XXXIX

319 47 35
                                    

A pesar de haber dormido cómodamente, Lisa tenía mucho sueño, al igual que sus otros compañeros. Sus párpados se cerraban momentáneamente y solo su consciencia quedaba despierta.

Con algo de esfuerzo escuchaba a su profesor y con pereza levantaba la vista al cielo de tonos grises y azules, presintiendo con un suspiro tímido que su mañana sería más agotadora de lo normal.

Y así fue.

Aizawa fue el encargado del entrenamiento de Lisa, y no la dejo descansar hasta ver un avance en su kosei.

- Hayami, ¿Sabes cuál es el problema?

De hecho, la pelinegra tenía varias ideas de lo que podía ser, aunque definir una sola le causaba problema.

- No se controlarlo totalmente. - alzó los hombros y apretó su brazo derecho de forma inconsciente.

- Sí. Pero ese no es el problema principal. - dijo Aizawa, viendo el rostro pensativo de su alumna. - El problema es que no lo conoces completamente, y el segundo más importante, tienes miedo de ti misma.

Lisa escuchó atentamente a lo que decía su profesor, buscando algunos datos que conocía de su kosei. Y tenía razón, no tenía muchos.

- Entonces Aizawa-sensei...

- Libera todo tu poder, tú misma te darás cuenta.

- Pero, ¿Y si-

La muchacha se estaba alterando, imaginándose el peor escenario.

- Lisa, no tengas miedo. - la detuvo, devolviéndole la calma. - Si pasa algo malo borraré tu kosei. Además, como ves, aquí hay varios héroes que nos están apoyando.

Lisa asintió con la cabeza, alejándose del héroe y siguiendo las indicaciones que le había dado.

Aún con dudas en su mente, la ojiverde dispersó su fuego en su alrededor, tratando de olvidar los recuerdos tristes.

Cerró los ojos y levantó sus brazos, desatando su fuego ardiente. Su cuerpo se escondía entre las llamas azules y sus ojos verdes apreciaban la fuerza que emanaba su ser.

Su alma fragmentada, su mente inestable.

Lisa sentía que pronto desaparecería y que quizás alguien más tomaría control de su cuerpo.

No dejaría que fuera así, ella quería seguir siendo la misma persona.

«Déjalo Lisa, déjamelo a mí» regresó aquella voz parecida a la suya, causándole un dolor de cabeza al escuchar sus risas exageradas y ansiosas. «Vamos Lisa, no escapes de mí»

Se escuchó como una explosión, y sus llamas se volvieron más violentas, salvajes e incontrolables.

Aún así, Hayami repetía en su mente los recuerdos más lindos y felices en su vida, tratando de conseguir el control.

De repente gritó muy fuerte y aquello que trato de realizar fue perdido.

- ¡Lisa!

Oyó a su profesor llamarla. Quería detenerse, pero su cuerpo no respondía a sus órdenes.

Sus llamas formaron un intenso remolino que la atrapaba, y su mente cada vez fue tornándose más borrosa y confusa.

- Hayami, despierta.

No supo cuanto tiempo había pasado. Aunque aseguraba que solo eran pocos minutos en los cuales sus demás compañeros corrieron a dónde ella estaba.

- Lisa, ¿Estás bien? - entre todas las voces que sonaban al mismo tiempo, la pelinegra asintió a la que conocía desde niña. Levantando la mirada y dando una sonrisa a todos sus amigos para que no se preocuparan.

- Todos vuelvan a su entrenamiento. - indicó una de las Pussycats al ver que la pelinegra se encontraba en mejor estado.

- Es suficiente Hayami, seguiremos luego. - Aizawa la ayudó a levantarse, y giró haciendo una señal para que todos volvieran a sus lugares. - Todoroki, llévala a la enfermería con Mandalay.

- ¡Aizawa-sensei! Descubrí algo. - afirmó agitada y con la voz entrecortada por algunos segundos. - El fuego no me lastima fácilmente, y mi ilusión hace parecer que puedo transformar mis llamas en lo que piense, pero, solo es una ilusión. Además...

Parecía Midoriya en ese instante, tan emocionada por los nuevos conocimientos.

- Lo hiciste bien, Lisa. - aunque el héroe trató de sonar como apoyo, su tono habitual lo convirtió en una frase seria. Definitivamente no era bueno en eso. Pero ella sabía cuáles eran sus intenciones, así que lo entendió perfectamente. - El campamento aún no termina, sigue esforzándote.

Hayami miró a Todoroki, con una sonrisa radiante y el rostro emocionado. Y el le sonrió de forma discreta, felicitando por su logro.

Juntos se dirigieron dónde se encontraba la heroína profesional y después de recibir algunos cuidados regresaron a su entrenamiento hasta el atardecer.

Todos llegaron agotados y sin ganas, recibiendo como sorpresa que ellos mismos tendrían que cocinar.

Gracias a Iida pudieron animarse un poco y empezar a preparar los alimentos.

Así, hambrientos, disfrutaron la cena con mucha energía.

Shouto y Lisa se sentaron en la mesa más cercana al bosque, junto a Koda, Shoji y Sato.

Al ver a Midoriya, la pelinegra de ojos verdes decidió llamarlo, pero se dio cuenta que estaba parado con la mirada en los árboles, más bien, en aquel niño que se alejaba de la luz del campamento.

- Oye, Midoriya. - se acercó a él con un plato de comida, haciendo una seña para que siguiera al niño de gorro rojo y con pequeños cuernos como adorno. - Si demoras más, no podrás alcanzarlo.

- ¡Muchas gracias, Hayami-san!

Partió rápidamente, en dirección al profundo bosque.

- ¡Oye, Midoriya. No te olvides de cenar! - gritó, sintiendo que no la había escuchado claro.

Ahí estaba ella gritando como "loca", captando las miradas de los demas.

Quizás después plantearía una pequeña venganza hacia el chico de pecas por haberla ignorado... No, mentira. Ella solo bromeaba.

Corrió de nuevo a su mesa, escondiéndose al costado de Shoji y Shouto, continuando su deliciosa comida.

- ¿Pasó algo? Todos están... - preguntó Shouto de forma espontánea.

- Aquí no pasó nada... - Lisa hizo un movimiento con sus manos, riendo sarcásticamente.

Al final de la noche, todos fueron a dormir y al siguiente día casi todo fue similar al anterior, con la diferencia que Lisa entrenaba con Tiger y que terminó con varios raspones y moretones.

Lo peor fue cuando por casualidad le golpeaban sus brazos y ella solo sonreía para aguantar el dolor.

Por eso, cuando sólo quedaba por pelar las verduras, se alejó un poco de los demás y con algo de dificultad pudo lograr sentarse.

- Te encontré...

- ¿Shouto? - se sorprendió por lo concentrada que estaba, y se asombró más cuando el se arrodilló frente a ella para ponerle una bandita sobre su mejilla y sus rodillas.

- Tu cara estaba raspada. - dijo mientras movía una caja para sentarse.

- Gracias. - sonrió con cansancio, levantando la mirada, visualizando el rostro sosegado y la sonrisa apacible en sus labios.

«Díselo ya, Lisa»

NEVER FORGET YOUDonde viven las historias. Descúbrelo ahora