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Nota #2

Hey, Hee.

Me ha gustado darte un beso en la mejilla y regalarte una flor de papel, sé que no te gusta que corte las reales así que te hice una de papel amarillo. ¿Te gustó? Aunque no te pregunté creo que sí, sonreíste cuando la viste aunque me dolió un poco el golpe en la cabeza que me diste cuando te di el beso sorpresa.

¿Qué pasa conmigo?

¡Ah, no tienes que adivinar! Yo te lo digo... Estoy enamorado de ti.

¿Y tú lo estás de mí? Porque tengo tantas heridas... y tengo miedo de que alguna te marchite a ti.


— ¿Eres idiota, no? —dijo Hee mientras le colocaba alcohol en una herida al castaño y este se retorcía del dolor.

— ¡Pero si no ha sido mi culpa!

— ¡Me vale, Taehyung! —gritó Hee presionando más el algodón contra su mejilla al borde del colapso —¡Estás lleno de heridas por todo el rostro, el estómago y los brazos! ¿¡Qué pasa contigo!?

Taehyung, el castaño de expresiones infantiles y sonrisa cuadrada, de sandalias rústicas de cuero viejo y pantalones anchos. El de los moretones, el de los rastros de sangre en su ropa y los labios rotos... Era ese mismo chico que terminó desmayado en la puerta del hanok de Hee quien ahora se había adentrado en su vida.

Se había metido sin permiso en la vida de Hee y la abuela cuando fue casi tres veces a la semana durante un mes a recostarse en la puerta del hanok mientras soportaba el dolor de las heridas que tenía en el cuerpo.

Una que otra vez se desmayaba.

Una que otra vez lloraba.

Pero al final, siempre sonreía cuando veía a aquellas dos mujeres que sin hacerle preguntas lo recibían en la casa y curaban de sus heridas.

— Hee, no le grites que le duele —dijo la abuela entrando a la habitación donde se encontraban los otros dos con una tina pequeña de agua y un trapo nuevo.

— Pero abuela... mírale el ojo esta vez —para Hee cada herida del castaño le dolía en el cuerpo aunque no sabía por qué, lo cierto es que el estómago se le apretaba en un puño y los ojos empezaban a escocerle.

Taehyung le sonrió débilmente a la abuela mientras se moría de la vergüenza porque esta le estuviese escrutando el rostro. Tenía el ojo izquierdo tan inflamado que casi no podía abrirlo.

— Hee, ¿dónde están tus modales? Deja de gritar y busca ropa nueva para el niño Tae.

¿El niño Tae? —dijo la de cabellos dorados incrédula.

Vamos, mueve esas piernas y ve a hacer lo que te dije —comentó la señora mientras le colocaba la tina a un lado al castaño y le indicaba que se lavara la cara para quitarse los restos de sangre.

Hee arrastró los pies junto a las puntas de su kimono azul oscuro hasta la otra habitación mientras refunfuñaba algo que los otros no alcanzaron a escuchar.

— El niño Tae... —murmuró Taehyung levemente cuando se estaba secando la cara con la toalla.

La abuela sólo sonrió y le acarició el cabello.

— No te preocupes por Hee, es que ella está preocupada por ti.

— ¿Por mí? Pero si ella no sabe casi nada de mí.

Y eso era cierto.

Taehyung siempre iba, casi le producía un infarto a la abuela y a Hee, era sanado por ellas, cenaba en el hanok y luego de cruzar unas cuantas palabras o quejarse del fuerte olor de la espuma en la tina, se iba de regreso al infierno del que venía.

— Eso no le impide tener el corazón tan grande que en este poquito tiempo te aseguro que te quiere aunque sea un poco y se preocupa por tus heridas.

— Lo siento... —dijo el castaño bajito ocultando su rostro con sus manos.

Y como ya bien sabían Hee y la abuela, Taehyung comenzaría a llorar y a disculparse una y otra vez.

— No quiero preocuparlas pero no sé a dónde más ir... —dijo entre lágrimas —Yo... lo siento.

Era ese mismo castaño quebrado el que le perforaba el corazón a Hee. Había estado escuchando todo lo que ambos decían cuando volvía con la ropa nueva y limpia en sus manos para brindársela al chico del lindo lunar en la punta de su nariz.

— Siempre que no sepas a donde ir, ven aquí —dijo dulcemente la abuela —Niño Tae —y le dio un cálido abrazo.

— Niño... Tae... —susurró para sí Hee detrás de la puerta mirando el pantalón que había escogido para él.

Desde que se dio cuenta que el castaño siempre llegaba al hanok con la ropa rasgada y sucia por la sangre, decidió que tendría algunas mudas de ropa para él en el armario de la habitación extra, así cuando él quisiera volver por lo menos tendría ropa limpia la cual llevarse.

— Eres tan peleón como un niño —se burló la abuela jalándole una mejilla —Y seguro estás hambriento como uno.

— ¡Pero abuela, tengo 21! —se quejó el chico.

Hee sonrió en silencio.

Le gustaba la forma en la que Taehyung refunfuñaba y se quejaba cuando lo regañaban.

Era todo un niño, al menos de actitud, al menos... porque realmente el alma de aquel chico estaba más herida que cualquier otra.

Y aún así sonreía cuando Hee lo curaba.




sólo quiero que sepan que lxs extraño un montón y que para que se imaginen mejor la historia sepan que los personajes están inspirados en:

el jimin de serendipity.

el jungkook del comeback de love yourself en silla de ruedas.

el taehyung de stigma. 

eden → park jiminDonde viven las historias. Descúbrelo ahora