Hell tuvo que ayudar a Alec a levantarse para salir de allí. Apenas podía moverse y con el simple hecho de estar cerca de él podía sentirse el frío.
Habían preparado la sala común para que quienquiera que se metiera en la bañera helada pudiera recuperarse. Había mantas, ropa limpia, una estufa y una cama de matrimonio. Hell pensó que sería para compartir calor humano por la noche, aunque era un poco raro. Dejó a Alec en medio de la sala y ella fue a buscar unas mantas.
–¿Estas mejor?
–Te-teniendo en cuenta de que sigo empapado...
–Cámbiate de ropa y yo prepararé un par de chocolates calientes.
–¿Crees que-que serás capaz?
–Oye, puede que no sepa cocinar unas tortitas, pero se calentar chocolate en una taza.
Alec sonrió y después fue a cambiarse. Hell preparó los chocolates sin dejar de pensar en todo el tiempo que Alec había aguantado en apnea. Siempre se le dio bien nadar en la piscina pero aquello era diferente. Cuando terminó, se sentó en el sofá dejando los chocolates en la mesita y después Alec salió del baño con ropa limpia, una manta y el pelo aún mojado.
–Eh, te ha quedado bastante bien.– Dijo Alec beber por primera vez de su chocolate.– Aunque está ardiendo.
–No, no lo está. Sólo es que tu temperatura corporal ha bajado mucho.
–¿Aún tengo los labios azules?
–Ya no tanto.
–Creo que después de esta sala mis teorías se confirman.– Dijo Alec tapándose los hombros.
–¿Qué teorías?
–He pensado que... que todos los que no salen de aquí acaban muertos.
–¿Emitirían eso por televisión?
–No sé como es el mundo exterior. A lo mejor ver muertes por la tele es lo más normal.
–Yo también he pensado que nos quieren muertos.– Hell cogió la mano de Alec.– Pero no voy a dejar que maten a nadie más.
–¿Y la oltras torres?
–Primero tenemos que salir de la nuestra para poder sacar a los otros de las suyas.
–¿Vamos a conseguirlo?– Alec bajó la cabeza.
–Vamos a ganar.
Cuando Alec levantó la cabeza, vio a una Hell tan decidida que por un momento pensó que no era ella de verdad.
–¿Qué había en la sala que abrí desde la bañera?– Quiso saber Alec.
–Oh, un código con una adivinanza.
–¿Cuál era?
–Todo el mundo lo tiene pero nadie lo puede perder.
–Es difícil. ¿El miedo?
–No. La sombra. Aunque no entiendo por qué. Hay muchas cosa que no puedes perder, como tú nombre.
–Tu perdiste tu nombre.
–¿Qué?
–Perdiste tu nombre. Cuando Hell nació y Helena murió.
–Yo no perdí mi nombre.– A Hell le tembló la voz.– Pero una madre que me abandonó decidió ponerme un nombre, y yo decidí que no quería ser la persona que mi madre quería que fuera.
Hell seguía apretando la mano de Alec como si no se diera cuenta. Él sí se daba cuenta, y se daba cuenta de que estaba haciendo un gran esfuerzo por no llorar.
–¿Quieres cenar algo?
–No estás en con condiciones para cocinar.
–Sabrás tu para que estoy en condiciones.– Intentó sonreír, Hell se levantó y antes de ir a la cocina, puso sus manos en las mejillas de Alec.
–Sigues estando helado. Tienes que descansar y entrar en calor.
Hell consiguió convencer a Alec de que se quedara sentado mientas ella prepara a la cena. Esta vez se le dio mejor que la primera vez, esta vez, era comestible. Es más, ayudó a Alec a entrar un poco más en calor.
A la hora de dormir, conectaron la estufa cerca del lado en el que dormiría Alec y extendieron mantas sobre las sábanas. Pero ninguno tenía sueño. Estaban mirándose el uno al otro, en la misma cama, cosa que a Alec le ponía nervioso, pero se sentía demasiado mal como para que pasase algo.
–¿No duermes?– Le preguntó Alec.
–¿Y tu?
–Si te dijera que no puedo dormir si estas mirándome así de cerca, ¿te lo creerías?– Hell se dio la vuelta.
–¿Mejor?
–No lo sé.
Hell le miró por encima del hombro y después se acercó a Alec. Cogió los brazos de él y con ellos rodeó su cintura hasta que la abrazó. Alec no sabía que hacer, daba gracias a que Hell no le miraba a la cara porque sentía que se estaba poniendo rojisimo y nerviosismo.
–¿Mejor?
–S-si...
–¿Debería preocuparme por cómo vas a levantarte mañana?
–¿C-como?
–Bueno, eres un chico. Yo una chica. Estamos abrazados en la misma cama...
–Si estás incomoda yo...
–No pasa nada.– Hell le miró.– Confío en ti.– Sonrió.– Hasta mañana.
–Hasta mañana, Hell.

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Escape
AkcjaLo que para algunos es un divertido programa de televisión, para otros es algo con lo que jugarse la vida. Los participantes son entrenados desde niños para participar en un juego donde el objetivo es escapar de un edificio, aunque para ellos, se vo...