XLVII

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Lisa estaba abrumada en la multitud y en el barullo; atrapada y confundida, resistiendo a los empujones y golpes que originaban la desesperación.

Se sentía perdida y vulnerable a cualquier peligro. Y el miedo de estar sola regresaba a su pecho como un vacío en su corazón que le asfixiaba constantemente. 

— "Ahora es tu turno"

Aquellas palabras despertaron en Lisa una conmoción ante la victoria final del símbolo de la paz.

— ¡All Might!

Pero, lo que para otros causó tranquilidad y alivio, para Lisa, el presenciar la última batalla del héroe número uno, le provocó un sentimiento de congoja.

— Hayami, tenemos que reunirnos con los demás. — le habló Kirishima al verla perdida frente a la pantalla gigante.

La pelinegra asintió con la cabeza, siguiendo el camino que le indicaba el chico. 

Los temblores en su cuerpo no se detenían, a pesar que trataba de calmarse y seguir avanzando.

Hayami tenía la mirada baja y los brazos cruzados, abrazándose a si misma para protegerse del viento helado que la empujaba a caer en el abismo.

— ¡Lisa!

Pero ese frío desconsolador se desvaneció con la calidez de los brazos que rodearon su frágil cuerpo, formando un nudo en su garganta al experimentar la variedad de emociones que tenía acumuladas.

— ¿Estás herida? ¿Te hicieron algo? —  preguntaba Todoroki con la voz agitada y preocupada, la mirada nublada y el corazón latiendo con fuerza al verla a salvo. — ¿Esta-

Los ojos cristalizados de Hayami rompieron en lágrimas incontrolables al volver a esos orbes de color turquesa y gris que brillaban con la luz del mañana azul.

— Shouto... — Lisa le sonrió con nostalgia, tomando con delicadeza las pálidas mejillas del muchacho, haciéndole sentir su presencia con el toque de sus manos. — No debes preocuparte más... Ahora estoy aquí.

Los ojos heterocrómicos de Todoroki contemplaban el rostro de la muchacha, notando la melancolía en su sonrisa y en sus ojos verdes.

— Yo... — trató de pronunciar, con la voz ligeramente quebrada.

Lisa no quería que él se sintiera culpable. Pero cuando trató de hablar, la policía llegó para llevarla a un interrogatorio donde el paso de las horas parecía eterno.

Al llegar a la estación, Hayami y Bakugou pasaron a una sala cerrada, en la que permanecieron sentados, limitándose a escuchar a la unidad policial.

Y tras varias preguntas, finalmente veían la hora para irse a casa.

— Para terminar, seamos directos. — el policía se acomodó en su silla, apoyando los codos en la mesa. — Tomaremos medidas para asegurar su bienestar, y su crecimiento como héroes. — explicó, en pocas palabras.

— Así que, básicamente nos vigilarán. — susurró Lisa, deduciendo lo que trataban de justificar con esas palabras de preocupación.

— Hablaremos con sus apoderados de forma más detallada. — argumentó el mayor, sin dar más información.

— Ya veo.

Al terminar de hablar con los estudiantes afectados, el jefe se levantó para atender una llamada en su teléfono, y ordenó a sus subordinados que se hicieran cargo de los jóvenes.

Los padres de Bakugou fueron los primeros en llegar, y aunque se ofrecieron a llevarla a casa, los agentes no les dieron el permiso.

Así que la señora Mitsuki, al verla sola y asustada en ese lugar lleno de gente desconocida, esperó un poco más junto a ella hasta Endeavor cruzó la puerta de la comisaría.

— Lamento que mi tonto hijo te haya involucrado en esto. — habló la mamá de Bakugou con pesadumbre, poniendo un rostro afligido y preocupado por las cosas que pasaron.

Hayami negó las palabras de la mujer, y le agradeció su compañía, para después despedirse al ver que Todoroki Enji había terminado de hablar con la policía.

La ojiverde se dirigió hacia su tutor, perdiendo la confianza con cada paso que daba.

— Lisa. — la voz grave del hombre resonó en sus oídos, pero no quería mirarlo, porque sabía que al verlo a la cara  recordaría todas las preguntas que él jamás quiso responder.

No quería escuchar más mentiras.

La pelinegra apretó sus puños al acordarse de las palabras de aquel villano, empezando a cuestionar las ideologías que antes defendía con firmeza.

— Señor Todoroki, ¿Que le dijeron? — preguntó la menor en voz baja, sin atreverse a levantar la cabeza.

— Hablaremos después. — soltó con un suspiro cansado y hostigado, manteniendo su típico ceño fruncido y sus ardientes llamas en el rostro. — No te quedes atrás. Camina rápido.

Las piernas de Lisa se movieron por obligación, siguiendo el paso del héroe profesional.

— Usted... Jamás me lo dirá.

La oscuridad de la soledad consumía pedazos de su alma, y la culpabilidad terminaba de romper su caparazón, dejándola desnuda en la intemperie.

NEVER FORGET YOUDonde viven las historias. Descúbrelo ahora