Las agujas eran tan grandes que no entraban en la bandolera de Alec, y tenía miedo de que sí las metía, acabarían rasgando la bolsa y se caería todo lo que llevaban. Prefirió llevarlas en las manos, bueno, en realidad las llevaba Hell. No las había soltado desde que las cogió en la sala de los candados.
Los pasillos tenían más luz que los primeros por los que pasaron. Ahora había lámparas, antes con suerte tenías alguna antorcha.
Hell abrió la siguiente puerta y llegaron a una especie de oficina. Era muy normal, un escritorio, un ordenador, varios sofás, algún que otro cuadro, una caja junto a la puerta de salida y un mural de relojes.
–Está gente tiene una obsesión insana con el tiempo que me empieza a poner un poco de los nervios.– Se quejó Alec.
–Te entiendo. Pero tienen una razón.
–¿A sí? ¿Cuál?
–Recordarnolos a nosotros.– Apoyó las agujas en la pared de los relojes y miró a Alec.– Recordarnos que debemos salir los primeros o pasará algo malo.
–¿Como de malo? Solo ellos lo saben.
–Te veo con la moral un poco baja.
–Lo sé. ¿Sabes? Nunca creí que diría esto, pero extraño Élite.
–Si, yo también. Echo de menos a Taylor.
–Y al listillo de Nathan.
–Y a Tracy. Dios, me alegro tanto que haya una minoría de edad para entrar aquí...
–Los niños no deberían entrar.
–No deberían exponer a niños como Tracy a la muerte.
Alec conocía bien a Hell y sabía que ahora mismo se estaba imaginando a Tracy en la misma cabina en la que estuvo ella metida hace un día. Alec puso una mano en el hombro de Hell e intentó sonreír, cuando Hell le miró, se acercó hasta él y le abrazó.
Alec se quedó en shock. No solía abrazar a Hell, pero había soñado casi todas las noches con pasar la vida junto a ella, así que aquello era un paso más.
–¿Estas bien?– Le preguntó cuando se separaron.
–Si, si.– Hell intentó sonreír y después bajó la cabeza .– Seattle se tendrá que estar riendo de mi ahora mismo.
–Si alguien se ríe de ti, le partiré la cara.– Hell sonrió.
–Mi héroe.
"Su héroe" pensó Alec mientras ella se acercaba a las agujas de nuevo. Ojalá fuera verdad.
–¿Cuál puede ser la hora?
–¿Eh?
–Está claro que tenemos que poner una hora, ¿pero cual?
–Una hora...
–Prueba con las doce en punto, la hora a la que comienza el juego.– Dijo Hell y Alec probó pero no pasó nada.
–Creo que no.
–¿Las ocho? La primera vez que llegamos al punto de control.
–Nada.
–¿Las tres? El número de salas que hacemos al día.
–Sigue sin funcionar.
Ambos se quedaron pensando el que era lo que no funcionaba. Entonces ambos empezaron a pensar a la vez y como si lo hubieran ensayado subieron las manos de sus pulseras y vieron el número.
–Las dos y diecisiete.– Dijeron a la vez.
Pusieron las agujas en su posición correcta y entonces se abrió un cajón en el escritorio. Ambos se acercaron a el y cada uno cogió uno de los dos objetos que había dentro: una linterna de luz ultravioleta y una pistola.
–No tiene balas.– Dijo Alec, que había cogido el arma.
–No sé si eso es bueno o malo. Voy a revisar la sala con la linterna. El código para abrir la caja no estará lejos.
Mientras, Alec se sentó frente al ordenador, movió un poco el ratón sin querer y vio que estaba encendido y con una página de un foro abierto. Estaba activo y no paraban de llegar mensajes acerca de Escape.
"Este años es de los mejores!!"
"Héctor es alucinante. 😏❤️"
"Cuanto han pagado por Gwen y Travis??"
"Dios, que alguien me diga que Evan y Angy no están juntos 🤮"
"A nadie le parece que Brittney es un poco estúpida??"
"Que mal lo he pasado con Hell en la cabina 😨😨"
"Por favor, que Alec bese a Hell de una veezz!!"
En cuanto Alec leyó aquel último comentario, se alarmó. ¿Tan evidente era que le gustaba?
–Eh.– Escuchó a Hell acercarse y minimizó la página antes de que pudiera leer nada.– ¿Hay algo en el ordenador?
–No, nada. Creo que está solo para despistar.
–Estupendo.– Dijo irónica.– Creo que he encontrado el código en una de las agujas. ¿Te importaría?
–Para nada.– Dijo Alec acercándose a la caja.– Dime.
–35. 82. 17. 64.
Alec tecleó el código en la pantalla que tenía la caja y después se abrió. Dentro había cinco cables enchufados solo de un lado y bajo ellos donde se supone que debían enchufar el otro extremo del cable.
–Parece demasiado fácil.
Alec cogió uno de los cables y probó a enchufarlo en cualquier sitio, pero al ser incorrecto, de dio una descarga que le recorrió desde la punta de los dedos hasta los pies. Echó la mano hacia atrás tan rápido que por poco le dio una bofetada a Hell.
–¡Dios!
–¿Es muy fuerte?
–Con esa corriente podría cargar un portátil en diez minutos.
–Así que o los ponemos bien o nos dan una buena descarga.
–Bueno, ahora sabemos que ese por lo menos no va ahí.– Dijo Alec cuando le calmó un poco el dolor señalando los cables y volviendo a acercarse.
–¿Vas a probar otra vez? ¿No prefieres que lo haga yo?
–¿Qué clase de compañero sería si te dejara expuesta a esto?
Alec pudo sentir como en el foro todo el mundo se volvía loco por aquel comentario. Hell se limitó a sonreír y a coger su mano.
–Si te va a dar, que nos de a los dos.
–No sabes lo que dices.
Estuvieron un rato debatiendo de las posibles combinaciones y pruebas para ser electrocutados lo menos posible, pero aún así se llevaron algún que otro calambrazo.
–¿No hueles a pollo frito?
–Calla y concéntrate.
Cuando consiguieron poner todos los cables bien sin ningún calambrazo, se separaron del panel soltandose las manos y respirando tranquilos por una vez.
Respiraron tranquilos un par de veces y después probaron a abrir la puerta de salida. No dio ningún problema. Después salieron pero sin que Alec pudiera quitarse de la cabeza aquellos comentarios.
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Escape
ActionLo que para algunos es un divertido programa de televisión, para otros es algo con lo que jugarse la vida. Los participantes son entrenados desde niños para participar en un juego donde el objetivo es escapar de un edificio, aunque para ellos, se vo...