Capítulo 38

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Hell pensaba que nunca tendría que volver a aquel lugar. Ni siquiera sabía si sabría llegar, pero no le resultó tan difícil como pensaba. Aunque lo más difícil para ella fue quitarse el casco y quedarse de frente a las instalaciones de Élite, otra vez.

No sabía si la recivirían bien o no, así que decidió colarse por la parte trasera e ir con la capucha puesta. Todo seguía igual, como si nunca se hubiera ido. Miró su pulsera por si se había activado de nuevo pero no era el caso, seguía apagada, lo cual era bueno.

Todo el mundo iba de un lado a otro como si no les importará que ella hubiera vuelto, hasta que de repente vio a Tracy al otro lado del pasillo. La niña se quedó mirándola y cuando Hell sonrió, ella corrió a abrazarla.

–¡Estas aquí!– Decía ella contenta.

–Si. Me alegro de verte.

–Y yo me alegro de que estés bien.– Dijo al separarse.– ¿Escape es tan duro como parece?

–Peor.

–Ya no se si quiero jugar...

–No pasa nada, Tracy, me ocuparé de eso. Escucha, no puedes decirle a nadie que estoy aquí.

–¿Por que?

–Por precaución. Tengo que encontrar a mis amigos, así que recuerda: yo no he estado aquí.

–Vale.

–Te prometo que volveremos a vernos. Y volveré para sacarte de aquí.– Hell sonrió y Tracy la abrazó.

–Ten cuidado, por favor.

Tracy volvió a sus quehaceres y Hell fue directa al pasillo de los dormitorios. Por algún tipo de instinto, se vio yendo hacia el cuarto de Alec, que resultaba estar frente al suyo, y al llegar, abrió la puerta y llamó a su compañero, pero no era él quien estaba.

–¿Quien eres tú?– Dijo el chico que estaba allí. Un chico alto y con el pelo negro.

–Soy Hell.

–Bua, ¿eres en serio la ganadora de Escape? ¡Eres alucinante!

–Ya, gracias. Oye, ¿conoces al dueño de este cuarto?

–Soy yo.

–¿Cómo que tu? Este cuarto es de mi compañero, Alec.

–Eh, no. Este es MI cuarto.

–¿Hell?

Ella se dio la vuelta y vio a Nathan extrañado de verla en el pasillo. Hell olvidó al chico del cuarto de Alec y corrió a abrazar a Nathan. Le agradaba ver que no todo el mundo la veía como "la ganadora".

–Dios, como me alegro de verte.

–¿Qué haces aquí?– Le preguntó Nathan aún más extrañado.

–He venido a buscar a Alec.

–¿Por qué?

–No lo sé. Ni siquiera sé si está en Élite.– Nathan apartó la mirada.– Nathan, ¿tu sabes algo?

–Bueno, sé muchas cosas. Ya me conoces.

–¡Nathan! ¿Sabes dónde está Alec?

–Creía que ya lo sabías.

–¿Saber el que?

–No te va a gustar.

–Me da igual. Dímelo.

–Anda, ven conmigo.

Nathan la llevó por la base hasta que llegaron a la sala común de donde salía Taylor. Al ver a Hell, ambas se abrazaron y después, puso la misma cara de confusión de Nathan.

–¿Qué haces aquí?

–Quiere ver a Alec.– Dijo Nathan con los brazos cruzados.

–No es una buena idea.

–¿Tu también, Tay? Dejadme pasar.

Hell se abrió paso y abrió las puertas de la sala común, donde vio a Alec sentado en un sofá con una chica a su lado, pelirroja con el pelo cortado rectamente por los hombros. Hell la conocía, se llamaba Tina y casi todo el mundo la odiaba, por eso no entendía que hacía Alec junto a ella. Aún así se alegró de ver a su compañero y corrió a abrazarle.

–¡Alec! Cuanto me alegro de verte.– Alec la apartó de él pero no retiró las manos de los hombros de ella.

–¿Nos conocemos?

Entones fue Hell quien no entendía lo que pasaba.

–¿Qué? Alec, claro que nos conocemos. Hemos participado en Escape juntos hace menos de dos días.

–Perdona, guapa. Te estás equivocando.– Dijo Tina autoincluyendose en la conversación.– Alec es mi compañero.

–¿Qué...?

–Lo siento, pero no te había visto en mi vida. Me debes estar confundiendo con alguien.– Dijo Alec con una sonrisa sincera.

Hell bajó la mirada hacia la pulsera de Alec y vio que ya no tenía el mismo número. Ahora tenía el 318, como la de Tina. Hell se levantó lentamente negándose a creer lo que estaba pasando y después salió corriendo por otra de las puertas de la sala. Quería salir de allí lo antes posible, pero por los pasillos se chocó con un hombre alto, mayor, con cara de pocos amigos, gafas y un traje lo bastante caro como para arruinar a un hombre con sueldo medio.

–¿Te has perdido, cielo?

–No... No, no para nada.

–Soy Arthur Winston.– Le estrechó la mano aunque Hell estaba más asustada que sorprendida.– Tu debes de ser Hell. Nuestra ganadora de este año.

–Si, soy yo. ¿Qué hace usted aquí?

–Me gusta visitar a mis jugadores de vez en cuando.

–A mi no me visitó en ocho años.

–He estado ocupado.

–Lo suponía...– Se quedaron mirándose el uno al otro durante un minuto demasiado intenso.

–Aclárame una cosa: ¿te llaman Hell por qué todo el que se enfrenta a ti se mete en un infierno?

–Exacto. Yo siempre ganó.

–Lo tendré en cuenta.– Dijo Winston y al marcharse por donde Hell había venido, le susurró algo al oído:– Pero esta vez, he ganado yo.

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