Estoy en mi mullida cama, inmerso en la oscura tranquilidad del sueño, cuando noto como una mano se posa en mi hombro y me despierta. Abro los ojos e intento adaptarme a la escasa claridad de mi cuarto. Es, entonces, cuando observo a Klaus sentado a mi lado, mirándome con bastante curiosidad. Adam lo acompaña y ambos llevan... ¿Un peluche de tiburón encima de la cabeza? Me froto los ojos. ¿Pero qué? ¿Acaso hoy es el día de los inocentes?
—¿Qué hacéis aquí? —les pregunto, contrariado. Intento averiguar qué hora es, pero el reloj de pared de Annie ha desaparecido. También lo han hecho el resto de objetos que adornan mi habitación. Y, espera, ¿desde cuándo mi habitación es del mismo color azul que el del mar?—. ¿Qué diablos está pasando aquí?
Miro al suelo y me da un vuelco al corazón. Este no existe, ha sido sustituido por agua de escasa profundidad por donde nadan sin lógica alguna varios tiburones. Aparto las mantas, asustado. Me dispongo a levantarme y, no sé, ¿nadar dándole puñetazos a unos cuantos peces sedientos de sangre? Sin embargo, Adam, que camina por el agua como cierto hijo de Dios que yo me sé, me detiene agarrándome del hombro.
—Tranquilo, Samuel —me dice, en un susurro ronco que me inquieta—. No te va a pasar nada.
—Solo vamos a pasarlo bien experimentando —prosigue Klaus, apoyando sus manos a cada lado de mi cuerpo, acercándose a mí. Yo me tapo de nuevo con las mantas como respuesta, mientras pienso todas las palabrotas existentes antes de proceder a darles un puñetazo en sus caras de imbéciles—. Dinos algo: ¿por qué eres heterosexual? Si el amor es un sentimiento tan puro, ¿por qué te dedicas a amar fijándote en si el otro es un chico o una chica? ¿No es lo importante amar sin más?
—¿Pero a ti qué mierda te pasa, imbécil? —le espeto y, en cuanto parpadeo, los dos han desaparecido. Mi habitación vuelve a ser la misma, salvo por un detalle: nada de lo que me ha regalado Annie está en ella. Nada.
Parpadeo y, de pronto, Wolf se materializa ante mis ojos. Este se arrodilla en la cama, se coloca a horcajadas sobre mí y me sujeta de la barbilla con una mano, acercando su rostro al mío. En serio, ¿qué está pasando? Intento alejarme, pero su mirada vuelve a atraparme debido a la excesiva paz que me transmite, como si en sus pupilas residiese la calma capaz de dominar mi caos. Oh, Dios, voy a morirme aquí mismo.
—¿Qué sucede, Müller? ¿Por qué no contestas la pregunta de tu amigo? —Lo tengo a un suspiro de distancia de mi boca, y estoy a punto de estamparle un puñetazo cuando sus siguientes palabras y el roce de sus labios me detienen para terminar perdido en él—: si el problema es que aún no has encontrado una respuesta que darle, puedes buscarla conmigo.
Y me despierto de golpe con un ataque de tos.
—¡Jodido Wolf y sus extrañas preguntas! —exclamo, llevándome las manos a la cara. Intento recuperar el ritmo normal de mi respiración y, acto seguido, miro la hora: una de la tarde. Oh, por favor, ¿cuánto tiempo he dormido?
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Rompiendo mi monotonía.
Teen FictionSamuel Müller y su nuevo compañero de clase, Rainer Wolf, competirán por una beca para estudiar en Estados Unidos. Lo que ninguno de los dos sabe es que esta rivalidad se convertirá en un profundo y complejo amor. 🏳️🌈 Historia con representación...