NEVER FORGET YOU

XX

En la habitación iluminada por la luz del día, las jóvenes seguían durmiendo plácidamente bajo el calor de la naturaleza. Soñando con lograr sus metas propuestas. 

Con pocos minutos de diferencia cada una de ellas fue despertando. Todas se habían quedado dormidas después del juego, que no llegaron a terminar, y por eso bostezaban incluso cuando dejaron la casa de Lisa. 

Había sido una noche divertida y agradable. 

La joven de ojos esmeraldas continuaba su mañana, ordenando su hogar para luego prepararse e ir al trabajo. 

Había decidido ayudar en el día libre que tenía para que así la calidad y atención de la cafetería mejorara. 

Angela y la señora Aysel la recibieron con el cariño de siempre y con el apoyo de todos sus compañeros pudo terminar su turno. 

Con el clima tan cálido, caminaba con una sonrisa invisible dirigiéndose hacia aquel río que calmaba las preocupaciones de su corazón. 

El viento, las flores y el sonido del agua le agradaba tanto, le parecía relajante.  

Sentándose en el suave pasto, abrazaba sus piernas como solía hacerlo de pequeña y contemplaba el cielo de tonos naranjas mientras apoyaba su cabeza en sus rodillas. 

— Estoy aquí, Lisa. 

Siempre reconocería a esa voz. Sin importar como, jamás la olvidaría. 

 — Tardaste mucho, Shouto. 

Levantó su rostro, viendo que estaba sentado junto a ella.  

Sabían lo que iban a decirse, aunque había silencio el ambiente no era incómodo para ellos. Por cortos minutos ambos se miraban y depués la apartaban para después volverse a encontrar.  

— Perdón. — le dijo Shouto, bajando la mirada con tristeza, abrazando sus piernas al igual que ella. 

— ¿Perdón... Por que? — su voz se mantenía firme a pesar que tenía ganas de llorar. 

— Por todo lo que he hecho. 

Cuando ella lo abrazó, sus lágrimas comenzaron a caer, la había extrañado todo ese tiempo. El también la abrazó, llorando en silencio sobre su hombro. 

— Tonto. Te extrañe tanto. 

Las gotas de agua también mojaban sus mejillas, pero aliviaban el tiempo que había decidido no mostrarlas. 

Acariciaba su cabello color rojo y blanco con dulzura, transmitiéndole calma y protección. 

Ambos se volvieron a encontrar justo en el lugar en el que se conocieron. Pocas cosas cambiaron pero dentro de ellos aun existía la niña tímida y el niño de ojos con luz cálida, eso no había desaparecido.