Capítulo 5

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Por la mañana, a la hora en que empezaba la prueba de inteligencia, todo el mundo estaba sentado en su sitio esperando a que su respectivo profesor llegara con los exámenes. Alec no paraba de mirar por la ventana pensando en que si todo salía bien, puede que en unas semanas estaría allí fuera.

Diana llegó con su habitual puntualidad. Repartió los exámenes y la hora que tenían para completar el examen comenzó.

Las preguntas eran realmente variadas, como si las hubieran elegido aleatoriamente. Había preguntas desde mitología griega hasta problemas de cálculo. Nathan y Taylor fueron de los primeros en entregar sus exámenes, mientras Alec, a cada pregunta que leía se frotaba los ojos y la leía como mínimo tres veces antes de contestar, Hell se dio cuenta de que su compañero necesitaba más tiempo que ella para terminar, así que espero sentada con el examen terminado hasta que Alec terminó. Se levantaron y entregaron los exámenes a la vez antes de salir.

–¿Qué tal?– Le preguntó Hell nada más salir.

–No lo sé. ¿Y tu?

–Espero que bien, pero no estoy para nada segura.

–Ni yo. La verdad, es que no quiero seguir hablando del maldito examen.

–¿Quieres que vayamos a comer algo?

–Si, por favor.

La cafetería de la base estaba llena de candidatos hablando de sus pruebas. Algunos habían tenido las pruebas físicas por la mañana y otras personas como Tracy, que aún no podían participar, se dedicaban a ir preguntando a todo el mundo como eran las pruebas.

–Al menos, hay un límite de edad para participar.– Dijo Hell mirando como Tracy iba de un lado a otro.

–Sería un horror si dejarán participar a los niños.

–Si, pero muchos de esos niños ya saben como montar un rifle de asalto en menos de un minuto.

–La culpa es de sus padres.

–¿Qué padres?– Vaciló Hell.

–Exacto.

Por la tarde, Hell y Alec se tomaron su tiempo para prepararse para las pruebas físicas. Sabían que ambos acabarían agotados así que descansaron un poco y después se prepararon. Alec salió de su cuarto con una camiseta de tirantes, pantalones deportivos cortos y sus deportivas.

–Hell, ¿estas lista? No quiero llegar tarde.– Dijo tocando la puerta de Hell.

–Ya casi estoy.

Hell abrió la puerta a los cinco minutos. Llevaba un top morado, unos pantalones cortos y unas deportivas. A Alec se le olvidó todo al ver a Hell de aquella manera.

–Alec.– Le llamó Hell chasqueando los dedos frente a sus ojos.

–¿Si?

–¿Estas bien? Te has quedado paralizado.– Dijo mientras se recogía el pelo en una coleta.

–Si, yo es que... No me ha funcionado el cerebro por un momento.

–De verdad...– Dijo Hell riéndose mientras cogía su bolsa y una botella de agua.– Anda vámonos. No quiero llegar tarde.

Hell y Alec fueron juntos hasta el gimnasio, que era donde se celebraba la prueba física. Hell dejó sus cosas donde todo el mundo mientras Alec se acercaba a Nathan, que hacía un barrido con los ojos a todo el mundo con disimulo, ya que todas las chicas iban mas o menos como Hell.

–Tío, si no cierras la boca se te va a empezar a caer la baba.– Le dijo Alec con una sonrisa al llegar.

–Oh, venga ya. No me digas que no se te van los ojos ni un poquito.

–Yo me centro en lo que me tengo que centrar.– Alec se cruzo de brazos y después miró como Hell se acercaba a ellos.

Estuvieron un rato todos juntos mirando la pista de obstáculos que había antes ellos antes de que llegara Miles. Alec no paraba de mirar la pared de escalada, le parecía tres veces más grande que otras veces, y cuando Hell se dio cuenta de ello, Le guiñó un ojo en señal de que no iba a fallarle como la última vez.

–¡Muy bien, chicos!– Dijo Miles al llegar.– Para la prueba física deberéis completar la pista de obstáculos en el menor tiempo posible. Una vez que hayáis terminado, podréis iros a descansar, no es necesario que os quedéis hasta el final.

La prueba se realizó por parejas, así que todo el mundo vio a los que iban primero pero no quedaría nadie cuando se examinarán los últimos, o eso creía todo el mundo, pero resulta que casi todos se quedó hasta el final.

Alec y Hell fueron de los que mejor lo hicieron, conocían el circuito como la palma de su mano así que completarlo como equipo era casi un juego de niños para ellos hasta que llegó la pared de escalada.

–Sube tu primero y no mires abajo, ¿vale?– Le dijo Hell mientras se enganchaban los cables a los arneses.– Yo estaré a tu lado en todo momento.

–Vale.

Alec empezó a subir y Hell no se separó de su lado. Intentó no mirar hacia abajo pero siempre caía en la tentación y al mirar se quedaba paralizado, aún estado a pocos metros del final.

–Alec, no te pares ahora.

–No puedo hacerlo.– Dijo asustado.

–¡Claro que puedes! Sólo tienes que mirar hacia arriba.

–Hell, no...

–¡Vamos, Alec! ¡Mira hacia arriba! Mírame a mi.

Alec devolvió la mirada hacia arriba y vio a Hell alargando la mano hacia él. Al principio, Alec tenía miedo de soltarse, pero después y con un brote de confianza repentino, cogió la mano de Hell que le ayudó a subir un poco más y después ambos consiguieron llegar hasta arriba dando por finalizada su prueba física.

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