Capítulo 1

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No tener padres nunca ha sido bueno, pero en el año 2345, es de las peores cosas que te pueden pasar.

El mundo, la sociedad y las ciudades evolucionaron con el paso de los años. Una de las más avanzadas es Seattle. Los habitantes de la ciudad de Seattle se dieron cuenta de que si la ciudad había evolucionado tanto, debían evolucionar otras cosas, como el entretenimiento. Y el primer hombre en darse cuenta de aquello fue Arthur Winston, quien creó un programa donde cuatro equipos entraban en un edificio y el primer equipo en conseguir escapar ganaba.
Lo llamó Escape.

Se creó una empresa que entrenaba a los concursantes hasta hacerlos perfectos para el juego. Después de celebraba una ceremonia de elección donde las personas con más dinero de la ciudad asistían y "pujaban" por su equipo favorito. Cuanto más dinero apostaban más conseguirían si su equipo ganaba, pues su premio era el doble de su apuesta.

Los orfanatos eran los mejores lugares donde conseguir a los concursantes, niños sin nada que perder. Helena solo tenía diez años cuando la reclutaron, la sacaron del orfanato y la llevaron a Élite, el centro de entrenamiento. Apenas le explicaron nada, le pusieron una pulsera en la muñeca derecha con el número 217 y la llevaron a una sala vacía.

En la sala sólo había dos sillas, una frente a otra, así que Helena decidió sentarse en una. Sus pies apenas rozaban el suelo y entonces, la puerta se abrió. Solamente entró un niño que se sentó frente a ella.

-Hola.- Dijo ella.

-Hola.

-Me llamo Helena.

-Yo Alec.

-¿Tú sabes por qué nos han traído aquí?

-No. ¿Y tú?- Helena negó con la cabeza, y Alec se acercó un poco a ella.- Pero creo que tiene que ver algo con Escape.

-¿Ese concurso de la televisión?

-Si.- Alec bajo un poco la mirada y vio que Helena también tenía una pulsera, igual que la suya.- ¿Qué número tienes?

-217.- Dijo levantando la pulsera y después Alec levantó la suya.

-217. ¿Deberíamos preocuparnos?

-No. Yo creo que incluso es algo bueno.

-¿En qué sentido?

-A lo mejor tenemos que ser amigos.- Alec sonrió.

-Puede que si, puede que no. Pero me gustaría ser tu amigo.- Helena también sonrió.

Durante los siguientes ocho años, Helena y Alec descubrieron que los números de sus pulseras les declaraban compañeros, por lo que todo tendrían que hacerlo juntos: entrenar, estudiar... Incluso sus cuartos estaban uno frente al otro. Ambos habían crecido hasta convertirse en dos jóvenes preparados para todo.

Una de las pruebas que repetían con frecuencia en las pruebas físicas era la pista de obstáculos. Alec siempre había sido más rápido que Helena, o Hell, como había empezado a llamarla todo el mundo ya que en opinión de muchos, enfrentarse a ella era un infierno.

-Oye, no te quedes atrás.- Le dijo Alec cuando salió primero de pasar por debajo de una red como en el ejercito.- Si somos compañeros no podemos tener tanta diferencia.

-Tu preocúpate por llegar a la meta.- Dijo ella al salir.

Normalmente el resto de integrantes de Élite podían observar las pruebas del resto, y cuando Hell y Alec se retaban, era un espectáculo digno de ver.

La última prueba era subir por la pared de escalada, y por muy rápido que fuera Alec, aquello siempre le frenaba. Tenía miedo a las alturas desde que era pequeño, pero prefería enfrentarse a ello antes que dejar que Hell le ganara.

Comenzaron a subir bastante igualados, hasta que a Alec se le ocurrió la brillante idea de mirar hacia abajo y entonces le entró el pánico. Se quedó clavado donde estaba incapaz de mover ningún músculo.

-Eh, ¿estás bien?

-Es el maldito vértigo.- Dijo mirándola.- Otra vez.

-¿Quieres que vayamos hacia abajo?

-Pero, ¿y la carrera?

-¿Qué carrera?- Dijo Hell cogiéndole de la muñeca para que se relajarse y después bajaron hacia el suelo.

-¿No hay ninguna pastilla o algo que pueda tomar para dejar de tener vértigo?- Se quejaba Alec.

-No lo creo.

-Deberías librarte de ese miedo cuanto antes.- Dijo Miles, su entrenador, al acercarse a ellos.- En Escape puede perjudicarte gravemente.

-Pero si ni siquiera sabemos que pruebas va a haber. Las cambian todos los años.

-O si van a elegirnos este años.- Alec se cruzó de brazos.

-Ambos habéis cumplido dieciocho este año, y recordad lo que siempre dicen...

-El público prefiere una joven promesa a una vieja leyenda.- Dijeron a coro.

-Lo decís cómo treinta veces a la semana.

-Así no se os olvidará.- Dijo y se marchó.

-Necesito un batido.- Dijo Hell mirando a Alec.- ¿Vienes?

-Si, vale.

EscapeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora