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Nota #12

Cuando me dijiste que me amabas ya yo te amaba, Hee.


Y como a todo, el paso del tiempo sanó los corazones de Hee y Taehyung.

— Sigo pensando que si llueve las luces se van a dañar —dijo Hee preocupada mientras sus manos rodeaban la cintura de Taehyung desde atrás, este último terminaba de colocar luces de Navidad sobre muchas de las flores que habían en el jardín del hanok.

— No creo que llueva, Hee. Quiero creer que no sucederá y así cada noche cuando prendamos las luces se verán hermosas en nuestro jardín —dijo él con aire esperanzador mientras se hacía cargo de la decoración del lugar.

Nuestro.

Taehyung ya no tenía heridas en el rostro y su piel canela que a pesar de las cicatrices estaba sana, no había ninguna constelación púrpura que hiciera trazos en ella y eso era todo lo que deseaba Hee. Que las únicas constelaciones que se instalaran como inquilinas en la piel del moreno fueran sus besos abnegados y devotos.

— Creeré en ti pero si llegase a escuchar una sola gota de...

— ¡Whoa! —la chica se vio interrumpida cuando Taehyung conectó el cable de las luces al interruptor y de repente todo el jardín se vio repleto de pequeñas luces de varios colores colocadas alrededor de los tallos de las flores.

Hee se separó lentamente de él con los ojos bien abiertos mirando sorprendida lo hermoso que ahora lucía todo y lo bien que el ambiente se acoplaba a la brillante sonrisa de Taehyung. Verlo allí en medio de tanta perfección haciendo juego con el ambiente, convirtiéndose parte de él era lo que el hanok necesitaba darle el último toque de gracia al lugar.

— ¿No te dije?

Hee miró detenidamente el rostro de Taehyung y llegó a la conclusión de que no sólo todo era perfecto en aquel momento sino que si no lo hubiese vuelto a ver otra vez, muchas cosas habrían carecido de sentido en el mundo de los humanos.

Taehyung le daba sentido incluso a ella misma.

Tú dijiste que se verían bien —dijo sintiéndose apenada cuando Tae le devolvió la mirada —No que se vería perfecto ahí... —murmuró —Contigo.

Aquello último no llegó a los oídos de Taehyung.

Hee bajó el escalón de madera que la separaba de la hierba del jardín y caminó hacia el centro donde estaban la mayoría de las luces, se quedó viéndolas unos segundos mientras sonreía en silencio y pensó que sólo algo tan sencillo y delicado podría verse aún más hermoso si alguien como Taehyung ponía sus manos en ello.

— Bueno y ahora que tú estás ahí, has hecho que todas esas luces tengan sentido.

Ella giró el rostro rápidamente hacia él y notó que estaba a su lado mirando la misma flor que hace unos segundos ella sostenía entre sus manos sin llegar a arrancarla.

— Verte aquí me hace pensar en algo, es extraño.

— ¿En qué? —Hee se acercó hasta Taehyung y tomó su mano derecha haciendo que la manga del kimono de ella cubriera la de él. Taehyung tenía unas manos grandes y bonitas que a ella le fascinaba tocar.

— En los árboles de almendro... Ellos sólo se pueden ver en invierno, son tan bonitos... —él clavó la mirada en el cielo nocturno —No lo sé, si tú fueras un árbol de almendro y sólo pudiera verte una vez al año creo que me entristecería.

¿Crees? —Hee levantó una ceja y Taehyung rió atrayéndola hacia él enredándola en sus brazos.

Hee se aclaró la voz pero no se deshizo del abrazo.

— Estoy seguro. Me entristecería no poder apreciarte —enterró su nariz en el cabello de ella y le llegó el olor a champú.

— ¿Quisieras ver un árbol de almendro este invierno?

— Bueno... el invierno comienza en unos pocos días así que será pronto. Sí, me gustaría —Tae se dejó envolver por los brazos de Hee que eran pequeños comparados con el tamaño del kimono blanco con líneas negras que traía puesto.

Está bien si eso quieres —respondió ella en voz baja mientras cerraba los ojos y se dejaba absorber por la sensación de sus cuerpos acoplados.

Permanecieron así cinco minutos o sabrá Dios, podrían estar así esperando a que llegara el invierno; sólo se separaron cuando una ventisca hizo que las vestimentas de ambos se balancearan y el frío hiciera temblar a Taehyung.

— Si quieres quedarte aquí voy por una manta, hace mucho frío.

Hee permaneció quieta unos segundos y negó con la cabeza.

— Entra a casa. Espérame en tu habitación.

—Allá estaré pero primero pasaré por la cocina a ver si la abuela necesita algo —dijo amablemente alejándose en dirección a la casa.

Hee seguía en el jardín, empezó a caminar en dirección a la puerta principal del hanok y sintió como el frío se iba asentando más en el ambiente. Abrió la puerta principal y notó que la calle estaba desierta con sólo dos postes de luz alumbrando el camino.

— Y de vida no tienes nada, si todo lo que haces es entregarte a un humano —la silueta negra estaba de pie recostada en la parte posterior de uno de los postes, para cuando habló Hee no había logrado ver su rostro humano.

Pero sabía de quién se trataba.

El pálido rostro de Yoongi fue iluminado por la bombilla y sus ojos negros y oscuros se enterraron en los almendrados de Hee.

Se encogió de hombros.

— No te aferres a los humanos, vas a romperte.

— ¿Qué sabrías tú de ello?

Yoongi soltó una risa seca y su mirada se tornó aún más sombría bajo aquel sombrero negro. Las manos humanas de Hee se entumecieron levemente por el frío.

— Vas a romperte, Saengmyeong. 

eden → park jiminDonde viven las historias. Descúbrelo ahora