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Nota #11

Es increíble, pero entre el cielo y el infierno estás tú... y yo me dejaría arrastrar a cualquiera de ellos si eres tú quien me guía. 


Taehyung había vuelto y con él, la sonrisa a los labios de Hee y a los de la abuela. Luego de que Hee lo encontrara en el hospital y lo hubiese llevado a casa tras haberse asegurado con los médicos de que el castaño no tenía ninguna herida de gravedad, ambos tenían mucho de qué hablar.

Es por ello que al día siguiente de haber regresado al hanok, Hee se sentó con Taehyung en el patio mientras lo miraba en silencio, exigiendo con ojos suplicantes que le explicara por qué se había ido.

Yo... —comenzó él desviando la mirada hacia un lado. Había restos de golpes en su rostro y a Hee le dolía mirarlo otra vez en ese estado luego de tanto haber luchado junto a él en el pasado.

Ella se había prometido que mientras él viviera en el hanok no lo volvería a ver llorar o llegar ensangrentado a la puerta en las noches lluviosas.

La abuela cocinaba el desayuno nerviosa pues sabía que aunque Hee se mantuviese regia e inmutable delante de Taehyung, había estado deteriorándose esos meses en los que él no estuvo a su lado. Había llorado sobre los dibujos del chico y lo había llamado en noches febriles cuando su cuerpo humano desfallecía.

— Tú estás apenado, ¿no es así? —dijo ella como si no estuviese a punto de quebrarse. Su voz aunque no estaba temblorosa poco le hacía falta para romperse.

Taehyung sentía su corazón latir con rapidez a causa de los nervios, la mirada de Hee era neutra y él no podía adivinar sus pensamientos.

¿Estaba molesta? No sabría decirlo. Hee sólo estaba sentada con las rodillas flexionadas bajo sus glúteos, ambas manos sobre sus muslos y el kimono color azul oscuro con pequeñas alas doradas se esparcía por el suelo. Sus ojos avellana sólo se centraban en él penetrándolo sin pudor.

Ante la pregunta Taehyung sólo asintió.

La abuela podía escuchar parte de la conversación y se tensó cuando Hee habló nuevamente.

— Quisiera pedirte explicaciones pero creo que no significo tanto para ti como para que me las des... Significamos —corrigió, refiriéndose a la abuela también. En su rostro se paseó una leve expresión de dolor que supo disimular bien al decir aquella frase.

— ¡No digas eso, Hee! —Taehyung se sintió exasperado y quiso acercarse a ella pero la mirada aún penetrante de la chica lo detuvo cuando levantó su mano para tomar la de ella —No te atrevas a decir eso.

— Taehyung —su tono era sepulcral —Nos abandonaste.

Me abandonaste.

— Y yo tan sólo quiero decirte por qué y la razón por la cual no podía regresar, yo... realmente —bajó la mirada y la clavó en las tablas de madera del suelo.

Quiso explicarle que no quería verla llorar si lo veía herido, que por más que tratara no podía abandonar a su madre y que le daba vergüenza aparecerse miserable una vez más en el hanok sólo para que Hee lo cuidara.

— Tú sabes, mi madre...

La vida de Taehyung antes de conocerla era un agujero negro y pese a que mientras había vivido en el hanok durante meses a su lado había sido feliz, su pasado aún lo cazaba, lo acechaba. Los lazos con su madre eran lo que lo habían obligado a apartarse de ese mundo de fantasías en el que era feliz junto a Hee, la abuela, Jungkook...

Hee no quería sonar irracional y juzgarlo porque se había ido, sin embargo, la otra parte de su corazón le pedía una y otra vez que le reclamara toda la tristeza que le había provocado al irse.

Se sentía totalmente irracional.

— Entonces yo... no quería verte llorar, sabía que si me veías golpeado otra vez te causaría daño entonces yo... yo simplemente volví. Me quedé ahí atado como un gusano, me sentía asfixiado y quería morir —Hee se sorprendió de lo rápido que empezó a hablar Taehyung y de lo desesperados que lucían sus ojos porque ella lo entendiera y perdonara.

Estaba abriendo su corazón.

— Pero no quería volver y decirte que estaba haciendo todo mal de nuevo, no me lo hubiese permitido. ¿Para qué querrías a alguien como yo en tu vida?

Aquella pregunta golpeó con fuerzas el estómago de Hee.

Por escasos segundos Hee contuvo la respiración antes de soltar un largo suspiro y cerrar los ojos, sus pestañas se humedecieron cuando tocaron las lágrimas que se habían acumulado en sus ojos. Taehyung entreabrió los labios cuando vio que las pálidas mejillas de la chica ahora estaban bañadas.

— ¿Por qué no te querría en mi vida? —habló aún con los ojos cerrados. Sus labios temblaban a pesar de los intentos frustrados de controlarlos. Se sorprendió de sus propias palabras. Ella era la vida, ella y nadie más que ella.

Pero... ¿por qué actuaba como si hubiese olvidado lo que realmente era y su parte humana empezaba a tomar la delantera?

¿Era su aferro a Taehyung tan grande como para olvidar que sólo ella, la muerte y Dios podían gobernar a todo el universo? Por un simple humano, empezaba a perderse así misma.

— ¿Por qué pensarías que no te querría conmigo? —abrió los ojos lentamente y se inclinó un poco hacia delante deslizando su mano oculta por la manga del kimono sobre el suelo intentando alcanzar los dedos de Taehyung mientras lo miraba como si tuviese miedo de que él se evaporara en el aire.

— Porque estoy sucio, estoy roto —el castaño desvió el rostro y sintió como su mano era tomada con fuerzas por Hee obligándola a mirarla.

Lucía como un cuadro, como una obra de arte de porcelana que delante de los rayos del sol se veía irreal. Y esa obra de arte lloraba por él.

— Porque aprendí... —lenta y dolorosamente, haciéndose mil preguntas e intentando vislumbrar qué sentía en aquel corazón humano que latía en su pecho —Que existen ciertas cosas como el amor. Y... —la piel se le erizó al castaño cuando Hee se inclinó aún más hacia él y sus ojos quedaron muy cerca de su rostro, sintiendo como su aliento chocaba contra los labios de Hee.

— Hee, ¿qué... —el corazón se le iba a desbordar de tantas lágrimas contenidas.

— Taehyung, de todas las cosas que he sentido... lo único que siento por ti es amor.

El castaño tenía los ojos muy abiertos.

— Y lo que se ama no se puede dejar ir tan fácilmente —ella dejó caer su rostro de tal forma que su frente rozó los labios del castaño, cerró los ojos y dejó salir un suspiro de su pecho como si se quitara un gran peso de encima —¿Me entiendes ahora...? ¿Entiendes... lo que quiero decirte?



eden → park jiminDonde viven las historias. Descúbrelo ahora