Capítulo 16

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Alec sentía tiritar a Hell en sus brazos. La sala de control era muy parecida a la primera, por no decir prácticamente igual, solo que aquí había cosas como ropa de recambio, un botiquín y algunas toallas.

Alec llevó a Hell hasta una de las camas y le dejó una toalla para que se secara.

–¿Cómo estas?

–Como si me hubiera pasado un camión por encima.

–Será la presión del agua que soportaste en la cabina.– Hell agachó la cabeza.– ¿Quieres hablar de ello?

–Sabía que me sacaría.– Dijo mirándole a los ojos.– Que no dejarías que me ahogara.

–Nunca lo permitiría.

–Pero estar ahí dentro, viendo como te agobiabas tanto ahí fuera... Me sentía fatal por no poder ayudarte. Pero a pesar de que el agua no estaba fría, me... me daba mucho miedo.

–Vaya.

–¿Qué?

–Nunca... nunca habías admitido que tenías miedo. De nada.

–Cuando estás a punto de morir cambias de perspectiva.– Sonrió agachado la cabeza.

–Entonces digamos que ninguno lo hemos pasado bien.– Alec también agachó la cabeza y se tapó un poco la mano para que Hell no viera las heridas.

–¿Crees... que me habrían dejado morir?– Alec levantó la cabeza y la encontró mirándole.– ¿Corremos peligro de muerte?

–Ojalá pudiera decir que no.– Bajó la voz.– Pero algo me dice que esto es más peligroso de lo que parece en televisión.

–El Sr. Donovan dijo que saliéramos pasase lo que pasase. Creo que aquí ya nada es seguro.

–Entonces razón de más para salir cuanto antes.– Hell no dijo nada.– Voy a dejar que te seques un poco y te cambies de ropa, ¿vale?

Hell asintió mientras Alec se levantaba e iba al baño a buscar el botiquín. No se había mirado la mano desde que cogió a Hell para sacarla de allí, y ahora que lo hacía con atención, vio que tenía heridas en los nudillos. Se limpió un poco la sangre y después de vendó la mano.

Mientras se limpiaba las heridas, pensaba en todo lo que había pasado y que ahora la posibilidad de perder a Hell se había vuelto real por primera vez en ocho años.

Cuando salió del baño, intentó aparentar que no pasaba nada, pero entonces vio a Hell quitándose la camiseta para ponerse algo seco, con el pelo aún mojado y recogido y se le cayó el botiquín asustandola.

–Lo siento.– Dijo agachándose para recogerlo.

–¿Te... te importaría no mirar por un rato? Solo hasta que me cambie.– Dijo Hell de espaldas.

–Si, si, si. Lo siento, perdona. Voy a... voy a preparar algo de cena.

–Si, vale.

Alec se metió en la cocina dando la espalda a Hell y preparó algo de cena con las manos temblorosas sabiendo que todo Seattle venía como ella se cambiaba menos él. Una vez que estuvo seca, Hell se acercó a Alec y se quedó a su lado mientras cenaba algo rápido de pie junto a la encimera de la cocina, después de aquel día ninguno tenía ganas de comer mucho.

–¿Crees que podrás dormir?– Le preguntó Alec cuando se preparaban para ir a dormir.

–Pues claro. No soy una niña con miedo a todo de repente, Alec.

–Vale, vale. Yo solo era... por si necesitabas a un amigo.

–Solo quiero dormir.– Dijo tumbando se en la cama de espaldas a Alec.

A él le sentó un poco mal la actitud de Hell en aquel momento, él solo quería ayudar. Se tumbó de espaldas a Hell e intentó dormir.

A mitad de la noche, Hell se despertó empapada en sudor frío. Cogía aire en grandes bocanadas, e intentó levantarse y dar un par de pasos por la habitación, pero se tambaleaba y las piernas no le respondían. Se cayó al suelo un par de veces sin poder coger aire. Era como si volviera a estar de nuevo en la cabina pero sin agua. Intentó despertar a Alec pero se le hacía imposible hablar y moverse.

Escuchó su nombre repetidamente mientras seguía tirada en el suelo. Decidió tomárselo con calma afrontando la posibilidad de no volver a ver amanecer y se dejó llevar por la voz que escuchaba hasta que despertó en su cama incorporándose de golpe y cogiendo aire rápidamente. Alec estaba a su lado intentando calmarla y ella intentaba cogerle de la mano.

–¿Qué ha pasado?– Preguntó ella cuando pudo respirar con normalidad.

–Estabas dormida, pero gritabas y de repente, dejaste de respirar.

–¿Ha sido sólo una pesadilla?

–Bastante horrible al parecer.

–No podía moverme, ni respirar ni pedir ayuda...

–Vale, intenta calmarte un poco.– Dijo sentándose junto a ella sin soltar su mano y estuvieron un rato callados.– ¿Mejor?

–Creo que si.

–¿Crees que seras capaz de volver a dormirte?

–No lo sé.

–Inténtalo, y pase lo que pase, recuerda que estoy a tu lado, ¿vale? No voy a separarme de ti.

–Vale.– Dijo Hell volviendo a tumbarse.– Gracias.

–No me las des.– Dijo Alec sentándose en su cama mientras Hell intentaba dormir. Él se quedó casi toda la noche despierto asegurándose de que ella estaba bien.

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