Capítulo 23

54 4 3
                                    

El pasillo era de los más largos que habían recorrido hasta el momento. Estaba decorado como una evolución, empezaron como si fuera de piedra, igual que en la sala de La Esfinge y las piedras se iban deshaciendo a medida que avanzaban hasta convertirse en unas paredes lisas y grises, casi blancas.

La puerta era de acero, puede que acorazada. A simple vista imposible de abrir sin una llave, pero cuando Hell alargó la mano para abrirla, se abrió como si fuera una simple puerta de madera.

Dentro la sala seguía siendo blanca. Había una mesa solo con un cartucho de balas, en frente de ella, en la parte izquierda había una bañera llena de agua aunque dentro de una especie de contenedor transparente. También había dos puertas, una la de salida y otra que ninguno sabia a donde iba.

–¿Por qué tan poca cosa da siempre tanto miedo?

–No lo sé.– Dijo Alec acercándose a la mesa, sacando su arma y cargándola con las balas de la mesa.– Pero ya estoy arto de pasar miedo.

–¿Por qué querrán que tengamos un arma?

–Para pegarnos un tiro cuando no aguantemos más.

–Hablo en serio, Alec.

–Yo también.– La miró.– Dime que desde que tenemos el arma no lo has pensado ni una vez.– Hell tardo unos segundos en contestar.

–No.

–Ya...

–¿Qué quieres decir con eso?

–Nada relevante ahora mismo. Veamos cómo podemos salir de aquí.

–El contenedor parece cerrado herméticamente.

–¿Y que se supone que es? ¿El ataúd de Blancanieves o la bañera de La Sirenita?

–No lo se, pero hace falta una combinación. Hay unos números a la derecha, otros a la izquierda y los signos sumar, restar, multiplicar y dividir. Creo que tienen que sumar lo mismo.

–8, 4, 6 y 6, 3, 2. Casi todos pares.– Dijo Alec arrodilllandose junto al código.

–Y no creo que sea un número muy alto. Ni tampoco un número que sea negativo.

–¿No hay nada más en la sala?

–No.– Dijo Hell dando una puerta.– La puerta de salida parece cerrada, como no. Y luego hay otra puerta... que también está cerrada.

–¿Tiene cerradura o algo? A lo mejor hay que buscar una llave.

–No. Es como si fuera un puerta corrediza.– Intentó moverla.– Pero no puedo con ella.

–Creo que esto ya está.

–¿Ya?– Dijo Hell incrédula acercándose rápidamente a Alec.– ¿Como?

–He pensado en eso de que no debía de ser un número muy alto y entonces he empezado a probar, y tras darme cuenta de que todos eran múltiplos de 12, así que de ahí solo tenía que conseguí el resultado.

–Eres una máquina.

–Bueno, se me dan bien los números. Anda, ayúdame con esto.

Entre los dos levantaron la tapa y el resto de la estructura cayó sola. Dejaron la tapa aún lado y después se acercaron a la bañera. Dentro de ella, en la parte delantera y la trasera había unas placas que sobresalían. Era imposible que una sola persona tocará ambas placas sin entrar en la bañera, pero al meter la mano en el agua, Alec se dio cuenta de que estaba congelada.

–No creí que el agua podría llegar a estar tan fría.

–Está tan fría que duele.

–Intentemos pulsar las placas, ¿vale?

Hell asintió y ambos metieron las manos en la bañera para pulsar las placas. Al hacerlo, la puerta corrediza que parecía cerrada se abrió. Hell Intentó levantarse para acercarse a ver que había dentro, pero al soltar la placa, la puerta se cerró.

–Estupendo. Alguien tiene que meterse en la bañera.

–Yo lo haré.– Dijo Alec.

–¿Estas seguro?

–La última vez te metiste tu.– Dijo Alec quitándose la chaqueta.– Esta vez seré yo.

–No sé lo que hay ahí dentro, Alec. Y tampoco sé lo que voy a tardar en descifrarlo.

–Entonces date prisa.– Sonrió.– No dejes que me ahogue.

–Tu no me dejaste morir, así que yo tampoco lo haré.

Hell sonrió y después Alec entró en la bañera. Tembló nada más meter un pie, y cuando se sentó empezó a respirar tan fuerte que Hell pensó que empezaría a hiperventilar, pero entonces cogió aire y se metió del todo en la bañera.

En cuanto Alec presionó las placas, las puertas se abrieron y Hell entró corriendo. Era una sala no muy grande, solo había espacio para una persona, pero había una tablet en la pared y junto a ella el siguiente código:

 Era una sala no muy grande, solo había espacio para una persona, pero había una tablet en la pared y junto a ella el siguiente código:

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Hell supo enseguida lo que tenía que hacer, así que fue descifrando el código lo más rápido que pudo. A medida que lo hacía, pensaba en Alec en que a cada segundo que tardaba ella buscando una letra era un segundo que Alec seguía bajo el agua,y cuando Hell terminó, se dio cuenta de que no era un menaje, sino una adivinanza.

–Todo el mundo lo tiene pero nadie lo puede perder.– Leyó. No entendía nada, pero pensó en que Alec estaría pensando en ella y entonces empezó a probar respuestas en la tablet.– A ver, no podemos perder el nombre. El miedo. Los ojos. Los sueños.– Ninguna de ellas era correcta.– ¡Oh venga ya! ¡No podemos perder ninguna de esas cosas!

Hell se pasó las manos por el pelo desesperada, todo lo que se le ocurría era incorrecto y de repente lo vio.
Se agachó hasta quedarse casi arrodillada y puso la mano en el suelo, sobre su sombra. Siempre que hubiera luz tendría sombre, y siempre había luz en alguna parte, por lo cual nunca podía perderla. Hell se levantó y probó con aquella respuesta. Y esta vez era la correcta.

Salió de aquella salita al oírse activarse algo, era la puerta abriéndose, pero Alec parecía no haberse dado cuenta, así que Hell gritó. Gritó su nombre con toda la fuerza que podía y entonces Alec salió del agua cogiendo tanto aire que parecía imposible. Hell corrió hasta él y le ayudó a salir y a ponerse la chaqueta. Estaba helado y tiritaba entre los brazos de ella mientras intentaba que el dolor del frío bajará.

–¿Lo... lo has con-conseguido?– Dijo mirándola a los ojos.

–Si. Podemos irnos. Vámonos.

EscapeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora