Capítulo 36 - La venganza es un plato que se sirve frío.

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Makis Prov:

-Pinche pendeja – le digo mirándola feo, ahora no sé cómo irme con las evidentes marcas que sobresalen de mi vestido.

-Me amas – me dice Natalia haciendo pucheritos, cuando salí de la habitación ella me tomo del brazo y me llevó a mi carro, después fuimos a su casa, por suerte sus padres no estaban, así que solo me tomo la mano para llevarme a su habitación, sigo parada viéndola con los brazos cruzados mientras que ella está sentada en la cama.

-No, fea – le digo, ella se pone de pie, pone sus brazos a mis costados y se aproxima a mí, dejando nuestros rostros cerca.

-Si me amas – me dice en un susurro tierno, hace una cosa con la voz que me conmueve, la miro directo a los ojos, tiene un brillo diferente, algo que no puedo descifrar - ¿Puedo besarte? – me susurra, sonrío al recordar de nuevo esa frase.

-Los besos no se piden, se roban – ella sube sus manos a mis mejillas y me besa con amor, con delicadeza, mueve con ternura sus labios sobre los míos, pongo mis manos en su cintura para aproximarla un poco a mí, ella suspira y se separa dejando nuestras narices conectadas.

-Quédate a dormir – me dice subiendo sus labios y besando mi frente, la abrazo muy fuerte, me parece un sueño tener a Natalia conmigo, no puedo creer que todo lo malo se fue y que ahora está acá conmigo, es mi cómplice de sueños, es mi amiga y mi pareja, le sonrío.

-¿Me puedes prestar algo que me sirva como pijama? – ella me toma fuerte de la cintura y me lleva a la cama, después va al closet y me entrega su pijama negro, solo me lo pongo y nos acostamos a dormir, ella me abraza fuertemente dejándome completamente pegada a su pecho, solo me quedo ahí, segura de que estaré protegida, siento que mi corazón está siendo cuidado, siento que la estoy haciendo feliz.

Despierto a la mañana siguiente con mi celular sonando, es un mensaje, pero me siento tan cómoda que no quiero abrir los ojos, lo leo a medias.

Juancho:

La semana siguiente tienen una entrevista, anoche te me desapareciste y no te pude avisar, así que prepárense, no quiero que se traben en plena entrevista, si ves a Nati avísale porque no me contesta.

Unas semanas después

-Estoy nerviosa – me dice Nati moviéndose de un lado al otro, nunca la había visto tan nerviosa.

-Quédate quieta que me estás mareando – le digo intentando que se siente, pero no me hace caso, solo sigue dándose más vueltas – Natalia siéntate antes de que te marees o te de algo.

- Ya perdón – dice tirándose a mi lado, me abraza por la cintura y esconde su cabeza en mi vientre.

-Chicas, tienen que pasar – dice Juancho, tomo su brazo y lo entrelazo con el mío, camino a su par, dejamos que las chicas nos sobrepasen, nosotros vamos al final.

-Cálmate amor, todo saldrá bien – le digo acariciando su mano, ella me mira con una ternura tremenda.

-Gracias amor – me dice y antes de entrar ella me toma de la cara y me besa la mejilla, no puedo evitar ponerme completamente roja, es que ella me hace sonrojarme, el conductor de radio nos dejó sentarnos como quisiéramos, así que tomo a Nati del brazo y la siento al final, después ,me siento yo, creo que es hora de empezar mi venganza, aún no se me olvida lo que me hizo, estamos sentadas en un sofá, ella anda con una falda negra, esto me facilita las cosas, ella es la que empieza a hablar, pero con malicia empiezo a pasar mis uñas por su muslo, ella traga duro e intenta retirar mi mano, pero sabe que no podrá hacer mucho sin que nos descubran, solo sigo subiendo lentamente, hasta que llego al borde su ropa interior, empiezo a darle firmes caricias por sobre la ropa, el sonrojo es evidente, siento su respiración volverse errática, sus piernas comienzan a temblar, está a punto de llegar al clímax, la conozco bien, así que para completar mi venganza solo retiro mi mano, durante toda la entrevista Natalia no recupera el ritmo de su respiración.

-Oye ¿Natalia se siente bien? – me pregunta Juli a mi lado, no se dio cuenta de mi pequeña venganza, yo me doy vuelta y le sonrío con malicia.

-Oye amor ¿Te sientes bien? Te ves un poco roja – le digo, Natalia me mira con la boca abierta.

-Si, solo hace un poco de calor, dame permiso, quiero salir a tomar aire – me dice, yo solo me hago a un lado y la dejo salir, va apresurada, nosotras nos quedamos conversando con el presentador y su equipo, ahí me doy cuenta que Natalia no ha vuelto, así que solo me pongo de pie para ir a buscarla, la encuentro en la salida de la emisora, ella me ve y empieza a caminar a paso firme, me toma del brazo y me hace entrar a un baño.

-Te odio – me dice apoyando su frente en la mía.

-Me amas – le digo colgando mis brazos en su cuello, ella se aproxima a mi rostro y deja que nuestros labios se rocen con calma.

-Eso no se hace, es maldad, fue cruel hacer ese tipo de cosas – me dice abrazándome, esta vez no hay maldad , solo estamos disfrutando de poder abrazarnos, de tenernos al frente, de poder amarnos.

-Eso se llama venganza cariño, y la venganza es un plato que se sirve frío – le digo acariciando su mejilla, ella me deja un beso en la mejilla, pero deja sus labios pegados a mi mejilla.

-Creo que me dejaste de todo menos fría –me dice riéndose, no puedo evitar reírme con ella – oye, estás muy baja, me está doliendo el cuello.

-Fastidiosa – le digo, pero ella me alza por los muslos y me deja sentada en la fila de lavamanos, me abraza fuertemente de la cintura y luego esconde su cabeza en mi cuello.

-Te amo ¿Sabes? – me dice sin separarse de mí, yo solo la estrecho con más fuerza, no sabe todo lo que me provoca.

-Yo también te amo amor – le respondo dejándole un beso en la coronilla.

-Gracias – su nariz busca la mía, se quedan conectadas, rasándose con ternura.

-¿Por qué? – le pregunto intentando que me mire, que abra los ojos.

-Porque me salvaste, me enseñaste que tengo por quien vivir, que te tengo aquí, me mostraste que debía valorarme, de verdad te amo – me dice ella, tomo sus mejillas y le doy un delicado beso, ella suspira y me sigue el beso, es pausado, sin ninguna malicia, es con amor, estoy tan perdida en sus labios que no siento la puerta abrirse.

-¿Makis? – esa voz la conozco, pero no tengo el valor de mirar, no puedo.

¿Cómo te atreves a volver? - (Ventino) [Makia]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora