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Algunos meses atrás.

Llegó el día en el que verdaderamente los pedazos de Taehyung reflejaron nada más que oscuridad y entonces Hee fue arrastrada con ella hasta lo más profundo.

Llovía el día en el que Taehyung estaba siendo velado. El repique de las gotas contra las flores del jardín del cementerio de repente se hizo insoportable hasta el punto de que Jungkook quiso taparse los oídos para no escuchar más.

No eran muchos los que conocían a Taehyung, de hecho allí delante de su foto y haciéndole homenaje sólo había cuatro personas: Hee, Seokjin, la abuela y él.

¿Quién más podría interesarse por la muerte de un pobre chico con pasado abusivo que había perdido los estribos? Ni su madre había querido ir a verlo.

Seokjin tenía los ojos rojos al igual que Jungkook porque ambos habían llorado la trágica muerte del joven. Todavía la noticia les apuñalaba el corazón lenta y dolorosamente. Pero no podían quebrarse por completo, no cuando la cordura y la calma de Hee estaban levemente sostenidas por un fino hilo que podría romperse en cualquier momento.

Hee estaba totalmente vestida de negro con un largo kimono tradicional que parecía un manto negro que intentaba tragarse todo a su paso: el suelo, la madera, las lágrimas de todo, su tristeza. Jungkook no la había visto llorar ni una sola vez incluso cuando les había avisado sobre la muerte del chico a él y a Seokjin. Ni una sola lágrima se había resbalado de sus mejillas pero sus ojos hundidos, su boca sellada y su mirada perdida en algún punto de la nada hacía saber a Jungkook que Hee se había ido junto a Taehyung. Aunque su cuerpo estuviese allí delante de la fotografía del chico arrodillada frente al altar de flores, su alma realmente no ocupaba aquel espacio.

Jungkook temía que Hee de verdad estuviese deseando irse con Taehyung o que de alguna forma también se hubiese ido simbólicamente para siempre con él.

Jungkook pensaba que si él sentía un dolor indescriptible en su pecho no podía siquiera imaginarse lo que Hee sentía en el suyo y temió que ella estuviese siendo consumida por completo. Daba miedo tan sólo mirar la forma en la que permanecía sentada delante del altar lleno de flores incienso por la forma en la que parecía abstraerse en ellos.

La abuela era la única que estaba completamente destrozada y lloraba sin pudor aunque en silencio para no perturbar la serenidad del funeral. Lo único que interrumpía el ambiente con su constante repique era la lluvia que inclemente azotaba el techo del templo.

Llevaban una larga hora allí en vela sin decirse nada unos a los otros, Jungkook sólo intercambiaba miradas de vez en cuando con Seokjin y nada más. El resto era simplemente ellos cuatro dándole el último adiós a Taehyung.

— Hee, ¿no quieres un poco de agua? —le ofreció Seokjin intentando ayudarla a levantarse pero ella parecía una muñeca envenenada que se había quedado en una misma posición, con la mirada fija en la foto de Taehyung y sin el más mínimo interés siquiera por respirar. Respiraba porque era automático sino cualquiera diría que ella no pondría el esfuerzo en hacerlo.

Hee no se movió de su sitio.

Hee... —dijo despacio Seokjin —Ya es bastante tarde y si anochece aquí entonces no podremos regresar a casa con esta lluvia.

Pero ella nuevamente ni se inmutó.

Seokjin la miró un poco desesperado y luego se dirigió a Jungkook suplicándole que lo ayudara a llevársela de allí o temía que a la mañana siguiente Hee se hubiese convertido en piedra. Pero Jungkook tampoco sabía que hacer y por eso no se movió de su sitio sentado en el suelo. La pierna le dolía un poco por la posición y porque no estaba en la silla de ruedas pero quería estar al lado de Hee.

eden → park jiminDonde viven las historias. Descúbrelo ahora