LX. Mi torpe forma de decirte adiós.

38.6K 2.7K 16K
                                    

Advertencia de edad

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Advertencia de edad. Lee este capítulo bajo tu responsabilidad.

El aplastante silencio que reina en la sala provoca que me despierte de golpe. Me desperezo, ignoro el dolor de espalda que siento y miro a mi alrededor: estoy sumido en una completa oscuridad. Klaus está durmiendo en el mismo sofá que yo, con la cabeza apoyada en mis piernas. Iugh, qué pegajoso. Lo aparto con cuidado para no despertarlo y él emite un gruñido que provocaría la envidia del mismísimo King Kong. Cierro los ojos, dispuesto a sumergirme de nuevo en el mundo de los sueños. Entonces, las palabras que escuché mientras dormía se repiten en mi mente. Espera...

—¿Rainer? —lo llamo en un susurro, pero nadie me contesta. Enciendo el teléfono para alumbrar la sala y descubro que solo estamos Adam, Klaus y yo en ella. ¿Dónde se ha metido?

Medio adormilado, me levanto del sofá y lo busco en varias habitaciones, sin éxito. De pronto, una luz proveniente de la cocina capta mi atención. Me dirijo allí para saber qué está haciendo mi pareja; sin embargo, cuando entro, me encuentro con la espalda de un chico desgarbado, rubio y pálido, que está de espaldas a mí, apoyado en la encimera, devorando el contenido de una caja de cereales.

—¿Kai? —suelto, y el chico se gira de forma abrupta para verme, tan asustado que pone una mano en el pecho. Madre mía, qué dramático; de tal palo, tal astilla.

—¡Hombre, cuánto tiempo! ¿Qué tal, Samuel? ¿Haciendo otra vez de niñera de mi hermano? —inquiere el chico, centrando su atención de nuevo en los cereales. El caso es que ha hablado tan alto que Klaus se despierta emitiendo otro gruñido. Adam, por su parte, sigue con el mismo sueño profundo que una roca bajo tierra.

—¡Kai! —exclama mi mejor amigo tras asomarse por la puerta de la cocina, y parece que la sobriedad le ha regresado de golpe. Va corriendo en dirección a su hermano mayor, y ambos se funden en un abrazo de lo más expresivo. Yo, por mi parte, ignoro este reencuentro porque mi mente está en otro sitio—. No sabía que volvías hoy, ¿por qué no me avisaste, joder?

—Quería darte una sorpresa, ¿cómo has estado?

—Pues...

—¿No habéis visto a Rainer? —le interrumpo. Él me mira frunciendo el ceño y después escruta cada rincón de la cocina, como si fuese a encontrar a mi pareja escondida debajo de una mesa—. Yo no lo vi marchar, ¿no te dijo a dónde fue?

—Yo qué sé, estará en el baño. Por cierto, hablando de cagaderos, me va a explotar la vejiga. Dile que salga rápido.

—No está allí —asevero, empezando a perder la paciencia.

—Mejor para mí —murmura Klaus, intentando bajarse la cremallera del pantalón. Kai, que detiene a su hermano para recordarle lo que es el pudor, decide intervenir en la conversación:

—¿Quién es Rainer?

—El delegado ese del que te hablé. El novio de Samuel.

El chico me mira con los ojos muy abiertos, como si la respuesta le resultase de lo más inesperada. 

Rompiendo mi monotonía.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora