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9 años atrás.

Empezaba a anochecer más rápido durante el mes de noviembre, Hee regresaba todos días del instituto casi cuando ya la oscuridad se había instalado en el cielo. Estaba cansada, agotada y en su rostro se podían notar visibles ojeras producto del arduo trabajo que estaba haciendo para formalizar la construcción del instituto.

Luego de que Jungkook casi muriera hacía dos años ella había detenido su mundo por completo a cambio de velar por el pequeño castaño. Eso incluía el instituto y no había sido hasta unos 6 meses atrás que había retomado el proyecto. Sólo que todo era muy difícil para ella sola.

Pero el instituto no era lo único difícil y lo que atormentaba su corazón cada noche antes de dormir, había otras cosas que le generaban pesadillas haciendo que se despertara sudorosa queriendo correr inmediatamente fuera del hanok y ocupar la mente mientras planificaba la decoración, el diseño de los uniformes y demás cosas del instituto.

Namjoon.

El ángel que tenía prisionero y por el cual sufría, por el que su pecho dolía debido a que aunque ella hubiese sido la responsable de aquellos grilletes alrededor de las muñecas del moreno, como consecuencia inmediata de su acto al haber lastimado a un ángel, una cadena dorada se había ajustado alrededor de su corazón humano.

Una cadena que apretaba cada vez más y más. Apretaba cada vez que Namjoon sufría y se hundía en lamentos por ser prisionero y no poder ser arcángel. Cada vez que eso pasaba, los grilletes de Namjoon brillaban y así mismo el pecho de Hee. Y así, su corazón sangrante y latiente era asfixiado como castigo divino.

Esas eran las consecuencias de sus actos. Pudiera haber sido peor sino fuera porque Namjoon en su nobleza y en su infinito amor hacia la vida decidió no contarle nada a Dios sobre lo que había hecho Hee por Jungkook al no dejarlo morir. Calló porque sabía que Dios no tendría piedad con Hee.

Así se mantenía hasta el día de hoy aunque por supuesto, no se dirigía a Hee como antes y trataba en lo posible de no dirigirse a ella ya que a pesar de que no podía odiarla tampoco era una opción borrar la herida tan dolorosa que tenía.

Hee había bloqueado su camino como ángel por amor a un humano y aunque incluso aquello era honorable, era imperdonable lastimar a otros por ello.

En este caso el perjudicado había sido Namjoon.

Hee se dirigía a casa mientras pensaba mil y un cosas a la vez, más que todo estaban relacionadas con Jungkook y su estado de salud actual, por eso quiso por un instante dejar de pensar y sumirse en la nada.

Sacudió la cabeza y clavó la mirada en el manto negro que se imponía sobre su cabeza, el aire era gélido y por eso se abrazó así misma mientras apuraba el paso para llegar a casa y darse un baño en la tina. Quería sentir el calor del agua cubrir su piel y desconectarse de todo pero sabía que aquello era imposible.

Nunca podía dejar de pensar en su pequeño Jeon Jungkook.

Desde aquella vez en la que la muerte casi se lo llevaba en brazos, Jungkook había mejorado un poco su estado de salud producto de la intervención de Hee en esa oportunidad. Ella había intentado prolongar la vida del castaño y lo logró aunque no como quería porque Namjoon la separó rápidamente del chico.

Ahora Jungkook usaba silla de ruedas de forma fija y aunque seguía en tratamiento, las células malignas de su cuerpo habían logrado ser contenidas y disminuir en número. Los médicos atribuyeron el logro a la medicina pero lo cierto es que, Hee era la responsable.

El castaño todavía visitaba el hanok aunque no con la misma regularidad de antes pero eso era suficiente para mantener calmo el corazón de Hee.

eden → park jiminDonde viven las historias. Descúbrelo ahora