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Seokjin sabía lo importante que era Jimin para Hee, lo supo ese día cuando con ojos llorosos y suplicantes le decía que iba a cuidar al rubio a cómo diera lugar.

¿Y cómo oponerse a eso? No podría darle la espalda nunca a la chica. Nunca.

— ¡Jimin sal ya que llevas quince minutos con ese par de pantalones! —como había prometido, Seokjin se había llevado al chico a comprar algo de ropa pues no podía andar siempre con las mismas dos piezas que lo hacían ver como un maestro de yoga.

Jimin salió de detrás de la cortina del probador luciendo bastante atractivo para las pocas personas que estaban cerca de allí comprando también. Seokjin sonrió al ver que el tercer par de pantalones que le había elegido al rubio también le quedaban bien.

Todo le quedaba bien.

Incluso esa franela roja con pequeños perros blancos que Jimin había visto en otra tienda y que suplicaba con la mirada que quería llevársela a casa. Seokjin lo complació aunque sabía que a Hee no le iba a gustar mucho la idea de que le estuviese comprando tantas cosas.

Llevaban cinco franelas, tres pantalones, una gorra, tres suéteres y tres pares de zapatos (uno de esos eran unas botas beige). Faltaban más cosas y Seokjin estaba complacido de seguir visitando tiendas y comprar cosas para el chico.

— Jimin esos también te quedan bien, ¿te gustan?

El rubio por su parte estaba sumamente apenado porque no tenía ni medio won para pagar y por eso al principio se opuso rotundamente a que Seokjin le comprara tantas cosas pero no pudo ganarle al mayor y simplemente se estaba dejando llevar.

Igual no quería lucir mal para cuando Hee lo viera.

Igual quizás no era tan malo dejarse ayudar un poco pero de lo que sí estaba seguro Jimin es que iba a estar agradecido siempre con Seokjin y cuando tuviera la oportunidad de retribuirle su ayuda, lo haría sin dudar.

— Creo que con esto ya es suficiente... —exclamó Jimin en voz baja.

— Aún te falta la ropa interior —el mayor sacó su tarjeta de crédito de la cartera —¿O es piensas mostrarle tus bendiciones a Hee mientras caminas por la casa?

Jimin se puso muy rojo ante el comentario y se metió de prisa al probador para cambiarse de ropa mientras Seokjin se reía a carcajadas escandalosas en el mostrador.

Cuando terminaron en esa tienda y fueron por la ropa interior Jimin lucía bastante cansado por lo que Seokjin sugirió que fueran por un café para descansar los pies un rato y luego seguir con la peregrinación.

— ¿Chocolate en el tuyo? —miraba la carta.

Jimin asintió.

Seokjin lo miró unos segundos por encima del borde del menú y sonrió levemente. El rubio parecía bastante inocente y delicado, ya veía por qué Hee hablaba de él como si estuviese prohibido tocarlo.

Jimin era tan tímido y fácilmente se avergonzaba por cualquier comentario que hacía el mayor, muy diferente a lo que era Kim Taehyung.

Seokjin suspiró.

— ¿Sucede algo? —preguntó el rubio preocupado cuando vio que el semblante de Seokjin se deterioró un poco.

— Nada —llamó a la mesera para ordenar dos cafés grandes con chocolate.

Kim Taehyung era lo que se dice un encanto por naturaleza. Él mismo había hecho por el castaño lo mismo que estaba haciendo por Jimin, llevarlo a comprar ropa y velar porque el muchacho estuviese cómodo. Sin embargo, a diferencia de Jimin, Taehyung escogía sin pudor las cosas que le gustaban y enamoraba a cualquiera con una sonrisa siempre ganándose un descuento. Tae respondía a los chistes de adultos de Seokjin e incluso se las ingeniaba para hacer otros.

eden → park jiminDonde viven las historias. Descúbrelo ahora