Capítulo 20

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Cuando Hell entró en la sala de control, vio a Alec tirado en la cama. Parecía un muñeco de trapo, había tirado la bolsa con las cosas a un lado y tenía los ojos medio cerrados. Hell se acercó a él y le tomó la temperatura.

–Alec, estas ardiendo.

–Lo sé...

–¿Te duele la cabeza?

–No me duele, me va a explotar.

Cuando dijo aquello, a Hell también le dio la sensación de que en su cabeza estaba pasando algo, y no era bueno.

–Nunca hemos estado enfermos y cuando entramos...

–Es verdad, nunca hemos estado enfermos.– Dijo Hell dándose cuenta de ello.– Ni un simple catarro ni nada.

–¿En qué piensas?– Dijo Alec intentando incorporarse.

–¿Recuerdas lo que nos dijo Jane antes de entrar? ¿Eso de que nos habían hecho algo?

–Vagamente.

–¿Y si tiene que ver con esto? Con nuestro ADN o nuestros cerebros...

–Hell, estoy demasiado cansado como para teorías conspiratorias.

Alec se levantó y fue hasta el armario de medicamentos para tomarse algo. Encontró una especie de suero que trataba los dolores de cabeza.

–Creo que voy a tomarme esto.

–Pero ni siquiera sabes lo que es.– Dijo Hell acercándose y cogió otro botecito de suero como el de Alec.

–Es la única medicina que hay.

–Alec, no deberías...

Antes de que Hell pudiera terminar, Alec abrió el botecito y se lo bebió de un trago. No tenía ningún sabor, y cuando Alec volvió a mirar a Hell, la vio mirándole muy seriamente, como si hubiera tomado la peor decisión de su vida.

–No deberías haberlo hecho.

–Pues ya me siento mejor.– Miró el bote.– Esta cosa es super rápida.

–¿Hablas en serio? No te creo.

–Te lo prometo, Hell.– Alec cogió el otro bote y se lo ofreció.– Si te duele algo, tomate esto.

Hell vaciló. Los instintos de su cabeza le decían que no lo hiciera, que no se le ocurriera coger el frasco, pero ella necesitaba que todo dentro de ella se callara y poder tener un poco de silencio. Así que le quito la medicina a Alec de las manos y se lo bebió de un solo trago. Empezó a notar los efectos enseguida, sintió como todo en su mente se calmaba y se hizo la paz.

–¿Lo ves? Esto es una maravilla. Pienso pedir la receta cuando salgamos.

–No lo sé, Alec. Deberíamos tener más cuidado.– Dijo Hell sentándose sobre la mesa del comedor.

–Pues yo me encuentro mucho mejor. ¿Quieres algo de cenar?– Dijo Alec acercándose a la cocina, pero antes de que pudiera hacer nada, le dio una especie de mareo y tuvo que agarrarse a la encimera para no caerse.

–Alec.– Dijo Hell casi en un susurro preocupada acercándose a él al ver que miraba hacia el suelo, no levantaba del todo la cabeza y que respiraba muy hondo.– ¿Estas bien?

–No lo sé... Hace un segundo estaba estupendo.– Hizo una pausa.– Pero ahora es como si me hubieran dado con una bola de demolición.

–¡Lo ves! Te dije que no teníamos que haber tomado esa cos...– Antes de que Hell terminara, sintió lo mismo. Se tropezó y estuvo a punto de caerse, pero Alec la cogió a tiempo.– Dios, ¿que...?

–¿Tu también lo sientes, verdad?

–Si... Creo que voy a pasar de la cena.

–Si, yo también. Si como algo voy a vomitar.

Alec y Hell fueron ayudándose mutuamente hasta llegar a las camas, pero por el camino, volvieron a sentir esa especie de bajada de tensión y ambos cayeron al suelo. Hell intentó llegar hasta el cuerpo de Alec, pero estaba inconsciente y a ella no le faltaba demasiado para perder la consciencia. Aún así, ella consiguió  llegar hasta Alec y quedarse junto a él antes de quedarse inconsciente.

A la mañana siguiente, ambos se despertaron exactamente a la vez, se incorporaron a la vez cogiendo aire y se miraron asustados. La noche anterior lo último que recordaban era estar en el suelo, y ahora estaban cada uno en su cama.

–Dime que anoche llegaste a la cama.– Alec fue el primero en hablar.

–No...

–Vale, esto es muy siniestro.

–Han entrado... Alguien ha entrado y nos ha traído hasta aquí.

–Y Dios sabe que más cosas nos habrán hecho.

–¿Deberíamos tener miedo?

–Yo lo tengo. Pero lo que no tenemos es tiempo. Deberíamos desayunar algo y prepararnos para salir.

Hell no quería admitirlo, pero Alec tenía más razón de la que le gustaría.
Alec preparó algo de desayuno mientras Hell intentaba procesar que les había hecho desde que llegaron a aquel punto de control.

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