Capítulo 44

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August llevó a los chicos a una cabaña al otro lado de una plaza que había en frente de la cabaña de la que salimos. Había pequeñas luces encendidas en los porches de las cabañas pero nadie seguía despierto salvo ellos.

Al abrir la puerta de la cabaña, todos vieron una estancia enorme y realmente acogedora, lo más parecido a un hogar que había visto nunca.

–Hay habitaciones suficientes para todos.– Dijo August.– Podéis quedaros aquí hasta que todo se aclare.

–Es maravilloso.– Dijo Taylor y después todos entraron. Ojearon todo, pero Hell no llegó a entrar en ningún momento.

–¿Ni siquiera quieres pasar?– Le ofreció August, pero estaba de brazos cruzados y muy seria.

–Llévame con Alec.

August rodeó los ojos con un suspiro y después se alejó de la cabaña. En realidad, Hell se moría de ganas por descansar un poco, tan sólo tumbarse cinco minutos, pero la necesidad de estar junto a Alec después de estar separados tanto tiempo era mucho más fuerte que su cansancio.

August la llevó a una cabaña que estaba cerca de la que habían visitado por primera vez, solo que está era mucho más alta. Al entrar, Hell se fijo que era una especie de hospital. Había camillas vacías y otras estaban ocupadas pero personas heridas, y algunos de ellos parecían bastante graves.

–¿Qué les ha pasado?– Quiso saber ella.

–Cada uno tiene su historia. Algunas largas y otras demasiado cortas. Tú me has pedido que te lleve con Alec, no que te contara sus historias.

–¿Por qué haces esto?– Hell se paró y August se giró para mirarla.

–¿A qué te refieres con "esto"?

–Ayudarnos. A toda esta gente. ¿Como sabes que somos de fiar y que no somos agentes de Élite?

–Se reconocer el dolor en los rostros. No sois de Élite.– Sonrió medianamente.– Os contaré todo lo que queráis saber de mi y de este lugar a tus amigos y a ti mañana por la mañana, pero ahora vamos a ver a Alec.

A Hell le pareció bien. Si no tenían ningún sitio a donde ir, y August les aseguraba que allí estarían a salvo, no tenía prisa por marcharse. Además, después de su huida no creí que ninguno tuviera intención de irse en al menos un par de días.

Alec estaba en una habitación apartada. Estaba sólo, dormido en una camilla con oxígeno conectado. Estaba tan pálido que se le veían las venas más finas de la cara haciendo que pareciera un puzzle.

Hell se acercó y se arrodilló junto a él. Apoyó los brazos en la cama y después apoyo la barbilla en ellos para mirarle.

–¿Qué le ha pasado?– Susurró para no despertarle, parecía tan tranquilo que no quería arrebatarle el pequeño momento de paz.

–Ha perdido la memoria.–
Dijo con un tono normal.– Luego supongo que la recupero y después le trajiste hasta aquí. ¿Me equivoco?

–No...

–Es mucha presión, aunque habría pasado tarde o temprano.

–¿Por qué?

–A tus amigos también le interesará, mañana. ¿Por qué no descansas un poco?

–¿Se pondrá bien?

–Si. Todos os pondréis bien. Descansa.– Dijo dándose la vuelta para marcharse, pero no llegó a hacerlo, ya que Hell le preguntó una última cosa:

–¿Como lo sabías?– August le miró por encima del hombro.– ¿Por qué sabías lo que le pasaba a Alec?

–Porque no sois los primeros con este problema.

August se marchó dejando a Hell arrodillada junto a la camilla de Alec. No se oía nada, ni siquiera el viento soplar en el exterior. Hell consiguió coger la mano de Alec herida, podía sentir que seguía vivo.

Recordó la noche después de que la en cerrarán en la cabina de agua, el miedo que sintió. Ella sabía que Alec se había quedado aquella noche despierto velando por ella, y ahora tenía la oportunidad de devolverle el favor. Él la había cuidado siempre en Escape, y... había caído en la cuenta de que nunca le había dado las gracias.

–Sé que puedes oírme. Sólo quiero que sepas... gracias por todo lo que has hecho por mi.

Hell encontró un sillón al otro lado de la sala, así que lo acercó a Alec, se recostó en el y se quedó con Alec hasta que se quedó dormida.

EscapeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora