Capítulo 34

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La entrevista fue realmente aburrida. Nunca les habían hecho ninguna entrevista a ninguno de los dos, pero lo que Klar estaba preguntando era realmente aburrido.
Hell miraba de vez en cuando a Alec como si le dijera "¿no podemos escapar de esto?". Y entonces llegó la pregunta que todo Seattle esperaba y la que ambos temían:

–Muy bien, y ahora hablemos de la noche.– Dijo Klar y Alec intentó ganar tiempo.

–¿Q-qué noche?

–Oh, vamos Alex, sabes de que hablo.

–Es Alec.– Le corrigió.

–Si, bueno, da igual.– Alec se sintió ofendido.– LA noche, ESA noche donde tembló vuestra torre y la ciudad entera no pudo quitar los ojos de la pantalla.

–No creo que sea para tanto.– Dijo Hell y ambos le miraron con expresiones diferentes: Alec un poco disgustado y Klar emocionado.

–¿No?– Dijo Alec.

–¿Por qué no?

–No creo que toda Seattle estuviera viendo eso.

–¡Créeme que si, cielo! Vuestra franja horaria era la más vista, y superasteis los récords de audiencia. Yo diría que había... cierta tensión sexual ente vosotros.

–¿Cómo dice?– Dijo Hell más enfadada que nerviosa.

–¡Si! Tantas miraditas, cogidas de la manos, sonrisas tontas... ¡Incluso dormisteis juntos! ¡Abrazados!

–Somo compañeros. Amigos desde los diez años. No hay ninguna tensión sexual.

–¿Y por qué tuvisteis ESA noche?– Klar arqueó las cejas.– Alex, estas muy callado con todo esto.

–Me llamo Alec.

–Lo que sea. Tu leíste...

–No. No leí nada.– Interrumpió Alec sabiendo lo que iba a decir.

–Yo creo que si lo leíste.

–¿Alec, de que está hablando?

–¿No lo sabes?

–¿Nos ha visto en lo que usted denomina como LA noche y no sabe si le he contado algo o no?– Intervino Alec.

–La gente solo ve lo que quiere.– Hell se cruzó de brazos.

–O lo que nos gusta ver.

–Pues tal vez, la gente, debería dejar de ver cosas y dedicarse un poquito más a su vida. Sinceramente, parece que no tenéis otra cosa mejor que hacer que quedaros viendo a un grupo de adolescentes estar al bode de la muerte varias veces.– Klar se quedó sin preguntas y entonces Hell se levantó y miró directa a las cámaras.– Damas y caballeros, se acabó la entrevista.

Hell le hizo un gesto con la cabeza a Alec y ambos salieron de allí mientras Klar intentaba explicar a la audiencia lo que había pasado. Hell no dijo nada a pesar de que Alec intentaba que parara, y no se detuvo hasta que estuvieron completamente solos.

–Sabes que ahora estaremos en boca de todos mínimo un mes, ¿verdad?

–Me da igual. Todo esto es una chorrada.– Se cruzó de brazos. – Pero, ¿a qué se refería Klar con eso de que leíste algo?

–No es nada.

–Alec, vamos. Dímelo. Nunca nos hemos guardado secretos.– Alec rodeó los ojos y después resopló.

–Vale, vale. ¿Recuerdas la sala de los relojes en la pared? ¿La de las descargas eléctricas?

–Si.– Hell se estremeció.

–En el ordenador, había un foro donde la gente comentaba cosas en directo. Muchos comentaban acerca de nosotros.

–¿Y que decían?

–Qué teníamos que besarnos. Qué tarde o temprano lo haríamos.– Hell se quedó callada.– Pero tú dijiste que nunca me besarías.– Dijo Alec un poco desilusionado.

–Y tu que tampoco me besarías.

–Pero hicimos otras cosas.

–Si, lo sé.

–¿Hablabas enserio cuando dijiste que no fue para tanto?

–No me refería a eso.

–Por favor, dime que no te acostarte conmigo solo para hacer que la gente no estuviera tan pendiente de nosotros.

–¡Hell!– Escucharon antes de que ella pudiera contestar.

Jane y su padre se se acercaron a ellos. Jane corría, su padre se acercaba más lento tras ella con un maletín gris y una media sonrisa. Cuando Jane llegó hasta ellos, les abrazó a ambos.

–Gracias a Dios que estáis vivos.– Les dijo Jane.

–No ha sido tarea fácil.

–Pero estáis bien, estáis a salvo y...

–¡Y sois mis campeones!– Dijo Owen Donovan y los tres se separaron.– No me habéis decepcionado, y eso es bueno.

–Sinceramente, estábamos más preocupados de salir vivos que de decepcionarle.– Dijo Alec y Owen le puso la mano en el hombro fuertemente.

–Y aún así lo has hecho bien, chaval. Lo has hecho todo muy bien.– Owen sonrió y Alec se sonrojó.

–Papá, por favor...

–Era un simple alago para el chico. Por desgracia, Alec, me han dicho que tienes que quedarte a declarar un par de cosas y contestar algunas preguntas.

–¿Yo?

–¿Él? ¿No podemos quedarnos los dos?

–Lo siento, Hell. Han sido muy claros con eso, a ti tenemos que llevarte a casa.

–Yo no tengo casa.

–Con nosotros.– Le aclaró Jane.

–Pero...

–No tenemos tiempo para ningun "pero".– Hell gruñó.

–Está bien, pero ¿os importaría darnos un segundo?

–Un minuto. Vamos a contrarreloj.

Hell cogió a Alec de la mano y le apartó un poco hasta que ambos se quedaron solos.

–¿Qué va a pasar ahora?– Le preguntó ella sin soltarle de la mano.

–No lo sé.

–Prométeme que todo saldrá bien.

–Lo prometo. Y también prometo que volveremos a vernos, ¿vale? Antes de lo que crees.

–Sería mejor si no tuviéramos que separarnos.

–Pero tenemos que hacerlo.– Alec besó la mano de Hell.– Te lo prometo todo.

–Hell.– Le llamó Owen.– Tenemos que irnos.

Hell volvió con los Donovan y un par de hombres se llevaron a Alec por el lado contrario. No se habían separado desde que entraron a Escape, y Hell nunca pensó que dolería tanto.

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