XXIII

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Todoroki y Hayami caminaban por las calles tranquilas de la ciudad, conversando sobre todas las cosas que se habían perdido.

Lisa reía por las bromas inconscientes del muchacho, mientras que él preguntaba confundido porque se reía.

Aunque no lo sabía, el era muy divertido.

— Oye, Shouto. — corrió hasta estar adelante, girando para estar frente a él.

— Dime.

— ¿Fuiste a ver a tu madre? — le preguntó sonriendo mientras caminaba hacia atrás.

— Sí. — sonrió con calidez, recordando los momentos que pasó junto a su madre en el hospital.

— ¿Cómo fue? — siguió preguntando emocionada al verlo feliz. — ¿Qué te dijo?

Lisa era la luz de Shouto, aquella que siempre le esperaba y guiaba para llevarlo a casa. Era quien lo protegía de la oscuridad con su brillo y calidez.

El recién comprendía, que ella estaba a su lado por decisión propia y no por un arreglo.

— ¿Shouto? — Lisa parpadeó varias veces al fijarse que el muchacho estaba inmóvil.

Se acercó a el, levantando la cabeza para mirarlo directamente, ya que era más alto que ella.

— ¡BESALO YA! — gritó una voz conocida, de una chica rosa para ser precisa.

— ¿Eh? — pronunciaron ambos, quedándose inmóviles por unos segundos.

Lisa rió nerviosa, con ganas de perseguir a su amiga. — Que extraño, me pareció oír algo.

— Pero, de hecho ...

— Olvídalo no fue nada. — miró con disimulo a Mina, que levantaba los pulgares con una sonrisa enorme y brillante. — Vamos a la cafetería, hoy es mi día de descanso.

— Pero...

— No te preocupes. — tomó su mano, haciendo que saliera de su mundo.

«Su mano es muy cálida»

NEVER FORGET YOUDonde viven las historias. Descúbrelo ahora