NEVER FORGET YOU

LIV

"No te quedes atrás. "

Las palabras de su profesor la incentivaron a correr sin parar, liberando su fuego ardiente y violento que deseaba rebelarse incansablemente.

Mantenía ocupada su mente, desapareciendo las palabras hirientes que aplastaban su estabilidad emocional, y dejaba manifestar su poder sin contenerse, porque ya no quería volver a sentirse vulnerable.

— ¿Porqué lo haces?

— ¿De qué hablas?

— ¿Porqué quieres ser una heroína?

Otra vez. Esa personalidad regresaba solamente para confundirla más.

— Oh. Ni siquiera sabes porque. Qué decepción. ¿Y piensas seguir sin tener un motivo claro?

Tenía razón, debía admitirlo. Desde su secuestro había perdido sus sueños y trajo el replanteamiento de los ideales que antes creía justos.

No sabía porque luchaba.

— ¿Porqué quieres proteger a los demás? Esas personas te hicieron daño. Te arrojaron piedras cuando eras niña y ahora te vuelven a atacar sin dar la cara. ¿Porqué insistes en protegerlos? Mejor quema todo, déjame yo lo hago.

Su otra personalidad era lo opuesto a ella; era directa, objetiva, segura, siempre sonaba firme, buscaba su propio beneficio y jamás parecía arrepentirse de sus palabras o acciones.

— ¿Vas a responder? Me estoy aburriendo, Lisa.

— No quiero rendirme. — murmuró sin poder enfrentar a la otra existencia habitando su mente.

— Que respuesta tan vaga... — la oyó reír antes de sentir como tomaba el control de su cuerpo. — Así no convences a nadie.

Un camino ardiente nació al ritmo de los pasos de la joven de ojos verdes y cabellos negros, quemando todo a su paso sin remordimiento.

Las rocas se calentaban y las cenizas de su uniforme quemado se dispersaba en medio de sus llamas azules.

A pesar de habitar en el mismo ser, no entendía porque Lisa se esforzaba por proteger a esa sociedad hipócrita que no paraba de minimizar su dolor.

Era completamente inexplicable.

Había nacido en la mente de Lisa para protegerla de esa gente, y fue Lisa quien inconscientemente la creó para protegerse de los maltratos que recibía. Pero, ¿Porque no la dejaba hacerlo? Ni siquiera la aceptaba, no la reconocía.

Ella quería ver el mundo arder, y Lisa quería ver el mundo florecer.

— ¡JA!

Odiaba eso. Era una completa farsa, ambas estaban enojadas, llenas de rencor y desconfianza.

La llama en sus manos creció, envolviendo su cuerpo en en brillo azul ambivalente.

— ¡Lisa! ¿Estás bien? — se oyó la voz de un chico que corría en su dirección al ver las crecientes llamas.

Pero la Lisa que él conocía no estaba.

— Cállate.

El fuego creció considerablemente, haciendo retroceder al joven que le resultaba conocido.

— Escúchame... Todo estará bien. — él congeló la superficie, creó bloques de hielo, y con dificultad pudo apagar las llamas azules que había en el camino.

— No te acerques.

Lo recordaba, Todoroki Shouto se llamaba, era el amigo de Lisa, ese chico, el que siempre estaba en sus recuerdos.

— ¿Por qué dices eso?

— Nada estará bien, estás mintiendo. Vete.

Él parecía no escuchar.

— Sé que todo estará bien porque, yo confío en ti Lisa.

— Yo no soy ella. Así que tu no confías en mí.

Todoroki no comprendía lo que sucedía, estaba totalmente confundido. Sabía que Lisa tenía dos personalidades, lo había visto en el Festival deportivo y ella misma lo confirmó delante de sus compañeros, pero a pesar que no entendía del todo, había algo que le permitía decir lo que pensaba sin dudarlo.

— Te equivocas. — argumentó, sentándose frente a ella, mirándola a los ojos sin miedos ni inseguridades. — También confío en ti.

— Eres idiota. La persona en que con-

— La persona en que confío está frente a mí. — dijo sin inmutarse. — Yo creo en ti porque formas parte de Lisa, y ella forma parte de ti.

— Eso no fue lo que dijiste cuando peleamos en el Festival. Espera, ¿Qué dijiste? Ah sí, claro: "Tú no eres Lisa" ¿Porqué te contradices ahora?

Estaba a la defensiva, sin creer ninguna palabra.

— Lo recuerdo. — él puso una mano en la frente de la muchacha, causándole sorpresa, y con su frío redujo lentamente el calor que la asfixiaba. — Tenía ideas diferentes en ese momento... pero ahora me doy cuenta de lo equivocado que estaba. Discúlpame.

Sonrió con sinceridad y por primera vez, esa personalidad, aún sin nombre, sintió que por fin alguien creía en ella.