LXV

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La gente dice que los días soleados son alegres, y los lluviosos deprimentes. Asumen eso porque eso dicen los demás.

Pero, estaban equivocados. Porque las tardes anaranjadas y resplandecientes pueden ser amargas, como también los días lluviosos pueden llegar a ser alegres e incluso considerados los más hermosos.

Y ese día, cuando el brillante atardecer pintó el cielo de tonos cálidos, fue inevitablemente el más amargo.

Y ese día, cuando el brillante atardecer pintó el cielo de tonos cálidos, fue inevitablemente el más amargo

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— HA-YA-MI

Uraraka interrumpió los pensamientos de la joven de ojos verdes que estaba concentrada en terminar pronto sus tareas.

— Te ves muy pensativa estos días, Lisa-chan. — dijo la castaña con una risa nerviosa al ver que ella no le estaba prestando atención.

Sabía que Lisa no solo tenía un rostro pensativo y preocupado por estar enfocada en los temas pendientes que debía repasar para el próximo examen.

Uraraka intuía que era algo más lo que la tenía tan angustiada, y no era la única en pensarlo.

— ¡Ya sé! Es por las licencias. Yo también estoy nerviosa.

— Uhm, si. — habló Lisa sin prestar mucha atención, ya que estaba a mitad de resolver uno de los problemas matemáticos de su libro.

— ¡Pero obtendremos nuestras licencias, ya verás!

Lisa le sonrió levemente. No tenía ganas de hacerlo, pero tampoco quería ser grosera con ella.

— ¿Cómo resolviste ese ejercicio? — preguntó Ochako, asombrada por la habilidad que tenía Lisa con los números. — A mí no me sale el mismo resultado.

Lisa comenzó a explicarle paso a paso, con un lenguaje que Uraraka pudo entender sin dificultad.

— Lisa-chan eres muy inteligente.

La chica rió bajito. No estaba acostumbrada a recibir halagos, así que sólo atinó a sonreír levemente. 

— Oh, Todoroki. — dijo Ochako saludando amablemente al chico de ojos bicolor. — ¿Vienes a hacer tareas?

El negó con la cabeza, en realidad quería hablar con Lisa. Pero al ver que estaba ocupada, lo mejor era dejarla terminar y conversar en otro momento.

Aunque Uraraka fue más perceptiva y lo invitó a sentarse. Luego ella se disculpó y se retiró para dejarlos hablar.

— ¿Pasa algo? — preguntó Lisa al ver que él no dejaba de mirarla.

Lisa siempre había sido muy intuitiva, y esa vez no era la excepción.

— Oye, Lisa... — habló el chico luego de varios minutos.

NEVER FORGET YOUDonde viven las historias. Descúbrelo ahora