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5 años atrás.

— Jeon Jungkook ¿Qué significa eso? —preguntó Hee con lágrimas en los ojos mientras veía el papel que sostenía el castaño en sus manos, el rostro del chico de 16 años también estaba colmado de lágrimas.

Noona... —dijo débilmente con manos temblorosas haciendo que el papel crujiera.

Por primera vez el hospital cobraba colores que Hee nunca antes había visto. Descubrió en aquel momento que nunca se debía dejar a un lado la esperanza por muy pequeñas que parecieran las posibilidades.

— El tratamiento ha funcionado y por ahora no hay nada de qué preocuparnos —dijo la madre de Jungkook a un lado mientras cubría su boca con una mano para que no se viera la mueca en sus labios de que estaba a punto de comenzar a llorar —No hay rastros de células cancerígenas en su pierna por los momentos.

¿Era posible? ¿Era realmente posible que Jungkook pudiera dejar de temer a la muerte?

Hee se lanzó hacia la silla del chico y lo abrigó con sus brazos como si Jungkook fuera lo más precioso e intocable que existía en ese momento.

— Gracias, gracias por ser tan valiente —le decía en voz baja casi como un susurro —Eres el más valiente de todos, Jungkookie.

Jungkook sonrió ampliamente mientras el resto de una lágrima se le colaba por la punta de la nariz, rápidamente se secó con el borde de la bata del hospital y le devolvió el abrazó a la chica de cabellos dorados.

Les voy a buscar algo de comer a los dos, Jungkook vengo en un momento —dijo la madre del castaño para dejar a Hee y el chico a solas.

Hee se separó de Jungkook y se colocó a la altura de la silla para poder mirarlo mejor. Tomó las mejillas del castaño entre sus manos y las apretó suavemente.

— No sabes todo lo que he esperado para escuchar esta noticia —lo que sentía Hee en su pecho era indescriptible. Ahora entendía que había valido la pena tener esa cadena alrededor de su corazón y las dos veces que desafió a Yoongi.

Incluso si Jungkook no lo recordaba ella definitivamente tenía vivos los recuerdos de Jungkook bebé pidiendo vivir, de Jungkook en su casa jugando con el balón fútbol, de Jungkook... Siempre es Jeon Jungkook en sus pensamientos porque no existe persona más noble que él.

Y su nobleza debía ser premiada, su sufrimiento contrarrestado.

No había nada mejor que saber que por los momentos el chico estaba a kilómetros de las manos de Yoongi.

— Este año fue duro para ti —había estado bastantes veces en el hospital sometiéndose a tratamientos y pruebas —Pero ha dado resultado, ¿verdad? —le acarició con una mano levemente la mejilla.

Las mejillas de Jungkook se tiñeron de un suave rosa y luego sonrió ampliamente, tomó las manos de Hee y habló —Gracias por estar con mi mamá y conmigo, desde que te conocimos todo ha sido para mejor. Nos has dado mucha fuerza.

De forma leve las palabras que le había dicho Namjoon hacía un año en casa de Jungkook se colaron por los pensamientos de Hee.

Sólo soy la vida y por ello Jungkook me aprecia y me ama. No porque soy Hee.

Pero no importaba, incluso si el cariño que le profesaba Jungkook era sólo por su naturaleza de luz entonces era suficiente para ella, y si ahora debía cargar con las consecuencias de lo que le había hecho a Namjoon sólo por ver sonreír a Jungkook de la forma en la que lo hacía, entonces las llevaría en su corazón con valentía.

Sólo sigue siendo fuerte, ¿sí? —le dijo dulcemente escaneando el rostro del chico —Porque puedes lograr todo, Jungkook. ¿Quieres ser un artista? Lo serás. ¿Quieres retratar lo que hay en tu imaginación? Lo harás. ¿Quieres levantarte de esta silla? También lo harás. No dudes de ti porque yo confío en ti —ahora era Hee quien tomaba las manos del chico que la miraba con los ojos muy abiertos y los labios apretados —Eres todo lo que te propongas y más. Si quieres convertirte en una estrella fugaz o un árbol de cerezos...

Los recuerdos de Jungkook cuando era niño asaltaron a Hee desprevenida y empezaron a pasarse por su mente como una vieja película de rollo.

Jungkook ha llorado, se ha manchado la cara de chocolate, ha escalado un árbol, ha dejado de caminar, ha reído viendo televisión, ha crecido, ha estado a punto de morir, ha vivido, ha luchado.

Noona... —dijo el chico viendo como se rompía delante de él mientras lo abrazaba de nuevo y el kimono de la chica lo cubría casi por completo.

— No estoy llorando de tristeza, sólo estoy muy feliz. Nunca dejaré de estar feliz al ver que estás bien.

Hee no quiere que Jungkook se convierta en árbol de cerezo después de su muerte, porque ella sólo quiere que él viva.

— ¿Por qué me convertiría en una estrella? —Jungkook rió un poco intentando hacer sonreír a Hee pero ella permaneció enganchada en ese abrazo.

— ¿Por qué no, Jungkook? Si lo único que haces es darle luz a mi vida, pequeño.

***

Más tarde ese día mientras Jungkook descansaba, Hee velaba sus sueños en compañía de Namjoon que hasta ahora no había dicho absolutamente nada.

— ¿No hay una forma en la que puedas renunciar? —Hee rompió el hielo.

Namjoon miraba por la ventana, no se atrevía a sostenerla la mirada a la chica de cabellos dorados.

— ¿De qué hablas?

— De Jungkook, ¿no puedes renunciar a ser su ángel y liberarte de una vez de lo que te he hecho?

Namjoon arrugó el ceño confundido.

Estás pidiéndome que renuncie a ser arcángel.

Hee meditó mientras miraba al castañito que parecía dormir plácidamente por primera vez en mucho tiempo.

— ¿Es tan importante para ti?

— ¿Es tan importante para ti Jungkook? —rebatió él.

Hee permaneció en silencio, la respuesta era obvia.

— Lo es tanto como lo es para ti mantenerlo con vida y a tu lado —Namjoon se giró y por primera vez en algún tiempo le sostuvo la mirada —Por eso no puedo renunciar a ser su ángel guardián.

Los grilletes en sus manos brillaron y la cadena alrededor del corazón de Hee se apretó. Sufrió un espasmo involuntario que la hizo toser por la repentina falta de oxígeno. Se llevó una mano al pecho y se inclinó hacia delante cayendo en el suelo sobre sus miembros.

Casi había olvidado que la cadena estaba allí y con ella, el dolor.

— ¿Noona? —escuchó la voz adormilada de Jungkook.

Hee todavía sufría del ataque de tos e intentaba tomar aire a bocanadas.

— Lo siento, Hee. Pero ambos somos testarudos...

— ¿Estás bien? —Jungkook se incorporó en la cama y como pudo ubicó a Hee con la mirada —¿¡Estás bien, qué te pasa!?

— Y no podemos renunciar tan fácilmente a lo que más amamos.

Y muy cerca de aquel debate entre dos deidades caprichosas, Yoongi observaba con aquellas lágrimas negras que bañaban sus pálidas mejillas.

— ¿Por qué no nos sumimos en la nada de una vez por todas, Hee?

Pues hacía un momento el humano del que estaba profundamente enamorado había sido brutalmente abusado.

Y todo por su maldita presencia. 

eden → park jiminDonde viven las historias. Descúbrelo ahora