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11 años atrás.

Había estado lloviendo durante todo el mes, entonces Hee pensaba que los trabajos con el instituto no se podrían llevar a cabo como ella quería. Desde hacía un año había empezado con aquel proyecto del que en algún momento la abuela le había hablado.

MAWO: Make A Wish Organization. Así le había puesto, una fundación dedicada a niños y adolescentes que quisieran prepararse en un área de las ramas artísticas. Incluso Hee pensaba en aceptar personas más grandes siempre y cuando tuvieran la disposición de aprender.

Hee estaba tendida en el suelo del hanok con la mirada clavada en las hojas que eran golpeadas por las gotas de lluvia y la abuela dormía la siesta de la tarde. A su lado una taza de té reposaba ya frío, se le había olvidado por completo tomarlo cuando se puso a pensar en toda la estructura y organización que debía tener el instituto.

Aunque era de tarde el cielo estaba tan gris que daba la ilusión de que ya era abrigado por la noche. Pero no, era sólo la lluvia vestida de negras nubes.

Hee suspiró meditando sobre el proyecto del instituto; pensaba que necesitaba ayuda, necesitaba a alguien que estuviese a su lado para guiar todo ese proyecto y esa persona no podía ser la abuela ya que era muy mayor y no la pondría a hacer tales cosas como preocuparse por los niños, cumplir horario, entre otros. Ella debía estar en casa como siempre.

Sin embargo, la estructura apenas estaba siendo remodelada pues aunque Hee había conseguido un viejo edificio bastante económico, tenía muchas fallas que debían ser reparadas para poder convertirse en el instituto que ella soñaba.

Bostezó cansada, unas lágrimas se escurrieron por sus mejillas debido al bostezo y pensó que mejor sería irse a la cama y tomar una siesta como la abuela. El día estaba muy frío incluso si ella tenía encima puesto uno de sus kimonos enormes.

¡Noona! —escuchó aquel grito escandaloso que alargaba la primera sílaba y se sobresaltó levantándose rápidamente del suelo —¡Noona! —los gritos iban acompañados de los golpes en la puerta principal de madera.

Hee cogió rápidamente su kimono intentando que no se arrastrara por el suelo y quiso pensar en buscar un paraguas para no mojarse pero esa no era la prioridad. La prioridad era el chico castaño que gritaba en su puerta y que ahora se estaba empapando en la lluvia.

Hee corrió hacia la puerta, los bordes del kimono se llevaron de barro y agua, su cabello se empapó hasta la última hebra y su piel se congeló ante el tacto de la lluvia incesante sobre ella pero nada de eso le importaba, la prioridad definitivamente era que Jungkook no cogiera un resfriado.

¡Jungkook! —dijo al abrir la puerta de golpe y encontrarse con el castañito de 10 años todo empapado que le sonreía ampliamente como si el clima no le estuviera azotando la ropa y no se estuviese muriendo del frío.

¡Noona! —gritó él despreocupado y cuando quiso decir otra palabra no pudo ya que Hee lo abrazó hacia él intentando protegerlo de la lluvia con su kimono, y así se lo llevó casi arrastrando hasta dentro del hanok.

Hee estaba hecha un desastre buscando una toalla por todas partes para secarlo, tenía el ceño fruncido y sus labios empezaban a ponerse morados puesto que su cuerpo era muy susceptible a las temperaturas.

Pero debía abrigar a Jungkook.

Era extraña la forma de encontrárselo luego de una mes sin verlo y aunque estaba feliz de ver al chiquillo al mismo tiempo tenía miedo de que enfermara. Después de todo, Jungkook en algún momento tendría que enfrentarse a algo muy doloroso en su vida y Hee estaba segura de que sería una enfermedad.

eden → park jiminDonde viven las historias. Descúbrelo ahora