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11 años atrás.

Fue cuestión de meses.

El blanco yeso era un color que a Jungkook no le gustaba. Tampoco le agradaban los humidificadores o las manecillas de metal a los lados de la cama. Mucho menos la comida de hospital, era sosa y carecía de cariño.

Pero todo eso eran molestias diminutas comparadas con la del intenso dolor que sentía en su pierna la cual había empeorado rápidamente y ahora le era completamente inútil. Ya no podía caminar y además probablemente no le sería de mucha utilidad en el futuro.

Fue cuestión de meses para que Jungkook pasara de caminar a cojear y de ello a estar en una silla de ruedas. Y de ello a estar hospitalizado... Ya llevaba quince días en el hospital y el pronóstico del chico no era nada bueno.

Tantas malas noticias ponían de mal humor al pobre castañito que seguía sin entender bien lo que estaba pasando con su cuerpo pero su madre definitivamente sí entendía lo que ocurría.

Jungkook tenía cáncer.

Jungkook iba a morir.

Lucía demacrado sobre la colcha de la cama, sus labios estaban pálidos al igual que su rostro y la piel estaba bastante pegada al hueso. Sus ojos lucían ojerosos y cansados, más que parecer un niño parecía alguien a quien la vida le había golpeado duramente y no era justo.

Por supuesto que no era justo para ningún niño pasar por algo similar y menos en el día de su cumpleaños.

Hee miró el calendario pegado a la pared de la habitación y sintió que los días se habían detenido para ella y para Jungkook desde que el chico había sido hospitalizado gracias a una baja en las defensas de su sistema inmunológico. Gracias a ellos, el cáncer ganaba más territorio.

Incluso a pesar de que se había iniciado el tratamiento hacía muy poco, el pronóstico del castaño no era bueno pero su madre y Hee estaban haciendo todo lo posible porque el chico prolongara su vida.

Hoy llovía y desde la ventana se podía notar que era un día gris, la madre de Jungkook estaba fuera del hospital en busca de unos medicamentos que habían solicitado para el chico por lo que Hee estaba con Jungkook haciéndole compañía incluso si este estaba dormido desde hacía una hora más o menos.

Hee sabía que Jungkook estaba de cumpleaños pero sería insensato por parte de ella fingir que todo estaba bien y desearle un feliz día. Jungkook no estaba teniendo un feliz día y ella lo sabía, sobretodo por la forma amarga con la que él miraba todo a su alrededor cuando estaba despierto.

Parecía asqueado de todo, incluso de sí mismo.

No es justo, ¿sabes? —dijo Hee jugando nerviosamente con sus manos. Ella estaba a un lado de la cama de Jungkook sentada en un sillón de cuero marrón, el frío de la habitación la obligó a acobijarse con una manta verde que le dieron en el hospital.

Por supuesto que no lo es —dijo el moreno que estaba al otro lado de la cama de Jungkook. El moreno que ayudaba a consolar a Hee cada vez que arrancaba a llorar cuando veía al castaño hacer una mueca de dolor o quejarse.

Ese castañito que había visto con grandes ojos negros y mejillas rosadas cuando tan sólo era un bebé. El mismo que había tocado la puerta de su hanok y le había dicho princesa, aquel que mostró seis deditos para decirle su edad y el que a partir de allí fue semana a semana a tomar leche y comer galletas mientras corría a medirse en el marco de la puerta de la cocina del hanok para ver cuántos centímetros había crecido con respecto a la semana anterior.

eden → park jiminDonde viven las historias. Descúbrelo ahora