XLVII. Mi lista de objetivos por cumplir.

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Si hay algo que todo ser humano adora en esta vida es despertarse, mirar la alarma y comprobar que aún puede dormir, mínimo, dos horas más

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Si hay algo que todo ser humano adora en esta vida es despertarse, mirar la alarma y comprobar que aún puede dormir, mínimo, dos horas más. ¿No es una sensación maravillosa esa de saber que el Cielo te ha concedido un rato más de vagancia en el mundo de los sueños? Pues eso es algo que nunca me pasa, porque duermo como una maldita piedra del Pleistoceno. Espera, ¿esa comparación es válida? Bah, da igual. El caso es que ahora mismo me he despertado y no por el hecho de que esté a punto de sonar la alarma, sino porque siento algo sobre mi cabeza, algo grande, pesado y peludo que me está dejando sin respiración. Intento abrir los ojos en vano, y cuando palpo lo que tengo sobre la cara, descubro que se trata del trasero de un gato. Un trasero que huele a bombas fétidas. 

—¡Mondschein, quítate de encima! —protesto, y la gata da un salto para bajar de mi cama y corre hacia mi armario. Qué obsesión, desde que ha llegado a esta casa no ha salido de ahí más que para comer, a por encima de vaga es interesada. Me levanto y voy a acariciarle la cabeza, pensando en el hecho de que, ahora que me doy cuenta, ni siquiera es necesario que la oculte de mi familia en la jaula que me dio Rainer; ya se esconde muy bien ella sola—. ¿Sabes qué? Hoy es lunes, así que me tengo que ir a clases. Pero volveré por la noche, ¿estás de acuerdo, pequeña?

Y obvio que no está de acuerdo, porque hace exactamente lo mismo que días anteriores cuando intuye que me voy: me bufa, se da media vuelta para mostrarme sus posaderas y sí, se tira un tremendo pedo que dejaría inconsciente al habitante de cualquier pozo de aguas fecales. Qué asco. No me molesto en preocuparme por su actitud; es hija de Megalodón y se crio en el hogar de los Wolf, ¿qué se puede esperar de ella? Nada lógico. Al menos, en estos momentos, es la única habitante de esta casa que se alegra de verme, que me muestra el más mínimo aprecio o que me quiere de regreso. Aunque es una habitante no censada, lo que me resulta un tanto deprimente. Ah, vicisitudes felinas de la vida.

Enciendo el teléfono para revisarlo y saludar a mi pareja con una foto de los cuartos traseros de Mondschein, porque he descubierto que ese tipo de detalles le parecen una genial forma de empezar el día. Mira qué tiene gustos raros. Pero me olvido de mi propósito cuando empiezo a leer los mensajes del grupo de clase.

Dustin K.: alguien me puede pasar los deberes de matemáticas?? Se me olvidó hacerlos!! T.T

Adam N.: Buah, qué pereza, lunes de martirio

Dustin K.: nadie??

Adam N.: [Imagen adjunta]

Dustin K.: ohhhhh gracias!! Eres el mejor

Dustin K.: espera...

Dustin K.: me has pasado una imagen borrosa de un corte de manga de una mano que se parece sospechosamente a la tuya

Rompiendo mi monotonía.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora