Meses atrás.
Jungkook lidió con todo. Lidió con los celos, el sentimiento de abandono, la sensación de que estaba siendo desplazado y con la continua presencia de Kim Taehyung.
Porque sí, Taehyung se había vuelto parte de la rutina de todos, sobre todo de Hee. No sólo porque acudía al instituto todos los días y cuando no estaba en clases no se separaba de ella, sino que además vivían juntos.
Vivían en el hanok y eso significaba que él podía verla todas las mañanas cuando los rayos de sol fueran los primeros testigos de la mirada matutina de la chica. Taehyung podía desayunar con ella y preguntarle si había soñado algo agradable durante la noche e incluso si era osado podría prepararle el almuerzo para el trabajo. Y luego cuando después de tenerla todo el día a su lado el día hubiese acabado y la luna de asomara en el cielo, él podría regresar con Hee hasta lo que ambos conocían como hogar: El hanok.
Jungkook nunca había estado allí.
Durante los meses que Taehyung había estado en sus vidas Jungkook intentó odiarlo o hacer que cualquier mínima cosa del castaño le desagradara pero le era imposible. Terminó llamándole hyung, acabó por enseñarlo a dibujar y se hicieron amigos.
Jungkook consideraba a Taehyung como su amigo y aunque aún sentía la punzada en el pecho cada vez que veía como Hee se dirigía al castaño, como lo cuidaba o como hablaba de él, no podía hacer nada para evitar desearles lo mejor.
Porque al igual que Seokjin, Jungkook notó que algo más allá de la amistad estaba creciendo entre aquellos dos y llevado por su terquedad lo enfrentó una de esas tardes grises en las que se tenían que quedar esperando hasta la última hora de clase para despedirse de Hee.
— Yo la quiero —admitió Taehyung en ese entonces —Y aunque no sepa si ella me quiere yo la voy a seguir queriendo cada día más.
Eso fue suficiente. Jungkook no quería ser un rival sobre todo porque sabía que probablemente los sentimientos de Hee correspondían a los de Taehyung. A él nunca lo había mirado así con ojos que derrochaban amor del bonito, del de las cartas románticas y los poemas dulces.
Jungkook ahora simplemente había dado un paso atrás y comprendió que Hee no sería más nada que lo que siempre había sido en su vida: Un apoyo incondicional. Unos brazos en los cuales arroparse. Y aunque él la amara desde el fondo de su corazón, ella nunca sentiría lo mismo.
Ahora estaban Jungkook y Taehyung en el patio del instituto, el menor de los dos veía como el otro garabateaba algo en una hoja con una nueva técnica que Jungkook le había enseñado.
A pesar de todo lo que Jungkook sentía por Taehyung le había cogido cariño y lo quería como su amigo. De verdad lo quería, era el único al que podía considerar un amigo y por eso le enseñaba todo lo que sabía en relación a dibujar.
— ¿Qué es eso, hyung? —preguntó Jungkook apoyando su mentón sobre su mano mientras lo veía dibujar desde su silla de ruedas. Taehyung estaba inclinado sobre la jardinera del patio usando un banquillo de cemento como apoyo para su hoja.
— Estoy intentando dibujar... —Taehyung se interrumpía así mismo mientras seguía su ardua labor —Algo para Hee. El otro día vi un pequeño gatito en la calle y como no pude llevarlo a casa decidí dibujarlo para ella. A Hee le gustan los gatos, ¿sabes?
No, Jungkook no lo sabía. Había tantas cosas de Hee que desconocía a pesar de ser la primera persona que había llegado a su vida.
Jungkook se quedó en la misma posición de meditación y luego de un largo suspiro que tenía rato reteniendo en su pecho, habló.

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eden → park jimin
Fanfiction❝Te prometo que la vida no es tan aburrida como parece.❞ La vida y la muerte habían hecho una apuesta por Park Jimin. → Historia original. → Ganadora de la 6ta edición KAW categoría drama.