de té con leche en la máquina expendedora del pasillo —Jungkook unió sus manos en una plegaria —Por favor, mi mamá no quiere porque dice que tiene mucha azúcar, ¿sí?, ¿sí?

Hee rodó los ojos y le jaló suavemente un mechón del flequillo.

Está bien, iré por él —dijo rendida ante la mirada de cachorro del chico —Pero sólo después de la prueba podrás tomarlo, ¿sí?

Jungkook celebró sonriendo ampliamente.

Hee salió de la habitación y buscó con la mirada la máquina expendedora que Jungkook le había dicho y, efectivamente estaba al final del pasillo. Sacó un billete del bolsillo del largo y ancho pantalón negro que estaba usando y caminó hasta el artefacto.

Las luces del pasillo empezaron a titilar levemente, el suelo se movía como si Hee caminara sobre una gran masa amorfa y las paredes parecían derretirse. Se mareó tanto que sintió como empezaba a tambalearse al tiempo que las luces se apagaban lentamente; su pecho ardía y la garganta se le secó súbitamente.

La muerte estaba cerca, y cada que la muerte estaba haciendo su trabajo de llevarse a alguien y Hee estaba en su forma humana, su cuerpo, el recipiente que usaba para vaciar su energía sufría un grave colapso.

Por eso a Hee tampoco le gustaban los hospitales.

Escuchó un grito desgarrador en una de las habitaciones cercanas y el personal médico corrió hacia ella. Seguramente era el humano que la muerte se acababa de llevar.

Las luces volvieron a la normalidad, el suelo no se movía y su cuerpo aunque se sentía pesado ya no tenía aquellos síntomas. Hee caminó rápidamente hasta la máquina y metió el billete de prisa, quería volver a donde estaba Jungkook lo antes posible.

Tomó la lata y caminó de vuelta no sin antes detenerse abruptamente en la puerta de la habitación contigua a la del incidente de hace un momento. Sintió la fría lata resbalar de sus dedos y esta vez el mareo que sintió no fue porque la muerte estuviese cerca.

Fue porque lo vio echado en aquella cama respirando con dificultad.

Sus labios temblaron cuando lo nombró.

Taehyung.

eden → park jiminDonde viven las historias. Descúbrelo ahora