Capítulo 50

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La mañana del plan, Hell llevaba horas despierta cuando el campamento entero se levantó. Desayunó algo rápido y después volvió a la cabaña a prepararse. Se colgó el carcaj al hombro y enganchó la ballesta en el, después de colocó el arco sobre un hombro y guardó una pistola en la funda de su pierna por si las cosas se torcían demasiado. Aunque esperaba no tener que usarla.

Observó desde la ventana de su cuarto como a media tarde el campamento se dividía en dos: los que irían con Hell y los que se quedaban. Eran más los que se quedaban que los que iban a ayudar, y eso desalentaba a cualquiera.

–Hell.– Dijo Taylor entrando en la habitación.– Todos listos, es la hora.

Todo el mundo esperaba a las chicas en la entrada de la la cabaña. Hell observó a toda la gente y echó rápido sus cuentas, más o menos veinte voluntarios. No eran demasiados para sacar a todo el mundo, ¿cuantos serían en Élite? ¿Mil? ¿Dos mil personas? Nunca se habían parado a pensarlo, pero no eran pocas.

–Si alguien quiere dejarlo, ahora es el momento de quedarse.– Nadie dijo nada, es más, algunos de ellos se agarraban las correas de las armas y levantaban las cabezas orgullosos.– Bien, es hora de irse.

Hell encabezó la marcha por el campamento para irse, y cuando pasaron por delante de donde estaba August, ella le miró pero otros apartaron la mirada despectivamente.

–August habrá sido un buen líder durante mucho tiempo, pero necesitamos a alguien como Hell.– Le dijo Zoe, la mano derecha de August a Chris.

–Aún así, la gente se queda.

–Veremos de qué lado se queda la gente cuando volvamos y hayamos triunfado.

Cuando salieron del campamento, corrieron por el bosque hasta llegar a la frontera donde empezaba la ciudad. Se quedaron escondidos por un momento y Hell se dio la vuelta para repasar el plan por última vez.

–Vale, nos dividiremos en parejas cuando lleguemos a Élite. ¿Todo el mundo tiene claro a qué sección tiene que ir?– Todo el mundo asintió.– Estupendo. Nathan y Jane irán primero para colocar el dispositivo, y después cada grupo entrará y sólo saldrá con el resto cuando el grupo anterior haya salido. Recordad: tres minutos de diferencia.

Él grupo asintió y después salieron hacia Élite. Intentaron pasar desapercibidos todo lo que pudieron. Para los que llevaban más de tres años desaparecidos no fue difícil, pero para Hell y los chicos, fue más difícil. Una niña de aproximadamente diez años se fijo en Hell y se quedó sin habla al ver que era ella, Hell la miró, la sonrió y le hizo una señal para que no dijera nada.

Llegaron al complejo de Élite, donde el grupo se escondió y Nathan y Jane se acercaron al complejo.

Para Nathan fue una pesadilla volver allí después de conocer toda la verdad, pero Jane le devolvía a la realidad. Al fin y al cabo, él era el único que sabía llegar al punto exacto donde tenían que colocar el dispositivo de anulación.

–Aquí.– Dijo Nathan al cabo de un rato.

–¿Aquí? ¿En medio del pasillo?

–No, cualquiera podría desactivarlo.– Nathan abrió una puerta.– En el cuarto del conserje.

Nathan abrió la puerta, entró como un rayo y después la cerró. Colocó el dispositivo en la puerta, en la parte que estaba por dentro y lo activó.

–No está haciendo nada.– Dijo Jane.

–¿Qué esperabas? ¿Una sirena y luces de discoteca?

–Eh... ¿si? Más o menos.

–Sólo tenemos que esperar a que se encienda esta lucecita.– Ambos se quedaron callados mirando.

–No funciona.

–Si que funcionará.

–¡No tenemos tiempo para esto!

Entonces y antes de que se encendiera la lucecita, la puerta se abrió. Era uno de los conserjes de Élite, Nathan le conocía, Jane no. Por eso, y antes de que les delatara, Jane cogió una escoba y le dio el la cabeza dejándole inconsciente.

–¿Pero que haces? ¡Era Ed!

–¿Y a mí que? Yo a ese señor no le conozco de nada.

Antes de que Nathan pudiera volver a quejarse, metieron a Ed en el cuartito y la luz del dispositivo se encendió.

–¡A funcionado!– Dijo Jane contenta.

–Pues claro que ha funcionado, ¿que esperabas?– Jane se río y después le dio un beso a Nathan, el cual le pillo completamente desprevenido.

–Vamos, avisa a Hell y saquemos a todo el mundo de aquí.– Dijo Jane saliendo, pero Nathan se quedó clavado en el sitio hasta que ella le gritó y avisó a Hell por el walkie-talkie.

–Dispositivo activado y en marcha, Hell. Empieza la fiesta.

–Recibido.– Dijo ella y miró al resto.– Vamos, nos toca. Saquemos a todo el mundo de ahí.

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