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Hee era la que siempre temía por los humanos porque sabía lo frágiles que podían llegar a ser y en su afán por amarlos como a nadie siempre procuraba lo mejor para ellos. Sí, era siempre la vida la que temía por la muerte de esos seres que se habían ganado su corazón.

Pero nunca nadie había temido por Hee y por eso las palabras de Jimin hicieron merma en su corazón.

— Tenía miedo de que murieras —Hee dejó que Jimin llorara el rato que el rubio quiso llorar, dejó que expresara el miedo y la pena. Lo dejó llorar abrazado a ella mientras lo acunaba como si fuera un niño pero la verdad es que no lo era. La abuela se lo había dicho unos días atrás.

Lo dejó llorar hasta que los ojos de Jimin se hicieron tan pequeños que costaba encontrarlos y su nariz estaba toda roja.

El rubio se separó lentamente de ella y la miró con el ceño fruncido y una mueca de tristeza en el rostro como si esperara que Hee le contestara algo, lo que fuera para aliviar su miedo.

¿Estaba siendo irracional? Por supuesto que no.

Jimin estaba completamente solo si pensaba las cosas con cabeza fría. No sabía quién era, no tenía a nadie salvo a la abuela y a Hee y ellas se habían convertido en su refugio, lo único que aliviaba su pesar cada vez que meditaba sobre lo perdido que estaba.

Y si se llevaran a Hee se sentiría aún más perdido porque cada vez que la miraba aunque sentía que ella lo evitaba, de alguna forma encontraba respuestas invisibles en el rostro de la distante chica.

— No voy a morir Jimin —le dijo ella finalmente y aunque Jimin no cambió aquella expresión sintió que las palabras de Hee desataron el fuerte nudo que le aprisionaba el pecho. Pudo respirar nuevamente con tranquilidad.

— ¿Estás segura? ¿Entonces por qué has hecho eso? —dijo señalando débilmente hacia el baño—La bañera, el agua, tú... —Jimin tenía la voz un poco rota como si cada palabra evocara un recuerdo de la noche anterior.

Qué horrible escena es la cercanía a la muerte. La proximidad a la nada.

— Jimin —lo llamó ella con suavidad. Ambos estaban sentados sobre la cama frente al otro con la caja de Taehyung en el medio abierta.

Hee había estado repasando las cartas esta mañana cuando se despertó y se prometió así misma que luego de esa última ojeada no volvería a abrir nunca más la caja hasta que tuviera a Taehyung de nuevo a su lado. Hasta que lo volviera a ver y juntos enterrarían esa caja.

Sólo usaría la pulsera y esperaría con paciencia el día en que pudiera colocarle la otra a Taehyung en la muñeca y sonar la campana.


"Y cuando te sientas perdida por favor, haz sonar la campana y yo iré por ti atravesando la oscuridad."


Así decía la nota que estaba junto a las pulseras y que Hee en su dolencia no había leído hasta esta mañana.

— No tengas miedo porque no voy a morir, no voy a dejarlos a ti y a la abuela. Lo que pasó anoche fue un accidente —mintió —No voy a dejarlos nunca —tomó su mano y la llevó al pecho del propio Jimin —¿Sientes tu corazón? Está ansioso y aterrado pero no hay por qué, yo estoy aquí y mañana también lo estaré.

Jimin miró su propia mano capturada por la de Hee, sintió como los latidos de su corazón empezaron a hacerse más rítmicos y lentos dentro de su pecho.

eden → park jiminDonde viven las historias. Descúbrelo ahora