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Nota #8

Quiero escribir tu nombre en este papel, pero está tan sucio que me parece pecado hacerlo.

¿Te he dicho? En dos meses sin ti creo que empiezo a morir... O al menos no me importa hacerlo, aunque ahora mismo... Hee, ¿crees en los ángeles? Creo que he conocido a uno.


30 días más y el hanok parecía un sueño lejano que en algún momento había tenido y Hee, la abuela, y su vida con ella por seis meses parecía producto de su imaginación.

¿De verdad había sido feliz esos días?

Incluso pensaba frecuentemente en Jungkook.

Todas esas personas a las que empezaba a acostumbrarse dolían en el recuerdo.

— Hey... ¿te encuentras bien? —sintió como los pequeños dedos de Chimmy tocaron su hombro; la música del pub volvió a sus oídos y cayó en cuenta dónde estaba y con quién.

Lo siento, me quedé pensando tonterías —se giró lentamente en su asiento y miró la cara de preocupación del rubio.

Desde el primer encuentro con el chico que lucía miserable, Taehyung había sentido muy fondo en su pecho que acabaría de la misma forma muy pronto y aunque no pensó volver a ver a Jimin en su vida luego de darle su chaqueta y dinero, la vida lo sorprendió cuando unos tres días luego se lo volvió a encontrar en la misma calle casi a las dos de la madrugada hecho un ovillo con sangre en su boca.

Lo llevó a un motel, lo asistió como pudo y desde ese día pasaba todas las noches por la calle en donde Jimin le había dicho que trabajaba. Sólo que había pequeños detalles en la historia del joven rubio: Jimin era prostituido y cuando se negaba a hacer algo terminaba casi en pedazos en la calle trasera del antro.

Obviamente a la segunda vez que Taehyung lo había visto así, le preguntó la razón por la cual se encontraba en esas condiciones y a pesar de que Jimin no confiaba en él al principio, cuando notó que el castaño pasaba por la calle para invitarlo a cenar y que había cuidado de él cuando casi lo molieron a golpes, se puso a llorar y terminó contándole a Taehyung lo que pasaba con su vida.

Pero con una condición: Que no se entrometiera y que no intentara evitar su destino.

— Estoy maldito —dijo Jimin y Taehyung calló, sólo asintió entendiendo que él no podía interferir en el infierno de Jimin cuando ni él podía con el suyo.

Ahora que eran casi las tres de la mañana ambos estaban en un pub cerca de la casa de Taehyung, este se negaba a llegar y verle la cara a su padrastro así que esperaba hasta altas horas de la madrugada cuando sabía que el sujeto dormía para volver.

— ¿Mañana tienes una pelea, no? —preguntó el menor tímidamente.

Taehyung suspiró para luego asentir con los ojos cerrados, estaba cansado.

— ¿No tienes miedo que te queden cicatrices?

Sólo las que estaban en su corazón eran las que realmente le preocupaban.

Jimin sólo sabía que Taehyung se dedicaba a las peleas callejeras.

— No, Chimmy. No le tengo miedo a las cicatrices.

Chimmy.

Ese era el nombre que Taehyung le había inventado cuando escuchó que se llamaba Jimin ya que el rubio parecía avergonzarse cada vez que le llamaba por su nombre real.

Y realmente le avergonzaba porque la gente del prostíbulo había usado su nombre tantas veces de forma incorrecta que se asqueaba de sí mismo.

Uh... está bien, yo sí —se encogió de hombros —Igual tengo varias pero, son horribles y...

No hablemos de cosas horribles entonces —lo detuvo Tae —¿Te parece si mañana comemos pizza luego de mi pelea?

A Jimin se le iluminaron los ojos.

Y seguidamente una sombra se cernió sobre ellos cuando en la entrada del pub estaban unos rostros conocidos. Los rostros de aquellos que siempre lo golpeaban cuando no seguía órdenes.

Taehyung vio a Jimin tensarse y siguió su mirada para dar con las expresiones hostiles de los tres gorilas que miraban en su dirección.

— Te pedí que no te entrometieras, ¿no? —dijo Jimin para que su amigo no se levantara y lo defendiera.

Todas las noches era igual, siempre lo recogían como si fuera una especie de prisionero con ciertas libertades.

— No, maldita sea Jimin —dijo el castaño.

Y esa noche no pudo cumplir su promesa de no entrometerse porque para Taehyung, Jimin se había convertido en la única razón para mantenerse en pie durante los últimos días cuando los recuerdos de Hee le ahorcaban el alma.

Taehyung creía que Hee era su vida, la oportunidad de saber que también existía la felicidad.

Y Jimin aunque estaba roto y si lo miraba detenidamente notaba que estaba hecho pedacitos, se había convertido en su ángel guardián por mantenerlo a flote durante esas noches en las que por la culpa sólo quería morir.




¡no se alarmen por la historia de jimin!

esa será contada cuando toque, ahora mismo estoy enfocándome en tae.

¿cómo les va pareciendo todo?

eden → park jiminDonde viven las historias. Descúbrelo ahora